• «Intento pisar todos los terrenos y cada tarde salgo con la ilusión de aprovechar cada oportunidad”.

Llevo siguiendo la carrera de Damián Castaño desde sus inicios y,  a día de hoy puedo decir que está en su mejor momento, conmutando valor, clarividencia, conocimiento y pureza en un mismo toreo. Una evolución memorable que hacen del menor de los Castaño uno de los toreros que apetezca ver la próxima temporada. Tal vez mi afirmación sea excelsa para algunos, pero puedo asegurar sin vacilar que su momento ha llegado.

Una camino difícil al que ha tenido que hacer frente este torero del campo charro. Nadie le ha regalado nada, ni por ser hermano, hijo o sobrino, en ningún momento su vida torero ha transcurrido por el camino fácil. Desde pequeño su vida fue para el toreo “Empecé en este mundo por afición al toro, yo lo tuve claro desde muy joven que quería ser torero, tal vez pudo influir ver a mi hermano ya como torero, pero mi objetivo siempre fue intentar disfrutar esta pasión y llegar a ser un gran torero”.

De novillero llegó a ser una de las figuras del escalafón llegando a triunfar en muchas plazas y apuntando un futuro prometedor. “De novillero llegué a torear en multitud de plazas, y triunfe en muchas de ellas” pero en el mundo taurino para algunos, el futuro es incierto, y Damián Castaño se vio frenado en seco después de tomar la alternativa “Tome la alternativa en Gijón y corte dos orejas, fui uno de los triunfadores de la feria pero sin embargo al año siguiente no me repitieron”, un mundo injusto para los toreros, ganaderos este siglo XXI, donde las quimeras y efemérides no tienen ningún tipo de valor.

Toreros castellano, de valor incalculable, con un concepto muy claro de lo que debe ser su tauromaquia y hasta dónde quiere llegar. El acople en sus talones es fundamental para entender la entrega de Damián y la madurez que ha llegado alcanzar, con una zurda prodigiosa y siempre dando el pecho al astado, pasarse el toro por las femorales casi es una constante. La pureza, verdad y valor como forma de vida, como forma de entregar un sentimiento casi extinto en el mundo del toro, donde pones la igualdad, toro y torero.  “Quiero tener un concepto clásico, donde me gusta llevar muy ligados a los toros, templar, mandar, siempre con la mayor pureza que pueda tener cada muletazo, sin dejarme nada dentro y vaciarme con cada animal”.

Casi 7 temporadas a las espaldas de un torero que reivindica cada tarde una oportunidad en Las Ventas, un sitio en Francia, un hueco en el circuito. Sus contrincantes no le ponen las cosas fáciles, siempre le toca ligar con la más fea, la más brava y con más genio, siempre por sentirse torero, por mejorar, por encontrar ese poso perfecto entre calidad y madurez, pero nunca lo hace por dinero. El encaste minoritario se ha convertido en su adversario. Los Galache, Valdellan, Saltillo, Fraile, Adelaida, Mayoral etc … comparten destino con un diestro que está muy cómodo en la línea roja, y que aprende a base de dureza y hachazos. “Me gusta torear todo tipo de toros, nunca he tenido problema con ningún encaste, cada uno tiene su tipo de lidia e intento sacar lo mejor de cada toro, siempre luciendo su embestida. Intento pisar todos los terrenos y cada tarde salgo con la ilusión de aprovechar cada oportunidad”.

Igual que dicen que la calle es la universidad de la vida, el circuito de corrida duras crean toreros con mucha personalidad y una transparencia increíbles. Comprometido con su profesión, sin volver la cara a los desafíos, su momento ha llegado, y las oportunidades deberían llover desde las plazas que más respeto guardan al toro y que los cánones del toreo se convierten en una idiosincrasia sin parangón. “Mi toreo ha ido evolucionando con el paso de los años, antes tal vez toreaba más para la galería, mi objetivo era cortar orejas, ahora me preocupa más torear bien, dar una buena dimensión, y que sin cortar orejas la gente salga hablando de la faena”.

Unas temporadas de triunfos ante diferentes encastes le abalan como poseedor de una evolución lucida por una sensatez y clarividencia de lo que busca en el toreo. Un torero que se ha encontrado con las musas después de caminar “solo” por el desierto, con el sacrificio que ello  conllevan. Esfuerzo en un día a día en ocasiones incierto pero con un corazón que bombea toda la furia contenida del triunfo en una gran plaza.

No me suelo equivocar con afirmaciones esporádicas, ni me gusta el favoritismo, siempre abogo por la verdad aunque duela, pero si en la dureza de mis palabras encuentro un torero que se merece mi dulzura por su emoción en sus pases en ningún momento negaré eso. Un aire fresco se levanta en el campo charro que puede llevar por muchas plazas su brisa de la verdad en el ruedo.

Por Juanje Herrero