Una entrada bastante pobre registró esta tarde el coso de Insurgentes en lo que fue la tercera corrida de la temporada Grande.
Se había anunciado en un principio que se lidiarían dos toros para rejones de la dehesa de José María Arturo Huerta y 4 de la debutante ganadería de Arturo Gilio, encaste Domecq, sin embargo las cosas cambiaron y hubieron de ser 4 de la ganadería tlaxcalteca y únicamente dos procedentes de Coahuila. Las razones no han quedado muy claras, pero bien pudo haber sido el viaje tan largo que ocasionara que los astados se bajaran lo suficientemente de peso como para no darlo .Lo que sí es que nos dieron la oportunidad de disfrutar de una tarde de “toros” que hacía mucha falta.

Andy Cartagena había indultado a “Copo de Nieve” hace apenas unos meses en lo que fuera el cierre del serial anterior en esta misma plaza, un toro de la misma dehesa que hubo de pasaportar en esta ocasión, y sin embargo no le vimos. Fue radical el cambio, quizá la cuadra que trae este año no haya acabado de acoplarse con las embestidas del toro mexicano, o cualquier otro pretexto, pero ha tenido una verdadera y desastrosa actuación, sobretodo en el que abrió plaza.
Y es que hasta en nueve ocasiones sus caballos fueron tocados por las astas del burel, que después del primer tercio se emplazara y comenzara a arrear y ponerse por delante, y sabemos de la capacidad del cartagenero, pero en esta ocasión sus habilidades ecuestres no brillaron. Atrabancado y permitiendo al toro llegar hasta las grupas y estribos de tres de sus cabalgaduras sin ese temple que en muchas otras tardes logramos apreciarle. Y es que es como si le hubieran enganchado la muleta en 9 ocasiones a un diestro de a pie. La gente muy benévola le perdonó sus fallas, pero comenzó a incomodarse y después de repetidas fallas con el rejón de muerte silenció la labor del hispano.
Con el segundo tuvo momentos más brillantes y lució a sus córceles con evoluciones a la alta escuela, y con esa doma “fantástica” de las traiciones menorquinas con las que emociona a los tendidos provocando un barullo. El toro con más acometividad y bravura le permitió el lucimiento, Pero los encuentros con éste no tuvieron el mismo eco. Y es que era como si una nota estuviera desafinando, causando una falta de armonía que podía medio disfrazarse pero que en el punto álgido salía a relucir y a empañar la obra. Aunque no se trata de comparar, la gente tiene muy fresca la imponente actuación de Ventura y es cuando las escalas frigias se tornan complejas al oído occidental dejando un vibrato que podría percibirse como fuera de compás. Sin embargo también hay que resaltar que adornó fácil el morrillo con las cortas y tuvo un excelente desempeño al tirarse a matar, mismo que le otorgó una oreja.

Arturo Macías fue para muchos el campeón sin corona. Vaya tarde nos ha regalado Macías que hoy rompió sus propios esquemas. Tuvo en sus manos “un toro bravo”de José María Arturo Huerta, y lo entrecomillo porque es emocionante ver un astado con esas cualidades en el Coso Máximo. En todo momento acudió presto, y con fijeza, transmitiendo a los tendidos lo que debe ser un toro de lidia y así lo entendió el hidrocálido. Lo acarició con una suavidad ya desde que se abrió de capa, con unas tersas verónicas bajando las manos como si se desmayara en ellas la suerte.
La danza es un ritual, es el principio de la comunicación, el principio de la vida y del romance, y es que como una danza erótica Arturo fue meciendo como entre algodones al toro, sometiendo como aquellas odaliscas que con sutiles movimientos seducen a cada segundo al más firme hombre, con su belleza y armonía corporal. Así nació la danza, ese juego de poder y de dominio que plasmó tan bellos muletazos, con hondura, temple y magia. La magia que se crea cuando el romance crece, se transforma y deja una honda huella en los corazones, cuando los latidos se vuelven uno solo, cuando esa pareja se funde en una bella escultura, y los sentidos se exacerban. Cada momento fue consumado, toro y torero, como esa dupla perfecta que deja una estela en las pupilas de los presentes con una variedad estremecedora que impactó con un fondo rotundo. Un aviso sonó antes de que Arturo se tirara a matar, labor que parecía imposible y es que era como si el toro presintiera su muerte y de ese modo evitara a toda costa colocarse a modo de entregar su vida, y fue hasta en un tercer intento y con una gesta, que dejó una estocada en lo alto, siendo fuertemente ovacionado en el tercio. Sin duda lo que ha dejado hoy Macías en el ruedo de la México es una clase de madurez, capacidad, valor, técnica y calidad que aún sin el corte de apéndices lo hizo un triunfador.
Su segundo, de la ganadería de Gilio fue muy complicado, salió a pedirle cuentas, y es aquí donde todas esas cualidades que vimos en el primero lo sacaron avante. El viento soplando como un vendaval lo molestó a cada segundo y las incómodas embestidas le exigían jugarse la vida y exponerse a cada instante. Hubo grandes momentos pero en esta ocasión la obra no se consiguió con tal brillantez debido a la sosería y aspereza del bovino.

Leo Valadez tuvo en primer término a un también bravo toro de Pepe Huerta, que presentó complicaciones. Realmente el torero no logró acomodarse y pese a que tuvo algunos destellos, evidentemente la comunicación y la sincronía que se buscan en una faena, no tuvieron el gusto de encontrarse. Por lo que su labor se limitó a una acertada estocada que le valió una ovación cerrada.
Su segundo, de Gilio, un toro con emotividad y casta, hubo de salir a dar el todo por el todo, a pesar de sus carencias aún evidentes ya que ese ímpetu por triunfar lo lleva en ocasiones a acelerarse y destemplar las embestidas. Se vio muy variado con el capote, aunque parece que la inventiva de los jóvenes no da para mucho, ya que últimamente no vemos mas que las citadas zapopinas que sin duda son espectaculares y vistosas pero ¿Qué acaso no conocen otras suertes? Con la cantidad de quites existentes! En fin, una bella ejecución por parte del de Aguascalientes. Su inquietud le hizo cubrir el segundo tercio, que se le agradece más por la intención que por la técnica y eficacia. Con la muleta vendría la graduación. Y es que Leo ha tenido un año difícil ya que venía precedido de una importante campaña novillero en Europa y no logró trascender en su primera temporada mexicana como matador. Así que tenia que dar la nota y así fue. Vibrantes momentos nos regaló por ambos lados, aprovechando la codicia del sexto de la tarde. Podríamos decir que cómo un vino joven, que tiene un sutil sabor afrutado, con tonos florales y de regaliz, una ligereza en el paladar y a la nariz, es Leo, quien nos deja ese recuerdo audaz cómo un Mencía del 2012, que bien podría ser de la marca Madai, denominación Bierzo. Una apuesta entre los nóveles que están buscando un camino en esta difícil carrera. Mató acertando para recibir una oreja, misma que le da la posibilidad de ese refresco y al público una carta más en la baraja taurina.

Tarde de matices, de faenas importantes y de toros, sobretodo eso, Tarde de Toros!!!

Por Alexa Castillo.