Cada día es mas difícil ser torero. Entre la ausencia de festejos menores y la falta de transmisión generacional de las tradiciones culturales, se ha ido perdiendo la posibilidad de que los jóvenes tengan el ansia de ser toreros.
Estamos en épocas complicadas, divisorias, en donde la falta de cultura y de interés de los gobiernos merman la cantidad de festejos y eso aleja las posibilidades de crecimiento de la Fiesta.
Para los jóvenes es una lucha incansable, entrenar hasta desfallecer para poder pulir una técnica, conseguir llegar a una ganadería con el afán de pegarse las tres en una vaca que probablemente sea la única que vean en mucho tiempo. Tratar de colarse en un cartel en que a veces hay que vender boletos (pagar por torear), y que salga un novillo con pocas condiciones es frustrante, a eso aunado que en muchas ocasiones el público no acude a apoyar a los novilleros y a que hay que conseguir avíos y un traje de luces, pone verdaderamente el hecho de querer ser torero en una hazaña. A partir de aquí queda un largo camino.
Poco a poco se va consiguiendo un sitio, que permitirá poder acercarse a la gloria, pero la falta de oportunidades va quitando del camino a muchos, a veces la falta de valor, se encarga de disminuir la fila de los estetas.
La vida de los toreros es marcada por tres particulares situaciones que pueden engrandecer o mermar las pocas posibilidades que hay de convertirse en figura. Hay pocos que logran sobreponerse a estas tres condiciones y aún así ponerse en el sitio de los que han marcado la historia.
Un gran triunfo, un fracaso o una cornada.
Triunfar es el inicio de la subida a la montaña. No cabe una tarde, tienen que ser las más. Y ahí es donde se demuestra la raza, la convicción y el talento.
Un fracaso. Cuántas veces hemos visto perderse a toreros que apuntaban a ser el ídolo de las multitudes? Cuántos toreros no vimos en los cuernos de la luna y hoy están en el olvido?
Y una cornada? Son las que más quitan a los toreros de su afán. Podríamos mencionar muchas, pero nos enfocaremos en un caso particular
Todos hemos visto las imágenes tan impactantes de lo sucedido la tarde del sábado 21 de octubre en la ciudad de Aguascalientes en la corrida a beneficio de los damnificados de los temblores en la República Mexicana, y son verdaderamente dramáticas. Igualmente hemos visto lo que sucedió después y es lo que nos atañe.
Arturo Macías «El Cejas» ha sido un torero muy importante en México, sin duda alguna ha escalado cada piedra de esa montaña con pasos firmes. Ha templado las embestidas de la vida con valentía pues ha pasado por esas tres vertientes del toreo con mucha fuerza y aún se encuentra en pie.
He escuchado a mucha gente hablar de inconsciencia, de negligencia y muchas otras tonterías que definitivamente no tienen nada que ver con lo que paso en la Monumental ese día.
Es un milagro que tres trayectorias en una cornada en el cuello, no hayan acabado con la vida del hidrocálido, es increíble que no hayan perforado la traquea, la tiroides, las venas y arterias que ahí se encuentran, nervios, cuerdas vocales, en fin. Y sin embargo es evidente que Arturo se ahogaba con la sangre, que no podía respirar y esos minutos deben haber sido de los mas desesperantes de su vida. Aún así, momentos después salió como si hubiese sido un rasguño en el meñique a demostrar quién es, qué quiere, a dónde va y de qué está hecho.
Lo hemos visto como a pocos, decidido a ser figura. A recuperar el sitio que algún día tuvo.
Con todo respeto, «lo que haz hecho borró por completo cualquier otro resultado en el festejo».
Macías ha recibido múltiples cornadas, muchas incluso de mayor gravedad, pero esto, es de reconocerle el mérito más grande que puede haber.
Entrega, afición, ganas de ser, virtud, cualidad, valía, hombría, coraje, arrojo, capacidad, son sinónimos de lo que dejó esa tarde en el ruedo, de lo que hace que el mundo taurino se vuelque, de que un torero se convierte en héroe, en alguien que va mas allá de las capacidades que tenemos los demás seres humanos.
Arturo posee lo ya dicho antes, pero además una gran personalidad, carisma, profundidad, hondura y calidad. No es la primera vez que sale a matar a sus enemigos herido. Lo hemos visto muchas tardes con las carnes abiertas salir a continuar con su actuación sin mirarse la ropa o querer aprovecharse del momento, Porqué? Porque si se va a morir de una cornada, tiene que ser en el ruedo, no en la enfermería y eso pocos lo hacen. Así vimos esta temporada a su gran amigo Paco Ureña, que sin duda es un parteaguas en esta historia.
Hay que ser torero en esencia, en verdad y en pundonor. Entregar el alma a lo que se quiere, poner todo, el corazón, la vida misma, el espíritu lo que sea necesario para sobresalir en esta carrera tan difícil.
Son momentos que llenan luz y de esperanza a quienes amamos la fiesta. Nos devuelven a un torero que va a ser sin duda mucho mas grande de lo que ya es, que lo van a encumbrar porque lo que él merece es mucho más de lo que ha recibido hasta el momento, porque se ha justificado tarde a tarde y hoy es una real promesa.
Ojalá las empresas en España volteen a ver a este hombre, que sin duda es una muestra al mundo de lo que es
ser TORERO
Gracias Arturo!!!!
 Por Alexa Castillo