Una temporada acaba y otra empieza, el tiempo pasa, infatigable cual travesía diaria de este a oeste. La temporada 2020 ya está aquí, ha llegado de manera inexorable, furtiva… casi sin avisar.  Uno al final de año, al final de la década, tiene ilusiones, alicientes nuevos que son transmitidos y arraigados por nuestro más profundo ser, pero habrá cambios en esta nueva década, en este nuevo año.

Una temporada 2019 marcada por los triunfos de dos toreros noveles. Pablo Aguado se coronó en Sevilla con los Jandilla y silencio Madrid con Montalvo. David de Miranda fue el humilde que se abrió camino en el circuito, alcanzando la gloria en Madrid con un sexto toro de Juan Pedro Domecq. A los dos todavía les queda un largo camino para convertirse en figuras, aunque el talento lo tienen, pero los dos tienen como tendón de Aquiles la suerte suprema.

También hubo dos gestas reseñables, las que protagonizaron Emilio de Justo y Antonio Ferrera. La de Emilio de Justo fue una apuesta rotunda, por la tauromaquia, por los aficionados, encerrarse con 6 victorinos en Dax, saliendo por la puerta grande, y dejando momentos de auténtica verdad. Faenas de torero macho, puro y con valor seco. Antonio Ferrera protagonizó una encerrona descafeinada, con 6 ganaderías distintas 4 de encaste domecq, la comercial de nuñez, Alcurrucen y la menos complicada de las torista, Adolfo Martín. Faenas con pico, mucho pico de muleta, mostrando una faceta artística carente de pureza y verdad, lo mejor fue, un par de naturales al quinto, el par de banderillas al sexto y un quite con una toalla. Se ganó a Madrid y enajenada la plaza le dio oreja a una faena con pinchazo y bajonazo.

En 2019, contamos por primera vez en la historia de dos indultos de dos míticas ganaderías señeras de la cabaña brava, Miura y Raso de Portillo. Por un lado Escribano indulto un Miura en Utrera, tierra de casta Cabrera por excelencia, y fue allí en su cuna, donde «Tahonero» ese toro negro mulato se ganó su vida. Una faena marcada por la codicia del animal, que tenía bravura y casta en grandes dosis y que se fue creciendo desde el primer puyazo en el caballo. Un Manuel Escribano que estuvo en torero, meciendo las telas con gusto, arte y en ocasiones temple, que volvió a pasar a la historia de la tauromaquia, al ser el único torero en indultar un Miura y un Victorino. También se rozó el éxtasis en Pedrajas de San Esteban, el 1 de septiembre se indultó por primera vez en la historia un novillo del Raso de Portillo, que recibió 5 varas, fue bravo y pidiendo más la muleta, con casta, codicia, entrega, exigencia, trasmisión, de tal forma que dejó en evidencia al novillero Alberto Pozo ante la falta de recursos. Los dos se ganaron la vida con su bravura, y ahora disfrutaran de su premio hasta el fin de sus días.

Asimismo el año 2019 nos puso en el camino dos novilleros de diferentes estilos, uno es corazón y el otro es arte, pero los dos geniales. Francisco Montero y Tomás Rufo fueron los triunfadores del escalafón novilleril, sin torear más de 10 tardes. El novillero de Talavera conquistó Madrid, mientras que el de Chiclana conquistó Arnedo y estuvo muy cerca de conquistar Villaseca. Tienen condiciones, tienen arte, tienen valor, y en su mano tienen ser el futuro de la tauromaquia.

Por último y no menos importante, Paco Ureña conquistó Madrid, sin ninguna faena rotunda, de esas que se recuerdan en el tiempo, pero si con el cariño de un público que se volcó con el después de su vuelta a los ruedos, tras perder un ojo en Albacete. Paco Ureña completo una temporada muy rotunda, con grandes triunfos, y sobre todo sin variar en exceso el toreo que le llevo a ser uno de los ojitos derechos de los aficionados más puristas.

¿Qué sorpresas nos esperan para 2020? No lose, tal vez algún gesto de las figuras al encaste minoritario y a los cánones del toreo.  ¿Quién sabe?

Por  Juanje Herrero