Chicuelo, Juan Mora y Diego Urdiales, deificaron en Madrid faenas que jalonan la evolución del toreo eterno, de su tiempo, hasta hoy.

Hace más de medio siglo residí unos años en Sevilla y entre otros “enemigos” de frontón congenié con “Finito de Triana”, novillero, torero de plata con Litri, Miguelín,  Fuentes, Parada, J. A. Campuzano…y hoy asesor taurino en La Maestranza. Antonio, un romántico, trató de infiltrarme ambientes taurinos y figuras sevillanas.

Uno de los “paseos”, fue por el 1966, lo centró en la Alameda de Hércules. Antes de entrar al histórico parque, final de calle Trajano, estaba la academia de baile “Realito” señalada con precioso azulejo. Techos y paredes tapizados de carteles y fotografías de Manuel Real y  sus alumnos Antonio, Rosario, Carmen Sevilla… Relataba sus éxitos ante los zares rusos o Alfonso XIII, en Inglaterra… tomando cafelito en Las Maravillas, “su casa”. A la derecha de las columnas romanas,  esquina a Barco, la academia de Adelita Domingo, profesora de baile y copla, “la tercera columna de la Alameda”, de la Jurado, la Pantoja, Pastora Soler, Cristina Hoyos, Merche Esmeralda…A dos pasos, en la misma acera, el chalet de Manuel Jiménez “Chicuelo”, torero histórico “de la Alameda” del que todo ignoraba.

La estancia torera, tras reja y jardín, me pareció un palacio. Despacho con muebles señoriales, bellos azulejos y fotografías del maestro y su esposa Dora la Cordobesita,  belleza que protagonizó estampas para Romero de Torres como “Anís La Cordobesa” y “A la espalda de la guitarra”. Gran cupletista que adornaba sus coplas con toreo de salón ensalzando el arte de Joselito y Belmonte.

El maestro “Chicuelo”, menudo y regordete, nos recibió muy amable, como deprimido y con sonrisa entre triste y achinada. Voz profunda y nada infatuado. En la comisura derecha de la boca tenía como huella de cornada.  “¡Qué hace uno de Logroño por Sevilla! De “chiquetiyo” toreé allí una becerrada y me sacaron a hombros. Luego maté cuatro o seis corridas de toros y solo recuerdo una con triunfo grande. Fue antes de la guerra. No siempre se puede estar bien”. En pocos minutos tuvo exquisita cortesía. Conté la visita a Pepe Luis y resaltó haber compartido con el “maestro” pocas corridas y muchas faenas de campería y que de él aprendió a torear pues aportaba “gracia y como facilidad al buen toreo”. Lo tuvo  por genial (“todos venimos de Chicuelo”). Consenso hay en ver reflejos del toreo de capa de “Chicuelo” en Pepe Luis, Pepín Martín Vázquez, Manolo González, Camino, Puerta…

Estaba con el histórico trianero, de la Alameda,  Antonio “El Sevillano”, amigo y admirador  como lo fue Pepe Pinto, gran figura del cante por fandangos  como el tan celebrado: “Porque el lujo te gustaba, tú te echaste a la mala vida. Sin mirar las consecuencias que el vicio te acarreaba”.  Vivió por la zona macarena de calle Arrayán y visitaba la tienda del célebre Antonio Casas que obsequiaba al amigo flamenco con algún retal atrayente que lucía como pañuelo de cuello o americana. En otoño del 67 murió “Chicuelo” con 65 años. De su chalet llegó el féretro a la iglesia de san Andrés y recuerdo entre los testigos a Pepín Martín Vázquez, Manolo González, Ordóñez, Mondeño… ¡Y “mil” coronas en el panteón!

Junto a su casa, esquina a Correduría, el histórico “Siete Puertas” del mismo dueño que la Europa, la Marina o la Venta de Marcelino. Locales de “mala nota” plagados de espectaculares damas de alterne.  A un paso, esquina a calle Delgado, la consulta del otorrino logroñés, amigo y benefactor,  Cándido Montoya en edificio con bello patio andaluz. En la Alameda, jardín público, y alrededores contaban  unas cuarenta casas de citas. Fue una zona plagada de discreto puterío.

Siguiendo la acera de Chicuelo estaba el chalet de Joselito. Cerca de la Pila del Pato, sin pila, donde lucen esculturas de Niña de los Peines, Manolo Caracol y “Chicuelo”. Acabo de visitarles. La Alameda está repleta de bares y terrazas. Los árboles casi tapan al trío. Caracol más que cantar  mendiga y a “Chicuelo” las ramas le tocan la esclavina del capote que borda una chicuelina, etiqueta peculiar de su repertorio.  Añadía “Finito” cómo desviaron el trayecto  de la Macarena, en la “recogía de madrugá”, y  pudo verla Joselito, enfermo, desde el balcón.

El creador del toreo moderno, inspirado en Joselito y precursor de Manolete a quien dio la alternativa, Manuel Jiménez Moreno “Chicuelo” es torero legendario y como olvidado. Salvo por la chicuelina que “creó” para salir de un apuro por el enganchón del capote en la chaquetilla tras un pasaje normal en la lidia. Hay tratados que los centran como  los tres arquitectos del toreo actual.

Una bella edición, con  mil fotos y  300 páginas, abarca del 36 al 96: “El libro de oro de la Maestranza”. Solo en 4 clisés se ve al torero de la Alameda,  nacido en Triana donde reza un azulejo “para hacer más bello el arte de torear”: Doctorando a Manolete, bordando la verónica a pies juntos, en la Maestranza paseando un rabo, con 40 años, y en un palco con “El Gallo” y  Belmonte: Tres figuras  de leyenda.

La faena de “Chicuelo” en Madrid, 1928, a “Corchaíto” de Salustiano Galache, se considera por serios tratadistas como “la más grande del toreo”.  No olvidemos que este sevillano cortó cuatro rabos en Sevilla y una docena en México. Tuvo ángel y duende para conmover por lo bello de su obra peculiar y única y mató 20  corridas de Miura en plazas importantes. Por primera vez se vieron tandas de cinco y seis naturales ligados y limpios. Sueltos los daba cualquiera. De ahí surge el toreo actual, relacionado y circular. De quietud y poco defensivo. Época de buenos toreros y toro fuerte porque ninguno mandaba. Cayeron: Varelito, Sánchez Mejías, Granero, Curro Puya… Tras 4 pinchazos fue premiado Manuel con dos orejas y tomó otro rumbo el toreo con series largas. El público quería quietud y pases ligados. Corchaíto” fue malo en varas, a punto de ser fogueado, y excelente en la muleta. Ya en el desolladero, pidieron sacarlo y se le premió con vuelta al ruedo. Se cumplía el sueño de Joselito que modernizó el toreo empezando por imponer “vistahermosas”.

En Madrid quedó otra fecha y tarde para la eternidad: 7 de octubre de 2018. Diego Urdiales, bajito y corto de brazos como “Chicuelo”, y el toro “Hurón” de Fuente Ymbro dejan la faena de la temporada y de este siglo para el toreo. “Hurón” no lució en varas ni banderillas y en la muleta fue noble, pronto, con clase y compás. Lo mejoró un torero que con valor y técnica derrochó ajuste, talento, imaginación, despaciosidad, iluminación y sensibilidad. Añadamos trincherazos, trincherillas…a pies juntos, a compás abierto, a media altura, rastreando la sarga y el de la firma andando, a media altura o pies juntos sazonando haces de naturales y derechazos.

Hace años que Urdiales imparte clases. En noviembre de 2013 se pudo leer en EL CORREO de La Rioja: “Urdiales es un torero diferente que hace el toreo más puro y más verdad del escalafón. Cada año enseña cómo es el toreo auténtico”.

Completa la terna venteña Juan Mora: octubre de 2010. Se escribió: “Un antes y un después en el toreo moderno”. Torero irregular,  brindó a Barquerito y con 20 muletazos y estocada salió a hombros. Inspirado, natural, improvisando torería, mágico…con un “torrealta”. En Arnedo por el 81, siendo novillero, paró el reloj. Fuera de serie. Lento, en poco espacio, estético…algo para la historia. Con 12 muletazos cortó  2 orejas. “La perfección”, dijo El Tino cuyo hijo, y buen artista Blau Espadas, toreaba esa tarde. Yo… no había visto algo mejor.

“Chicuelo”, algo desparejo e indolente, cambió el toreo y  tuvo sucesión sin relieve. Su hijo Manuel fue banderillero con Ruiz Miguel. Rafael “Chicuelo hijo”, alternativado en Sevilla a final  de los 50 por Antonio Ordóñez, toreó poco en retiradas y apariciones. Torero frágil y en el aire de su padre lamentaba que se perdiera el toreo de embrujo sevillano y chicuelista al retirarse Morante un tiempo: “Cuando se quite ese de La Rioja, dime que torero es capaz de torear con la cintura y con auténtica naturalidad. No veo a nadie, de momento”. En sus 10 últimos años de profesional banderilleó con Arruza, Manili… y la mayoría de ellos auxilió al rejoneador  Javier Buendía. Buen delantero en el frontón jugando a paleta.

El domingo de Resurrección del 68 fui a la Maestranza por ver a Capillé. Abría cartel de cuatro “Rafaelito Chicuelo” y mató 3 toros por cogida de Adolfo Rojas. Zurito cortó la única oreja. A varios les pusieron “las negras” ¡Desastre! Un hijo de Rafael, Manuel Jiménez Amador, toreó en Arnedo mediados los 90. Detalles y corte más cordobés que sevillano. Acabó de subalterno en la cuadrilla de Pepe Luis, hijo.

En Sevilla contaban que Chicuelo, introvertido, se retiró  con 6 millones de pesetas…de entonces. Manolete, después, ganó 200.000 por corrida. Que dejaba los capotes nuevos a los peones para que se los ablandaran y que en una ocasión le dijeron: “¿Por qué habla Ud. tan poco?”. Contestó: “Porque estoy callado” ¡Qué arte!

El pasado año 2019: Ferrera, Miranda, Aguado, Ureña…Iremos viendo. ¡Lo primero es antes!

Pedro Mari Azofra. (A Manuel Jiménez «Chicuelo» en sus 100 años de alternativa)