Por Paula Mendieta

Llevo bastantes entrevistas a mis espaldas. Bastantes entrevistas a personas que todas las tardes se juegan la vida. Los he llamado sin saber si iba a ser la ultima vez porque entre otras cosas, la vida, en esta profesión, juega un papel secundario.

Vivo por y para mi profesión y os juro que he tenido momentos inolvidables en mi carrera, pero nunca pensé enfrentarme a una entrevista así y aguantar el tipo.

Os hablo de la historia de un padre coraje. Un padre, cuya valentía se posa sobre las letras de su nombre.

Eduardo Hinojosa, o más bien el padre de Adrián. Torero en vida y ángel guardián en la gloria: “Exteriormente la familia estamos bien pero la procesión se lleva por dentro. La verdad es que Adrian desde arriba nos ayuda para seguir hacia delante y seguimos en la lucha y siempre acordándonos de él”.

Su historia llegó a todos los rincones de España. Adrián se coló en los corazones de muchas personas. El mundo del toro se volcó en su lucha, en su historia. Una historia en la que padre e hijo fueron el lazo más fuerte.

Por eso es digna de contar, Eduardo. Nunca te faltaron agallas. Fue una lucha en la que muchos guerreros ya habrían caído. Tú nunca lo hiciste.

Ya hizo un año de ese día tan especial. Un 8 de octubre, a las cinco y media de la tarde, se abría el cielo en el coso valenciano para ver el paseíllo del futuro matador de toros celestial. Junto a él, toreros como El Soro, Ponce, Vicente Barrera, Rafaelillo, Garrido, Román y el novillero Fernando Beltrán, acompañaban a Adrián hacia su sueño. Un sueño que cumplió y se hizo realidad. Ningún soñador es pequeño y ningún sueño es demasiado grande: “Pues los recuerdos son la verdad para mi muy emocionantes. Adrian después de tanto luchar por el festival al final, tanto la empresa como en este caso Simon Casas y Nacho Lloret, y la diputación de Valencia, se volcó por ese festival y la verdad fue muy bonito de ver a mi hijo por unas horas sentirse como una figura del toreo”.

Solo el toro tiene el poder de quitarte la vida o de dártela a su antojo. En la vida de Adrián, significó todo. Su sueño, su medicina y su cura. El hombro donde apoyarse cuando no quedaban fuerzas. La alegría. La sonrisa de un hijo. La ilusión. El respeto. La inocencia de un niño: “Para mi la tauromaquia representa muchos valores. Un ejemplo que recuerdo fue al ver a mi hijo como vivía y sentía este mundo. Para mi es una cosa que agrada bastante. A fecha de hoy, la tauromaquia representa mucho esfuerzo y sacrificio y Dios quiera que estemos más unidos que nunca y que no desaparezca.”

Eduardo, siempre tuviste la unión y el apoyo de la familia más grande: la taurina. La unión de todos aquellos que alguna vez soñamos con la alternativa de Adrián. Juntos somos más fuertes: “Si, como también esos niños que están sufriendo por desgracia el cáncer. Cumplió su sueño y luego se ensañaron con él por algo que le gustaba como otros niños otras cosas. Mi hijo siempre quiso ser eso. Con este tipo de comentarios, nos pusimos en manos de la justicia y Dios quiera que se haga justicia. Es lo que he dicho yo muchas veces, que nos dejen en paz y los que amamos esta fiesta que nos dejen ir tranquilos a algo que sentimos. Dios quiera que todo este tipo de ataques contra este mundo, que es todo lo que envuelve el mundo taurino desaparezca”.

Dicen que Adrián ya ha tomado la alternativa celestial. Que su testigo fue nuestro querido Victor Barrio. Dicen que le apodera Palomo Linares y que Iván, su padrino, le enseña y le cuenta lo que es una encerrona en Madrid. Hablan de que va a tentar todas las tardes donde Victorino, que llegó tarde a la alternativa pero que ve en él un gran torero.

Hoy le escribo a un padre coraje. A un ejemplo. A un valiente: “El recuerdo que me viene ahora mismo de Adrián, estando en la habitación del hospital cogiendo una carpeta y él estaba conectado por la quimioterapia. Empezó a simular que llevaba una muleta en la mano. Él decía que se sentía como figura del toreo y lo recuerdo día a día y gracias a él he conoció a gente extraordinaria en este mundo y es lo que me llevo. El mundo del toro es una familia más”.