Por Jose Carlos Gomez, Fotografia Andrew Moore

No sé por dónde empezar la crónica de la corrida de hoy en Madrid. No sé por dónde empezarla porque lejos está en mi ánimo crear polémica. No está entre mis intenciones el hacer daño a la fiesta brava, que, por cierto, los taurinos se bastan solos para acabar con ella. Digo esto porque el aluvión de improperios, descalificaciones e insultos que me han caído a raíz de la crónica que hice de la corrida del día 7 de junio en Las Ventas ha sido grande.

Entiendo y acepto la opinión contraria, es más, la deseo, pues el argumento, repito, el argumento contrario al mío me ayudaría a mejorar mis conocimientos taurinos e incluso a cambiar de opinión, pero no así el insulto. Se me ha llamado de todo, desde estar al sueldo de los Domecq, vaya disparate, hasta ser un antitaurino, vaya estupidez. Me hubiera gustado enormemente que alguien hubiera argumentado cada una de las apreciaciones que hice de la tarde que yo vi en Las Ventas. Creo que mi crónica fue dura, pero respetuosa. Ni más ni menos, me límite como cualquier aficionado a plasmar por escrito lo que yo vi desde el tendido. ¿Equivocado? Puede que lo estuviera y que lo esté, pero del error, de la apreciación errónea se saca a uno con argumentos que puedan desmontar la posición en la que estoy. Con el insulto, con la descalificación gratuita, tan al día en las redes sociales, no se hace, ni se debe hacer. Cuando lo único que nos queda es la descalificación es que no nos queda nada. Respeto profundamente a quienes vieron el día 7 una tarde de toros diferente a la que yo vi. Respeto que haya aficionados que crean que los toros de Rehuelga, de Pallarés, de Saltillo y de José Escolar fueron bravos y un ejemplo de toros a imitar por el resto de ganaderías. Lo respeto, más no lo creo y por supuesto no puedo respetar a quienes para defender una posición atacan de manera gratuita y sin fundamento a quienes, como yo, vieron otra cosa y se sintieron desilusionados con el juego y comportamiento de unos toros de los que esperaba algo más.

Por ejemplo, la corrida de Adolfo Martín fue lo que yo esperaba de Saltillo, de José Escolar, de Rehuelga y de Pallarés, y hoy en la corrida de Victorino ha habido cuatro toros interesantes, muy interesantes. Para mí, y llevo viendo toros más de cuarenta años, las ganaderías antes citadas no han estado al nivel esperado, le duela a quien le duela. Lo comprenda quien quiera comprenderlo.

Dicho todo lo anterior, y centrándonos en la corrida de hoy, haré una breve crónica. Breve porque la tarde no ha dado para mucho, pese a que ha habido cuatro toros con cierto interés e incluso tres de ellos con cierta clase en sus embestidas. Breve también porque uno no quiere ser objetivo en el que algunos descarguen sus frustraciones.

La corrida de Victorino Martín ha sido mansa. Sí, mansa. Aunque haya habido toros que se hayan arrancado de largo al caballo, su pelea en el peto no ha sido de toro bravo y, es más, han salido sueltos, se han repuchado o en algunos casos incluso han vuelto grupas buscando la salida.

Que haya sido mansa no quiere decir que haya sido boba o que no haya tenido mucho que torear, que efectivamente lo ha tenido. No han sido los mulos estáticos o los borregos que van y vienen. Los toros de Victorino han tenido sus complicaciones. Había que llevarlos muy tapados y engancharlos muy adelante para llevarlos muy atrás y no siempre se han dejado y en la mayor parte de los muletazos han protestado, han buscado y a punto han estado de hacer presa. Pedían distancia, pedían colocarse en el sitio donde los toros o embisten o cogen. Siendo una corrida mansa, ha sido una corrida con casta. Menos que la de sus primos hermanos de Adolfo, sí, es cierto, pero han tenido su interés.

En cuanto a los toreros, para mí hay una mención especial para Paco Ureña. Para mí ha sido el único de los espadas que ha sabido estar en la distancia y en el sitio con sus dos toros y lo ha intentado. Ha dado muletazos sentidos y profundos, e incluso los que se han quedado algo cortos han tenido su empaque. Paco Ureña es un torero de los pies a la cabeza. Un torero muy querido en Las Ventas y que yo creo que de haber matado él solo la corrida como único espada hubiéramos visto más de lo que con tres matadores hemos visto. Es una lástima que le falle la suerte en el momento de matar, porque de haberla tenido hubiera cortado una oreja en el segundo de la tarde, y es una lástima que sea un torero con ese halo de tristeza, que yo creo que no le beneficia en absoluto. No obstante, Paco Ureña ha dejado su cartel en Madrid, al menos, al mismo nivel que tenía antes de la feria y eso es un buen nivel.

Manuel Escribano es todo voluntad y lo más destacado ha sido su buena colocación en todos los toros y en todos los tercios. Un perfecto director de lidia, pero nada más. Si fuera capaz de banderillear cuadrando en la cara del toro y no a toro pasado; si fuera capaz de manejar la muleta como maneja el capote, estaríamos un torero de época, pero no es el caso. Con las banderillas no ha estado a la altura que se merece una plaza como la de Madrid. Ha clavado a toro pasado. Un matador debe banderillear cuando es capaz de lucirse y hacerlo mejor que su cuadrilla, en caso contrario es mejor que no lo haga. En su descargo cabe decir que ha pechado con el lote peor de la corrida.

Emilio de Justo, lo ha intentado de toda manera posible e imposible en sus dos toros. El último ha sido un animal deslucido y sin posibilidad con el que se ha pegado un arrimón que buscaba justificar su paso por San Isidro, pero no ha habido emoción ni sensación que justificara su manera de estar delante del toro. Además, el tercer toro de la tarde, sin ser un toro fácil y con mucho que torear, le ha dejado en evidencia. Los toros buenos descubren a los malos toreros, y sin ser un toro bueno, y Emilio sin ser un mal torero, podemos decir que el toro ha estado por encima del matador y es posible que Emilio de Justo esté lamentando su actuación con ese toro. Para mí ha estado por debajo de lo que el toro exigía y de lo que el toro merecía.

Se acabó San Isidro 2018 y podemos decir que ha habido a lo largo de la feria toros interesantes. Ninguna corrida ha sido completa, pero el nivel ganadero no ha sido tan malo como en ediciones anteriores. No obstante, a mí se me ha hecho larga, no sé si por la meteorología o por qué. Los toreros pues igual, de todo hay en botica. Ha habido resurrecciones y pases sin pena ni gloria, que cada uno haga su balance.

Yo ya estoy esperando el siguiente San Isidro, espero que con plaza remodelada y con ilusión de que la empresa cuente con los aficionados antes de cerrar los carteles, tanto a nivel torero como a nivel ganadero.

 

Gracias y suerte para todos.