Está claro que las nocturnas los jueves no han sido mala idea, aumentando en casi 400 personas el público que acudió. El cartel formado por Plaza 1 puede ser uno de los más interesantes del verano, tanto por ganadería (los torrestrellas de Fernando Peña) como por novilleros: «El Chorlo» (de  verde manzana y oro), Antonio Grande (de marino y oro) y Borja Ximelis (de sangre de toro y oro en terciopelo).

El enlotado de los animales mejor no pudo ser, quedando tres lotes parejos en tipo y comportamiento: uno primero de toros más estándar, bravos pero sin destacar en exceso; el segundo de novillos bravos de verdad, poderosos y exigentes y el tercero de los peores, sosos y sin fuerzas.

«El Chorlo» estuvo firme y muy torero con su primero, dando excelentes pases en las dos primeras tandas con la derecha. Pinchó la oreja con la espada. Por otro lado, el novillo, colaboró con casta y fuerza, empujando en defensa contra el peto y codicioso en la muleta. Palmas.

Similar fue sus segundo, esta vez empujando mejor en el peto, pero con un defecto de vista que le hacía no ver de cerca, palmas. Con este estuvo «El Chorlo» mejor incluso, ya que le tuvo que sacar los pases a pulso y en batalla completa durante toda la faena. De nuevo pinchó el premio con una estocada rinconera. Saludos en ambos toros.

Antonio Grande, por unas o por otras no dio ni una, toreando ambos toros a trompicones, fuera de sitio y de formas muy vastas. Incomprensiblemente saludó en el tercio con su primero y palmas en el segundo. Tuvo el lote de la tarde, con dos toros muy bravos, en el caballo y en la faena, derrochando casta, codicia y un poco de peligro que denota su origen Torrestrella. Destacó más el segundo, por espectacular en varas y entregándose más. División de opiniones al segundo y ovación al quinto.

Finalmente, Borja Ximelis, estuvo que no estuvo (como se suele decir coloquialmente). Desaperecida técnica la de este novillero que más que citar con los trastos se los lanzaba al animal, quedando pases muy deslucidos de capote y secos en la muleta. Dos silencios cosechó. También es cierto que tuvo el peor lote, con un tercer toro demasiado noble y soso, con el que había que entregarse y ponerlo todo el matador (silencio al animal) y un sexto colorado ojinegro que se cayó hasta 7 veces durante su tiempo en el ruedo. Silencio. Se puso la gente en contra, con toda la razón del mundo, ante la negativa del presidente de devolver al animal. Se le debía estar haciendo tarde…

Para repetir Fernando Peña, con una novillada excelente y deseando que «El Chorlo» entre en la final del certamen, que realmente se lo merece.

Por Quesillo