A veces, la mente recibe un golpe brutal, a veces, la realidad es solo dolor», pero soy apoderada y debo enfrentarme a ella, porque mi meta es hacer crecer la semilla de un sueño para que florezca hacia hacerse concreto.

En la actualidad, aún luchamos como fieras, aún el torero se ahoga en su propia sangre preparándose, ser atendido por una empresa y ver su novillero al cartel de una novillada es imposible.

Este «NO», repetido y golpeado como una puerta de acero, nos hunde de tristeza, de rabia y de impotencia: es una apuesta épica, una lucha contra molinos imposibles que nos muelen como miserables granos.

Cuando por suerte o milagro (después del envío de centenas de currículos, miles de mensajes y llamadas perdidas en el agujero negro del vacío), un representante o una comisión taurina nos atiende, dos preguntas surgen de inmediato, más afiladas que la guillotina, antes que presentar en un murmullo el apodo de tu torero.

Dos frases, frías como la muerte misma (que sin embargo forma parte de la vida de nuestros toreros), grabadas en no se qué mármol:

– ¿Cuántas novilladas ha toreado este año?

– ¿Cuál es su número al escalafón?

A estos dos disparos tan brutales intentaré contestar con objetividad y profesionalismo, intentando desobedecer al legendario romanticismo que comparto con los artistas de la tauromaquia.

No para polemizar, no para acusar, sólo para que los profesionales y los aficionados entiendan que el futuro de la fiesta pasa por atreverse a promocionar talentos nuevos, fuera del común, que de momento yacen en el pozo sin fondo del desprecio y del olvido.

¿Cuántas novilladas?

Haré mía la frase de un maestro de los años 90, también apoderado:

«La falta de novilladas ha dado la voz de alerta para el futuro del escalafón infante. Cada vez se dan menos y eso hace cuesta arriba el darse a conocer». Este argumento avanzado no justifica totalmente el porqué de la ausencia de las programaciones de tu torero.

Ser independiente impone ser muy poco escuchado. Para un novillero, poder pertenecer a una «escudería» de empresas de prestigio, abre puertas, y mejor todavía si negocia intercambios con otra empresa.

El novillero «de la casa» se beneficiará de los «puestos empresariales» y del doble si se negocian el número correspondiente de actuaciones con otra empresa.

También aprovechará de una preparación de lujo al campo, sabiendo que algunos empresarios cumulan las gorras de ganadero, empresario y apoderado.

Quiero recordar que por un novillo en el campo se puede pagar alrededor de 1.500 euros y aunque parezca irónico, es buen precio. Volveré a hablar del presupuesto de preparación.

Cuando empezamos a contactar a los organizadores de espectáculos, empieza un diálogo de sordos, verdadero laberinto sin salida, donde una enorme serpiente nos espera mordiéndose la cola, más insensato que una merluza en la sartén:

– ¿Ha toreado?

-Casi no ha podido torear porque aunque mi lucha sea permanente, no me programan.

– Cuando tenga unas cuentas novilladas veremos.

– Es que si no lo ponéis, no va torear.

Ya no te escuchan…

Pocas novilladas, pocos puestos y lamentablemente algo más triste todavía: pagar para torear.

Pasa, se sabe, se dice y ahora surge con más fuerza a la luz. El profesional Paquito Leal escribió el último 3 de agosto en su página Facebook: «Recibí una llamada para mi torero, ‘Adam Samira’. Pregunté cuáles eran las condiciones y me contestaron: Gratis y me traes 2.000 euros».

A muchos apoderados nos piden más bien el llamado » ir y venir», que corresponde a una actuación gratis, encargándose además el actuante de todos los gastos.

Un poco de cálculo:

-Sueldo de la cuadrilla, si quieres pagar los profesionales según la regla en plaza de tercera (2 picadores, 3 banderilleros, mozo y ayuda) = alrededor de 2 500 de euros, + comida + habitaciones para vestir (se duerme en furgoneta)+ gasolina = +/- 400 euros…

Resultado: un novillero debería pagar más o menos 3.000 euros para jugarse la vida, deontológicamente es un escándalo, en realidad algunos lo hacen para acumular festejos y entrar así en el famoso ESCALAFÓN.

Este número de clasificación lo necesitamos y algunos aceptan » pagar para torear» para poder acumular festejos, y alzar así el rango en la tabla.

El escalafón no refleja totalmente el mérito y es creíble en todo su contenido, quedando cerrado a muchos toreros talentosos pero sin un nivel económico suficiente para encargarse de este nivel elevado de gastos.

Eso no quita el respeto que debemos guardar para los que se ponen delante del animal, solo son estrategias de despachos.

Me alegro siempre del arte de saber sacar provecho de lo que te ofrece la vida, pero seré siempre al lado del más frágil y del humilde: muchos pueden confirmarlo. Me gustaría ver muchos profesionales que organizan festejos al campo en invierno, en vez de solo compulsar esta lista de nombres.

He olvidado un detalle, insignificante, ligero con pluma…, …el novillero por este precio tendrá que enfrentarse a unos mamuts en forma de elefantes, que generaría pesadillas a los mejores maestros ya confirmados.

Un bautismo de fuego que olvida que son aprendices, en porvenir, lo que equivale a obligar a un estudiante en segundo semestre de medicina, a operar a corazón abierto a un paciente llegado a urgencias. Aún la experiencia es un maestro feroz, pienso que estamos arriesgando a un joven, no solo su cuerpo sino también su equilibrio y su auto estima. Lo escucho cada día más, entre los cuatros muros de mi despacho.

Prepararse es más que un sacerdocio para la gran liturgia del toreo; es el sacrificio no solamente del que lo ha decidido sino de su entorno, familia y profesionales.

No hablaré del cuerpo agotado, de los días sin parar y de las noches sin descansar, ni del sudor, ni de la sangre, …¡Podría escribir un libro!

La preparación como el toreo manda para actuar en plaza, exige también un presupuesto fuera del común: Capotes, trajes cortos y de luces, accesorios para el campo como sajones, botos y demás; ayudas, espadas, muletas, gasolina, palos…. ¿Cómo ir a Madrid sin haber matado a lo menos 3 o 4 novillos?

¿Cómo encontrar vacas, cuando la época impone a matadores de toros ir a tentar de tapia?

No quiero volver a nuestra fatídica calculadora, solo es necesario saber que unos apoderados se benefician para preparar novilleros del famoso escalafón, de un presupuesto anual extremadamente elevado. La mayoría no puede boxear en esta categoría.

Por todas esas razones y seguramente muchas más, vemos estos años, novilleros quemados, en el banco, cortarse la coleta entre lágrimas; no es falta de valor ni de ganas: es desesperación, rabia, frustración e ira porque todo el panorama lo hace imposible; en el toreo, la tierra no es para todos, y frecuentemente menos el privilegio de sus arenas.

¿Por qué sigo con mi compromiso?, ¿por qué no tiro la toalla?, ¿por qué no me para el incomprensible silencio de los organizadores? Porque no se juega con los sueños, porque el esfuerzo de esos jóvenes merece que siga apoyándoles, porque si me rindo se quedarán solos con talentos perdidos y más aislados que nunca. No me lo perdonaría!!! Sueño en empresas que se atreverán a cambiar esta manera de programar las novilladas: ¡serán pioneras, y construirán un futuro a la fiesta, hecho de novedad, valor, valores, personalidad, estilo, fuerza, poder y arte!

Aún esos tiempos de incertidumbre y de dudas, esas tormentas negativas que podrían acabar con mi ilusión, sigo mi camino sin desviar, preparando a los más frágiles. Los toreros de arte, de valor y otras expresiones, no pueden transitar por caminos de orfandad dando así inicio a la propia muerte del toreo mismo.

Desde el cielo una estrella luminosa alumbra cada día más el camino de mi convicción.

¡Vivan los toros, viva la fiesta y vivan los que luchan por ella hasta la muerte!

Apoyaré siempre a los toreros y seguiré apoderando, mientras mi propio soplo de vida me lo permita al artista Santiago Sánchez Mejía.

María Águila de Domecq

En la foto la apoderada y autora de este ensayo, María Águila de Domecq, junto a su poderdante Santiago Sánchez Mejía