Ha sido Alfonso Navalón, quizás para mal de muchos uno de esos hombres, de esos críticos de toros, que mayor esplendor le ha dado a la crítica taurina. Sus polémicas, su indiscutible categoría, su saber decir, el entender de toros más que nadie de los de Su profesión, todo ello, le ha situado en un lugar de privilegio en las letras taurinas. Este hombre, tiene la virtud de, en un momento determinado el ser objeto de noticia. En la pasada feria de Albacete, sin proponérselo, sin pensárselo, sólo por el ímpetu de su corazón, fue protagonista de excepción en la trágica muerte del espontáneo en dicha feria. Su gesto, porque para mí lo es, se debió en el preciso momento en que era corneado el  espontáneo y, sin pensárselo dos veces, el crítico del diario «Pueblo», se Lanzó al ruedo para tratar de salvar la vida de un hombre ‘que, desgraciadamente, cuando él llegó, era ya sólo un cadáver.

Los hechos ocurrieron de forma inesperada; sin tiempo material para que nadie pudiera reaccionar y menos, los toreros que se encontraban lejos del punto justo de donde se lanzó el espontáneo, por ello, los hombres que se encontraban más cerca de donde ocurrió la tragedia, saltaron al ruedo sin pensar el grave peligro que corrían sus vidas. Tanto para los dos hombres de Albacete, así como Alfonso Navalón, hay que hacerles justicia y, decir de forma clara y rotunda, que protagonizaron un bello gesto (…).

En relación con la entrevista de mi personaje de hoy, como ya he dicho, por los hechos que se dieron cita en torno a su persona, en esta feria de Albacete, el Sr. Navalón, ha sido objeto de innumerables entre~ vistas, tanto en los medios escritos como en los radiofónicos. Según mis noticias al llegar a Albacete, el Sr. Navalón, había prometido el no conceder ni una sola entrevista más, puesto que el asedio sobre su persona, en torno al delicado tema, era de la y de noche. Yo, que quizás mi gran defecto se debe a mi énfasis por realizar el trabajo que me pro pongo, puse todos los medios habidos y por haber para que el Sr. Navalón hablara para nuestra revista, «El Mundo de los Toros»(…).

  • Alfonso: ¿Qué sintió Ud. cuando vio que se le escapaba de sus manos la vida del infortunado espontáneo? ‘

Ha sido la sensación más horrible que he sentido en mi vida. Sentí rabia porque cuando recogimos su cuerpo, estaba ya sin vida, nada pudimos hacer por él.

  • ¿Cuando Ud. salto al ruedo para salvar la vida del espontáneo, sabia Ud. el gran riesgo que corría?

Eso que me dices me di cuenta luego. En aquel momento, mi gran obsesión, era el arrebatar aquel cuerpo sangrante de las astas del toro. Todo fue inútil. Pero jamás sentiré el remordimiento de poder haber saltado para ayudarle y no haberlo hecho.

  • En toda la prensa se esté hablando ahora de los culpables de dicha muerte. ¿Hubieron culpables en efecto?

El único culpable fue el espontáneo que salto al ruedo, imagino que, inconsciente del riesgo que corría. Nunca se podría hablar de un culpable de estos dramáticos hechos.

  • ¿Por qué salto Ud. al ruedo y no lo hicieron los toreros?

Puede ser que los toreros quedaran un tanto estupefactos de lo que había ocurrido en muy pocos segundos y no les diera tiempo a reaccionar, pero de todos modos, estaban todos muy lejos del lugar de la tragedia. Como ya creo que te he dicho, salté por instinto de salvar una vida y porque me encontraba cerca de donde ocurrió la desgracia.

  • ¿Qué opina Ud. de los espontáneos, Ud. que es un hombre muy concreto?

Como ya he dicho muchas veces, habría que erradicarlos, no conducen a nada bueno y, veo muy difícil que ese sea el mejor camino para ser torero.

  • -Sr. Navalón: Recuerda Ud. algún momento, algo que quedara retenido en su mente de la pasada feria de San Isidro?

Sí, unos momentos bellísimos de las faenas de Antoñete y de «El Inclusero».

  • ¿Ha intentado alguien en algún momento el sobornarle?

Sí, muchas veces.

  • ¿Y lo han conseguido?

A Dios gracias nadie lo ha conseguido aun, en primer lugar porque a mí no me hace falta la limosna de nadie y en segundo lugar porque yo tengo una ética profesional; me debo a unos lectores que no puedo defraudarles; si lo hiciera sería uno más de esos pobres hombres que deambulan por la fiesta de los toros y yo, ante todo, me siento critico de toros.

  • ¿Qué se siente el mejor?

Ni el mejor ni el peor, pero lo que si esté claro es que no estoy entre los malos y mucho menos, entre los sobornables.

  • ¿Dónde cree Ud. que esté el motivo de su éxito como critico?

En decir la verdad, aunque sea para el mal de muchos. En realidad yo no; le llamaría éxito, como tú dices, pero ocurre en que yo, desde muy pequeño me he preocupado por saber de toros, en saber de letras y en tener una gran fe en mi trabajo.

  • Dicen que Ud. es el que más sabe de toros, ¿es verdad?

Yo se de toros pero esto no es ningún milagro, máxime cuando como te digo, he consagrado mi vida a los toros y al periodismo. Vamos, si en este momento no supiera de toros sería yo un perfecto infame.

  • ¿Conoce Ud. algún torero modesto que esté donde no debiera estar?

Bueno, casi todos están salvo excepciones en el lugar que les corresponde. Esto sí, yo en lo que creo es en las resurrecciones. En algunas ocasiones han habido toreros que se les ha postergado sin causa que lo justificara, luego se les ha dado una oportunidad, la han aprovechado y hay que hacerles justicia.

  • -¿Qué entiende Ud. por justicia?

Hombre, el que les den a estos toreros que te he comentado, unas oportunidades en las mismas condiciones que a los otros toreros que estén triunfando todos los días. Ahora el que estrellen a un torero que pueda valer, eso sí me da mucha pena.

  • Todos los críticos tienen su debilidad, ¿cuál es la suya?

Yo no tengo ninguna debilidad, eso sí, soy amiguete de Pedrito, El Capea, pero nada tiene que ver mi amistad personal con él, con su vida artística. Tanto él como yo, sabemos el lugar que ocupamos en nuestras profesiones y nos respetemos mutuamente. Nadie podría decir que yo le he echado flores al Capea, no soy de esos críticos que pierden el culo por un torero. Jamás he dicho ‘de Pedro que es el dios del toreo, como otros van pregonando por ahí de Paquirri y compañía. Yo en el caso de El Capea, que conozco perfectamente sus limitaciones, cuando he tenido que darle un palo lo he hecho y él lo ha entendido.

  • ¿Qué piensa Ud. cada vez Que se asesina un toro en varas?

Me da mucha rabia puesto que todos los disgustos que me he llevado en los toros, siempre han sido por defender el toro.

  • ¿Qué le da más dinero el ser crítico o el ser ganadero?

Ser ganadero me cuesta mucho dinero, tengo que vivir de la crítica.

  • -Algunos toreros se quejan de que Ud. les ha hundido, ¿es verdad?

Mentira. Yo no me pongo delante del toro, son los toreros los que se ponen; son ellos los que triunfan y son ellos los que se hunden. Ocurre que, cuando un torero fracasa es muy fácil para él buscar un culpable que no existe. ‘

  • Creo que esté claro que Manzanares no es su torero, ¿por qué?

Manzanares no es mi torero ni el de nadie, mientras esté como esta. Ahora, mientras esté como hace unos días en Albacete -ahí esté mi crónica- seguirá siendo el torero de todos. Mucha gente me ha preguntado que por qué le tengo manía a tu paisano, incluso el propio torero ha llegado a odiarme, pero esta situación no es verdaderamente así. Yo no le tengo manía a nadie, esto que quede muy claro. Mi obligación de crítico ecuánime es el contar la verdad para todos mis lectores y si un torero esté mal, no tengo más remedio que decirlo, puesto que si no lo dijera me engañaría a mí mismo y eso seré lo Último que yo haré. No toleraré en ninguna ocasión el que un torero se le esté dando el trato de figura y éste no haga honor a ello. Las figuras -por algo lo son-  tienen la obligación de triunfar todas las tardes, si no lo hacen, luego que no se quejen.

  • ¿A quién defiende Ud. primero, al toro o al torero?

En primer lugar al público, luego al toro, porque tanto el toro, como el público, no tienen a nadie que les defienda y, porque defendiendo al público y al toro, defiendo la dignidad de la fiesta.

  • ¿Y Los toreros que hacemos con ellos?

Los toreros, cuando se han entregado, cuando han estado bien, nadie podré decirme que le he escondido un triunfo. Para mí, lo primero que media es la justicia, tanto para unos como para otros.

  • Dicen que Ud. tiene más enemigos que amigos, ¿es cierto?

Todos los indeseables de la fiesta de los toros son enemigos míos y, la verdad me siento orgulloso de que esa gentuza sean enemigos míos.

  • ¿Enjuicia Ud. por igual a un modesto que a un famoso?

Nunca. A cada torero hay que juzgarle de acuerdo con las posibilidades que sabe que tiene. Sería injusto el juzgar por igual a un modesto que a un famoso. Primero el famoso, la figura, torea todos los días, con ganado preparado para el triunfo, etc., se lleva grandes sumas de dinero, de ahí a que habría que tratarlo con dureza, siempre dentro de la línea de la justicia. Es todo muy distinto cuando tienes que enjuiciar a un hombre que esté acabado o que esté empezando. Carecen de todo lo que te he dicho con anterioridad, incluso del dinero, matando corridas que nadie quiere. ¿Tendrá que haber una elasticidad?

  • Dicen que Ud. se mete con los famosos porque así es la fórmula para que Ud. pueda triunfar. ¿es así?

Yo no tengo que triunfar en ninguna parte, los que tienen que triunfar son los toreros, de ahí a que yo me limite a escribir mi crónica, a contar lo que ha ocurrido en la plaza y en paz.

  • ¿Es cierto que ha tenido Ud. problemas a la hora de vestirse para ir a los toros?

Siempre hay imbéciles supersticiosos y otros que los apoyan. ¿Hay algún artículo que prohíba a los espectadores el vestirse como quieran? Ninguno, verdad,  por eso yo, como tengo mi vestuario particular me visto como me da la gana.

  • Alfonso: ¿Por qué se siguen afeitando los toros?

Porque los toreros tienen menos riesgo de cornadas, ya me al equivocarles la distancia a los toros, estos, a la hora de coger se equivocan y no cogen a la presa. De cualquier forma un toro afeitado si te coge, en Albacete están los resultados.

  • ¿Dígame el nombre de un torero que sea amigo suyo?

Tengo varios. Aunque eso sí, cada día tengo menos porque es muy peligroso el ser crítico y ser amigo de los toreros. Ellos, se creen porque son amigos del crítico, a tener unos derechos que no les corresponden. En mi caso, tengo la prueba con Antonio Ordoñez. Éramos amigos y él se creía con unos derechos que no le correspondían,  que me podría sobornar y, se equivocó, lo siento.

  • ¿Cómo ve Ud. el futuro de la fiesta?

En el aspecto del fraude muy mal. Si no se toman medidas muy tajantes, la fiesta puede pasar por muy malos momentos. Todo lo contrario ocurre con el público. Ahora hay más afición que nunca y, aun habiendo peores toreros que nunca, el público asiste con gran devoción a las plazas de toros.

  • ¿Se considera Ud. un crítico justo?

Exacto. Nunca he tenido ningún remordimiento de conciencia por una crónica que haya escrito y que ésta no haya sido justa, concreta y ecuánime.

  • En varias ocasiones Ud., ha vertido sobre las páginas de su diario mucha devoción por Ruiz Miguel. ¿Por Qué?

Esto es curioso. A mí no me gusta el toreo de Ruiz Miguel, esto lo sabe todo el mundo. Yo soy partidario dentro de sus líneas más puras. Ahora, una cosa está muy clara Ruiz Miguel es el torero que más me ha emocionado, incluso me ha hecho pasar mucho miedo viéndole torear. Un torero macho, honrado, valiente como lo es Ruiz Miguel siempre tendrá mis respetos. Los gestos de los toreros también cuentan mucho en su haber, este es el caso de Ruiz Miguel.

  • ¿Por qué se caen los toros?

Se caen por problemas de consanguinidad, por engordarlos unos meses antes de ser lidiados y por el proceso que sufren a la hora del afeitado, todo esto entre otras cosas.

  • ¿Qué opina de las reapariciones?

Que la única que está plenamente justificada es la de Antoñete y un tanto por ciento más bajo, la de Manolo Vázquez.

  • Sr. Navalón ¿Se ha encontrado ya  a los culpables de esa estafa taurina llamada “Toro”?

Naturalmente, tiene su nombre y apellidos, Antonio Benito Escudero. Se ha engañado miserablemente a diez mil lectores a sabiendas de que, claro está, uno a uno nadie va a poner la correspondiente denuncia para que se le aplique la justicia a los culpables.

  • ¿Es cierto que en cierta ocasión le ofrecieron un “mercedes” para que cambiara de opinión?

Si, esta locura la cometió el Cordobés, pero de nada le sirvió, tuvo que llevárselo.

 

Entrevista realizada por Luis Pla Ventura al famoso crítico taurino Alfonso Navalón para la revista “El Mundo de los toros” en septiembre del año 1981