Por Alexa Castillo

Fotos Fernando Moreno

Grato es poder presenciar una verdadera corrida de toros en una Monumental, y fue lo que pudimos vivir esta tarde en Apizaco, en la reinauguración de la Monumental Rodolfo Rodríguez “El Pana”.

Mas de cuatro años de cuidados minuciosos, de dedicación  y gentileza en todo lo que envuelva el hábitat del toro, son entre otras cosas cuatro años de la vida de una persona dispuesta  a poner su nombre en el cartel para que ese día llegue el soñado triunfo y consagración de sus ejemplares, pero a veces, lamentablemente es en vano. Y en esta ocasión el ganadero Enrique Fraga, matador de toros y rejoneador en el retiro, fue quien tuvo en turno enviar su ganado al coso tlaxcalteca, en el que 4 de los astados no pusieron en alto el nombre de su dehesa, uno se dejó a secas y  el segundo de rejones recibió el arrastre lento.

En general fueron disparejos en presentación aunque todos con la edad y el trapío esperado.

Los arreglos a  la plaza fueron evidentes y aunque algunas gotas nos cayeron y el aire sopló intensamente generando un gélido frío,  el tiempo permitió que la corrida transcurriera sin incidentes climáticos.

No cabe duda que el rejoneador Andy Cartagena pasa por uno de los mejores momentos de su carrera. Hace apenas una semana de su debut en México y ya está apuntalando.  Vistió a la usanza española de verde botella en terciopelo.

Su primer toro poco colaboró a la actuación del Alicantino, quien sin embargo calentó los tendidos con su sapiencia y alegría motivando al publico tanto en las banderillas como con sus habilidades ecuestres. Cuando el agua brota surgen los manantiales como el arte de este rejoneador. Fallo en el rejon de muerte le impide pasear una oreja.

Pero vendría lo mejor  en el cuarto de la tarde. Un toro jabonero muy distinto a sus hermanos en presentación y juego, que templaba las embestidas como brisa veraniega que acaricia las olas y lleva la esencia de la piel de una mujer.  Una comunión perfecta entre caballo, toro y torero que detonó la emoción del cónclave que jaleaba como en una armonía de voces las excelsitudes del benidormense. Como claveles en el morrillo del de Fraga florecían las banderillas adornando cada espacio como un ramo de novia. Montar a caballo ya es en sí un arte, pero cuando la belleza tan grande se une al talento nato emerge el centauro unido en uno solo, conjunción idónea de la que emerge la pureza y que transmite sensaciones inexplicables.  Así fue la tarde de Cartagena, quien cuál espada forjada con el aliento de un dragón, culminó ipso facto con la vida de su enemigo, que mas bien amigo, le permitió el merecido corte de dos orejas, convirtiéndose en el triunfador indiscutible del festejo!

Rafael Ortega de blanco y oro con cabos negros y con golpes en negro, tuvo una gris tarde. El torero de la tierra había estado alejado de los ruedos por un largo tiempo y no cabe la menor duda de que éste, no perdona.  Hay quien dice que los toreros se forjan en el campo, pero para mi entender es la plaza la que da el sitio, pues tienes un compromiso con cada una de las personas que se dan cita y pagan un boleto y es ahí donde todas las condiciones se ponen a prueba.

Quizá seamos muy insistentes en comentar que todo torero va con la voluntad de salir triunfante de la plaza, pero es que ese es el punto clave. Todos, en cualquier actividad que realicemos queremos prosperar y el caso de un torero es mucho mas marcado y ese fue el caso de Rafael Ortega esta tarde.  Las condiciones del ganado no eran las mas propicias y aunque el clima nos respetó, si hubo momentos incómodos para el de Tlaxcala, que decidió abreviar en ambos astados, poniendo mucho de su parte para tratar de agradar, al punto que hubiera petición de oreja tras su labor en el quinto. Pero no llegó  a tocar ese fondo en el corazón de los presentes, que lo esperaban ansiosos.

Simplemente no fue su tarde.

Todo quedó en cerrada ovación luego que el juez considerara muy baja la estocada del diestro.

Arturo Macías “El Cejas” de catafalco y azabache con golpes en plata está sin duda dando mucho de que hablar.

En cualquier profesión la decisión puede cambiar todas las adversidades. En el toreo depende muchas veces de la materia prima, su majestad el Toro. Y esta tarde Macías se encontró con el peor lote del encierro y tuvo que remar en contra de la corriente. Se sobrepuso a un primer ejemplar con un peligro sordo y surgió ese Arturo, que cuál el afamado Rey de la mesa redonda, no cedió ni un ápice en la batalla. Buscó con sabiduría e intuición dominar a la fiera para crear esos mágicos momentos en que su muleta era el lienzo de un Murillo. Pese a que tuviera fallos con el descabello,  hubo fuerte petición de oreja que quedó únicamente en un saludo cálido en el tercio.

Y saldría el último de la tarde, que desde su salida ya denotaba malas ideas y al que le plantó cara por gaoneras en que el toro hizo por él. Hoy había mucho peligro, y eso se percibía en los tendidos, donde el público, al borde de su asiento vivió momentos  dramáticos.

Cuando se tiene compromiso con una profesión como el toreo, se es capaz de dejar la vida en el ruedo, y es la cualidad de poder resolver los inconvenientes, la que puede combinar armoniosamente el  mérito y esa forma creativa de transmitir hasta generar sentimientos y emociones a flor de piel.

Los ríos fluyen reposadamente por los senderos trazados, buscando liberarse, pero al verse obstaculizados buscan como salir a flote abriéndose paso hacia lugares en muchos casos riesgosos y causando cambios y estragos.

Ese fue el Cejas la tarde de hoy, que  fue tallando poco a poco una madera anudada hasta conseguir moldear una perfecta escultura. Lamentablemente la luz se apagó como una vela cuando hubo un largo suspenso con la espada corta.

Salió entre ovaciones.

Un detalle a resaltar, el hidrocálido Macías brindó su primer toro al cielo,  a su mentor y amigo Rodolfo Rodríguez “El Pana” acaecido hace poco mas de un año, oriundo de Apizaco, y uno de los mas queridos toreros de la tierra, con un puro en la montera, cortesía que fue muy agradecida por el respetable.

Un cuarto de plaza solamente, y volvemos a insistir. Tenemos que acudir a las plazas. Necesitamos la presencia de la afición y lograr que nuevas generaciones se interesen en nuestra amada fiesta.

Hoy pudimos ver un espectáculo grandioso, con faenas muy variadas, con el encanto de un caballero en plaza, y un torero que busca regresar a la cima que ya le perteneció y que seguramente en un breve intervalo de tiempo volverá a alcanzar en las filas del arte del toreo.