Por Mario Gomez

 

La tarde noche del pasado sábado 12 de agosto, presentaba un más que apetecible plan para los aficionados a los toros. Ante una novillada de Ana Romero, los tres finalistas del Certámen Internacional de Novilladas Nocturnas.

A parte del juego de la novillada y las actuaciones de Atienza, Isiegas y Salenc, los taurinos tenemos que volver a lamentarnos de la desprotección que sufrimos y la exposición que tenemos a ser atacados durante la celebración de festejos taurinos.

 

“La pela es la pela” que dirían algunos, y es la única explicación que encuentro para que algunos medios sigan titulando Salto al ruedo multitudinario en Las Ventas, el mayor en la historia de España”, jactándose en su contenido de lo conseguido por un grupo de personas que vulnerando la ley, y alterando el orden público saltaron al ruedo venteño, no sabemos muy bien si con afán de reivindicar algo, de boicotear la novillada o simplemente de ganarse la minuta y llevar un trozo de pan a casa (acción que me parece muy loable, la de llevar el pan a la mesa; claro).

Que los colectivos antitaurinos reciben millones de € en subvenciones y que la ley ampara sus acciones no es nada nuevo, ni nada que se pueda rebatir, pero el verdadero objeto de discusión, es que deberían hacer las autoridades para que esto no pasase; en Francia, no se les permite acercarse a una distancia menor de 500 metros de los recintos taurinos; desde ahí vociferan, inquinan y muestran sus pancartas (incluso a veces otras cosas…), en España por el contrario, no sólo no delimitamos los espacios donde pueden concentrarse, si no que el hecho de saltar a un ruedo, provocar a los aficionados, (que recordamos que pagan una entrada por asistir a un evento reconocido por la ley como Bien de Interés Cultural, con su consiguiente aporte de impuestos a las arcas del Estdo), les sale totalmente gratis, simplemente se les toma los datos y en escasas horas pueden estar en la calle pensando su nuevo altercado.

Pero mientras que los gobernantes no pongan orden, seguiremos estando expuestos a los deseos y apetencias de estas personas y sus financiadores; así como de aquellos que también subvencionados dan bombo a sus actividades, alentando al odio  y al enfrentamiento, destacando la fechoría de 20 frente a la cabalidad de 7037 (entre hombres, mujeres y niños) que asistían a pasar una tarde de sábado; siendo el cántaro que va a la fuente, el perfecto caldo de cultivo para que cualquier día se de un enfrentamiento que ojalá no debamos lamentar.