Por Alexa Castillo

Sin duda cuando hablamos del toreo en América casi siempre pensamos como una
primera fuente en México, algunos en Perú, y Colombia o Venezuela, pero ha sido
Cuba la cuna del toreo en el Continente Americano.
La primera corrida de toros se dio en 1514 en lo que hoy es la Plaza de Armas de la
actual ciudad de La Habana.
Los primeros toros llegaron a Cuba, no a México y ya en los siglos XVII y XVIII, era
taurinamente el país más importante en las conquistadas tierras.
En el siglo XIX tuvo un auge impresionante y las máximas figuras de España viajaban
por días para presentarse en las diferentes plazas del país, había ebullición por verlos,
una gran afición por parte del pueblo cubano que abarrotaba los tendidos de madera de
los cosos.
Anécdotas importantes se recuerdan, como la muerte de Francisco Arjona “Cúchares”
cuyo mote ha pasado a la historia al dar nombre al arte que tanto nos apasiona, y
quien, según cuentan los diarios cubanos, estaba anunciado en la plaza de la Habana y
al no presentarse, enfureció al cónclave, quien fúrico incendió la plaza a manera de
protesta, ignorando la tragedia de que el torero había fallecido en la pensión en donde
se encontraba hospedado a causa de “Vómito negro”.
Se anunciaron en la Isla los nombres de Mazzantini, Manuel Hermosillo, El Marinero, El
Platero y Guerrita quien únicamente toreó en este país y ningún otro sitio de América,
recibiendo una cornada.
A finales del siglo XIX se dan las últimas corridas de toros a muerte, ya que las fuerzas
de ocupación norteamericana las prohibieron. Hubo muchos intentos por revivirlas pero
fueron frustrados. A mediados del siglo XX se dieron algunas corridas incruentas con
toreros mexicanos pero realmente las páginas de ese libro se dejaron de escribir.
En la fiesta estamos pasando por momentos muy difíciles, una época en la que
recibimos ataques de ambientalistas, radicales y gente que simplemente no piensa
como nosotros, y en ocasiones, hasta de nosotros mismos.
Es así como el matador mexicano en el retiro Rodrigo Galguera y el aficionado Erich
Harsch se embarcaron a buscar todos esos vínculos que se habían perdido con el país
caribeño, ésta vez motivados en un homenaje al maestro Curro Romero padrino de
alternativa del primero, con la finalidad de rescatar la memoria histórica del toreo en
Cuba.
La Habana, a través de la Casa de México, abrió sus puertas a una exposición cultural
taurina que ha sido un verdadero éxito.
La exposición Cuba Brava abrió sus puertas el 7 de julio y estará presente hasta el 30
de agosto en el museo de la casa de México en La Habana.
Es un mérito enorme el revivir algo que estaba perdido. Esto es lo que necesita la
fiesta. Creación, difusión y que la gente que no lo vivió, pueda conocerlo e interesarse.
Sorprendentemente la inauguración de dicha exposición reunió a más de 1500
personas, que ávidas de conocer algo que sólo los abuelos contaban en lejanas
historias, se congregaron para ver los carteles, indumentarias, videos, cine, cuadros,
avíos, trastos de torear, esculturas y todo lo que estos dos personajes pudieron
trasladar a la Isla para mostrar al pueblo Cubano.
Hubo conferencias, ciclo cinematográfico, espectáculo de flamenco, mariachi, un
concierto de coplas y pasodobles a cargo de una Orquesta sinfónica, un convite de la
plaza de Armas de la vieja Habana hasta el recinto y un ambiente grandioso.
Se esperan grandes sorpresas para la clausura del evento.
Cuál es el fin?
Falta mucho por hacer, es un primer paso. Editarán un libro acerca de la historia del
toreo en ese país y se pretende llevar diversos espectáculos. Galguera y Harsch están
esperanzados a que los pueblos taurinos los volteen a ver y se unan a este esfuerzo.
Hay tanto por hacer cuando las voluntades existen y en Cuba la gente quiere conocer y
saber de toros. Una corrida, quizá?
Pensamientos al aire, pero el hecho de que este bello arte pueda manifestarse
culturalmente en un país que está aislado de todo el mundo, y que ha mostrado ese
interés bárbaro, es de lo que deberíamos estar hablando los taurinos del mundo.

 

Por Alexa Castillo