Toros de Garcigrande que, en realidad, eran muy pequeños.

Morante: Palmas y gran ovación.

El Juli: Palmas y dos orejas.

Ureña: Silencio y oreja de regalo

Tres cuartos escasos de plaza. Un fracaso para lo que era el cartel.

Lo bueno de estas corridas de Alicante es que, haces una crónica, les vas cambiando el nombre de cada torero en sus respectivas tardes y la misma te sirve para toda la feria. ¿O alguien lo ha dudado? Siempre pasa lo mismo que, artístícamente, con la excepción de Morante nunca pasa nada.

Los pendejitos animalitos, como dirían en México, del señor Justo Hernández olían a serrucho, apenas tenían fuerza y, como el ganadero sabe, esa corrida no lo hubiera lidiado en Madrid como novillada. Claro que, el colmo de los disparates vino cuando al segundo toro de El Juli, sin que nadie sepa los motivos, le dieron la vuelta al ruedo al animalito. Una insensatez presidencial que nadie pidió porque, vaya ridículo de vuelta al ruedo. El ganadero se echaría las manos a la cabeza porque, con toda seguridad, no se lo habrá creído todavía. Como siempre y en cada tarde, un desfile de novillotes engordados para la ocasión para que, las máxima figuras del toreo disfruten a plenitud.

El Juli cortó dos orejas a base de su toreo vulgar y anodino, eso sí, muy trabajado. Si hay que premiar el trabajo, a El Juli le tendremos que dar matrícula de honor. En su primero que ya salió muerto de los chiqueros, El Juli lo flageló con la muleta para que muriera de mala manera. En su segundo, con un poquito más de fuerzas, ahí se desquitó El Juli que, le amontonó doscientos pases,  y creo que me habré quedado corto. Yo no recuerdo ni uno y hace una hora que se terminó el festejo. Tras una estocada baja, el santo público alicantino pidió las dos orejas para el madrileño pero, repito, lo que no entiendo es quién coño pidió la vuelta al ruedo del novillote.

Ese chico llamado Paco Ureña no era el mismo que días pasados triunfó en Madrid. Vamos, no era ni su sombra. Alguien nos decía por allí que este hombre ha pasado un calvario con el ojo que perdió en Albacete, tratando de disculpar al diestro de Lorca que no ha tenido una tarde afortunada. Tuve que salir al encuentro para decirle al aficionado que, ese Paco Ureña que estábamos viendo era el mismo que triunfo de forma rotunda en Madrid. O sea que, a Dios gracias, la desdicha la tiene superada para dicha propia.

Barrunto que, el pobre se está contagiando mucho y muy rápido de El Juli y sus huestes. Mala cosa para este diestro que salió en su primer enemigo con un ritual ceremonioso con el capote para no dar ni un solo capotazo brillante. Quiso emular a Morante y fracasó con estrépito. Vulgar, anodino y sin alma ha estado Ureña que, entre la muleta en la acción de los muletazos, cabía un autobús. Jamás en mi vida había visto tan despegado a un torero, tal vulgar y tan insulso. Lo dicho, se le ha pegado de las figuras y, que tenga cuidado que si le va un pie -y hoy se le han ido los dos- la factura que pueden pasarle será durísima. Lo ha querido arreglar en su segundo becerrote y más de los mismo. Le han dado la oreja por el arrimón final que se ha pegado frente al morbundo animalito que merecía mucho  más por la bondad de la que era portador. Nadie le recordará este «triunfo» ridiculo. ¿A quién querrán engañar estos toreros, caso de Ureña, con ese arrimón a sabiendas que el toro ya está muerdo o, en su defecto, pidiendo la muerte a gritos?

Gloria capotera la de Morante en sus dos enemigos. Las cinco primeras verónicas en su primer toro fueron de auténtico escándalo. La gracia y el duende de este hombre logran que, cuando él torea, no veamos el burro que tiene delante. En su primero, muerto ya de salida y sin picar, Morante estuvo trabajador y eso es gravísimo. ¿A quién se le ocurre? Dadas las condiciones del bicorne aquello tenía que haber sido de bronca, pero el diestro se empeñó en torear, algo que no pudo lograr de ningún modo.

En su segundo, otra vez el saludo capotero para que los aficionados tocáramos el cielo con nuestras manos mientras él mecía el capote en verónica y chicuelinas. Faena bellísima por ambas manos con adornos arabescos, cambios de mano y todo el repertorio al uso que este hombre tiene que, por supuesto, no se asemeja a sus compañeros de cartel y, lo que es peor, a casi nadie del escalafón, peor para los que le quieren imitar que bastante cruz tienen todos. Morante no es mejor ni peor que nadie, es distinto porque está tocado con la varíta mágica de Dios. Está claro que, el día que nació El Juli no quedaban varitas.

No encontró una muerte adecuada para el toro y, todo quedó en una gran ovación que, sin duda, anuló las dos orejas de El Juli porque si alguien recuerda algo de este festejo, todos recordaremos el bello toreo de Morante que, en una faena que no llegó a la apoteosis, pero si tuvo momentos inolvidables. Morante siempre será Morante y, por favor, recordémosle a Ureña que, cuando vea torear a Morante con el capote, por favor, que no se le ocurra cogerlo a él que puede pasarle lo de esta tarde.

Pla Ventura