Una entrada regular, se registró en el coso máximo, en una tarde gélida y lluviosa que a pesar de todo, mantuvo en los tendidos a los verdaderos aficionados que se quedaron indómitos a presenciar un espectáculo digno de tan importante recinto.

Inició el paseíllo minutos después de la hora agendada, ya que, dada la situación climática, el ruedo podía ponerse peligroso para los caballos. Pero hubo un grato acuerdo entre caballeros y salieron a dar la cara y a hacer las delicias del público.

Seguramente mucha gente prefirió hacinarse en sus aposentos y evitar el baño celestial.

Se lidiaron 5 toros de Los Encinos, indignos de esta plaza por su falta de presencia. Algunos con nobleza pero con falta de bravura,  y un sexto de la ganadería de Julio Delgado, que destacó tanto en presencia como en juego, siendo emotivo y bravo.

Sin lugar a dudas era un festejo histórico. Nunca antes en el ruedo de la México se había celebrado una mano a mano, y mucho menos entre la máxima figura de su género y un mexicano, que hoy por hoy está poniendo la bandera muy alta.

Diego Ventura vino a refrendar su lugar dentro de la fiesta. Es sin duda un dechado de virtudes y de capacidades que lo convierten en el rejoneador más destacado del mundo en este momento.

El portugués avecindado en Sevilla ha revolucionado la tauromaquia.

En su primero, un noble, por demás, ha llevado una lidia impecable. Pese a la molesta lluvia que por momentos se entusiasmaba, apretando su flujo y parecía por otros conmoverse y aflojar, Ventura cosió con hilos de seda los pitones a sus estribos, cambiando de pistas en terrenos comprometidos y fusionándose en una tierna caricia. Sus bayos hicieron las delicias de la multitud que sin duda agradeció cada galope de costado, Cada quiebro invertido (a pitón natural) al violín, cada pirueta y esa impoluta doma que lo tiene en el alto del medallero. Acertó con el rejón de muerte y recibió una oreja. “Aparentemente”el toro quedó descordado; aún tengo mis dudas por el sitio de colocación del acero.

Su segundo lo recibió espectacularmente a porta gayola poniendo los pechos del caballo como carnada y cuarteando en la puerta de toriles, una verdadera hazaña que dejó un rejón trasero, mismo que mermó la ya evidente falta de bravura del toro. Poder redactar los momentos cumbres de su actuación es complejo. Los cadenciosos movimientos de las grupas, el vuelo de las colas que van apaciguando los vientos y la precisión en la colocación de las flores, aumentaron las emociones. Hasta que decidió coger la muleta y desde el caballo, realizar la suerte por el lado derecho, cosa que causó el encono del respetable que protestó violentamente. Brindó emotivamente a su compañero de cartel y ahijado de alternativa. Entró a matar apuntando un metisaca que dejó en silencio una afortunada actuación

Pero había que sacarse la espina, y con el quinto recibió con la garrocha, provocando al anovillado astado, que se rehusaba por momentos buscando las tablas y que sin embargo colaboró en el segundo tercio gracias a la gran capacidad del lusitano, de encelarlo. Una sinfonía en Do mayor, en donde las cuerdas elevaron con suavidad la tónica del “Cantino” (cuerda más aguda afinada en Mi) y mantuvieron su armonía en un trémolo detonante que encendió a los parroquianos.

Ya Rubén Darío lo dijo, “no se puede concebir a Alejandro Magno sin Bucéfalo; al Cid sin Babieca; ni puede haber Santiago a pie”. Así, pasa lo mismo con Dólar,  con quien clavo un par a dos manos que encandilaba a las nubes que iban dispersándose, para que resonaran los vítores. La espada jugó una mala pasada y todo quedó en el recuerdo.

Emiliano Gamero ha pasado toda clase de vicisitudes para llegar a este lugar, y es que es un príncipe que no ha tenido corona y que sin embargo ha luchado como los grandes para abrirse paso y conseguir el día de hoy estar anunciado con la gran figura, hecho que no se le ha presentado anteriormente a ningún nacional.

Y sin embargo la lucha sigue latente, ya que entre cercanos a la empresa, corrió el rumor de que el portugués no quiso sortear, escogiendo sus astados para llevar cierta ventaja. Y un aplauso para su “vedor”, ya que denigró la corrida con toros impresentables y que sin duda le fueron contraproducentes a su  propio torero.

Pero volviendo a la historia, Emiliano aunque con grandes carencias que ha tenido que sortear, llegó al coso, nuevamente vestido a la usanza charra, y con la actitud del más completo (quien realiza las 7 suertes reglamentarias).

La lluvia arreciaba, tanto que ya esperábamos el anuncio de la cancelación del festejo, cuando el mexicano salió a clavar el rejón de castigo ante las miradas suspicaces de los espectadores. Como Belerofonte en lomos del equino alado logró dar muerte a la Quimera de múltiples cabezas, el capitalino adornó los lomos como un ramillete de rosas de Castilla. Las suertes variadas y la entrega ante la ira de Zeus por el rapto del Pegaso, le valieron el reconocimiento de la audiencia y tras un rejón contrario, el tribunal negó los trofeos, quedando todo en una vuelta al ruedo.

Aquí apunto el hecho de que evidentemente el juez de plaza no está capacitado para emitir un dictamen en una corrida de rejones, ya que su vara fue muy distinta en primer y segundo toro, cuando los méritos fueron evidentes en ambos. Y si no fuera así, debería la comisión taurina proponer a asesores doctos en la materia y no a banderilleros en el retiro con la frustración del olvido y el protagonismo del momento. Pero tal parece que ni el tal Bandín, ni las autoridades, tienen la competencia para un cargo de tal envergadura.

En su segundo habría de venir el clímax. La danza estilizada de un apasionado tango que nos recuerda los aromas de “El Perfume” y el dramatismo de la negación entre dos almas que luchan por la gloria. Entre el D’ Javu de una noche de desenfreno y la cálida respiración al oído que emite las notas más sensuales, fueron despertando los sentidos hasta llegar a ese momento en que la exaltación generó el estallido de las emociones. Llegando a esos espacios milimétricos que hacen que broten los nervios y tiemblen las manos y en donde surge la magia. “Adame” fue su cómplice en la conquista. Brindó a su padrino de alternativa como correspondencia. Pero a pesar de que hubo emociones a flor de piel a lo largo de la lidia y con este detalle, el final desestimó la batalla, hasta el grado de escuchar un aviso tras una serie de descabellos. Se le fueron dos orejas de mérito.

El que cerró plaza, logró entusiasmar nuevamente a propios y ajenos. Ya que su acometividad era evidente. Sin duda le salió mal la jugada a quien desaprobó a los de Julio Delgado, ya que más hubiera valido una tarde de toros bravos que el esfuerzo de los toreros por tratar de provocar las embestidas de los mansos.

Y lo recibió con la garrocha haciéndose ovacionar para clavar con emoción. Hubo grandes momentos, que pudieron verse opacados por una tremenda distracción del caballero que afortunadamente solo quedó en un susto. Este hecho mermó el ánimo de la gente, a la que Emiliano hubo de volver a conquistar con halagos, con proverbios, jitanjáforas y madrigales, de la lírica a la épica, todos los poemas de su repertorio que convencieron a la parroquia de los méritos del rejoneador. Un remolino de luz destellante, con tintes plateados dejaban las monturas a su paso como la mitológica medusa. Y Emiliano cuál Perseo, liberó al Pegaso matando acertadamente y descargando un golpe de descabello tras el cual recibiera una codiciada oreja.

Falta un largo camino por andar en esta senda oscura que busca la luz del amanecer.

El rejoneo posee muchas virtudes. La elegancia, la belleza, el valor, la nobleza, la disciplina, la entrega. Y son condiciones que no todos aprecian, porque es una fiesta de príncipes, y no todos nacieron para verlo o para serlo.

El arte de Marialva también es un capítulo aparte, y sin duda es mucho más complejo de lo que vemos y creemos. Una fortuna y un acierto de la empresa que brinda a los amantes de los caballos, la posibilidad de apreciar un espectáculo que se vio opacado por la Madre Naturaleza y sus designios, pero que abre hoy las posibilidades a los de a caballo, sometiéndolos además a rebasar los estándares que por años hemos tenido en este país, y que hoy por hoy pesan en un torero vestido de charro que rinde un claro homenaje a don Ponciano Díaz, la gran figura del siglo XIX y el héroe de la patria Emiliano Zapata.

Por Alexa Castillo

El próximo domingo serán Antonio Ferrera, Arturo Macías y Luis David los que partan plaza en la Monumental para despachar un encierro de Villacarmela.