Con la feria de abril terminada, y todavía con los ecos de los “oles” de la tarde del viernes retumbando en los oídos de los aficionados, tenemos que matizar ciertas sospechas que se han levantado en gran parte de la afición. Nadie podrá quitar en la vida a Pablo Aguado, la puerta grande más rotunda en varias temporadas, pero detrás de esa puerta grande se encuentran los toros de Jandilla en seria duda por su integridad, ya no por su fuerza.

No podemos afirmar nada, evidentemente no hubo análisis al final del festejo, pero lo que si hubo fueron muchos pitones que lucían muy redonditos, o muy astillados. Todavía es inexplicables que nadie de la autoridad pertinente enviara los pitones analizar. Ante la duda, siempre se deberían someter a una inspección exhaustiva.

Una total falta de respeto por los valores más primitivos de la fiesta, esos en que la integridad pasa por encima de cualquier trampa. Era un cartel de figuras en el día fuerte de la feria, el viernes, venían Morante de la Puebla, Roca Rey y Pablo Aguado a triunfar por todos los medios. Nunca sabremos la verdad absoluta, porque a mucha gente no le interesa que eso se sepa. En la corrida hubo varios toros que atendían a los síntomas propios del afeitado, algunos estaban astillados, otros sin embargo lucían con sus defensas en redondo, en vez de astifinos. Hay que matizar que estos toros utilizan las tan recurrentes fundas de los pitones, y que Sevilla es la segunda plaza del Mundo taurino.

Lo que está claro es que cada día que un toro pierde la integridad de su inmaculada estampa la fiesta llora. Son muchos los palmeros, triunfalistas y emocionados que prefieren mirar a otro lado mientras la tauromaquia agoniza.

Pocos o nadie se han hecho eco de los presuntamente parece evidente, nadie ha puesto en duda ni un ápice la integridad de aquella tarde en Sevilla, pero yo como aficionado no puedo dejar de pedir una justicia que jamás será atendida. Por eso el papel del aficionado en las corridas de toros es muy importante, al igual que demostrar en ocasiones el descontento cuando la falta de integridad, trapío y edad roce el insulto a la inteligencia de los que están presentes.

Toda la vida se ha practicado esos métodos deleznables por ciertas figuras del toreo, pero hoy en el siglo XXI, cuando la tauromaquia en toda su expresión es tan atacada hace falta valor, respeto, honradez, dignidad y vergüenza torera para dar un paso al frente y decir NO AL FRAUDE y si al espectáculo integro que una vez nos hizo grandes en el mundo entero.

Por Juanje Herrero

Toro de Jandilla en San Isidro de 2018

Toro de Jandilla en San Isidro 2018