Anda que han tardado en saltar los inconformistas al enterarse de que Morante estará cuatro tardes, cuatro, en el abono sevillano. Que en parte les entiendo, que tal y como se plantea la cosa, puede resultar un poco atosigante, no digo yo que no. Es como si así, ¡plas! De repente, nos ponen un pedazo de carne de tres cuartos en el plato, sin pasar, sin sazonar y sin más alegría que unos cantares de fondo. Pero, ¿y si se lo ponen a usted pasado por la parrilla, al punto que a usted le guste? Así, sazonado al gusto, con unas patatas fritas, crujientes, de acompañamiento, unos pimientitos verdes frititos y una salsa de roquefort, si le apetece, todo aligerado con un vino tinto con gusto a terciopelo y un pan crujiente que te hace ver amanecer.

Pues bien, no vean a Morante como el tranco de carne a pelo, como se lo ponen a los leones en el zoo y piensen en la guarnición que sigue. De primeras, en lugar de acautelarse con las ganaderías de siempre, imaginen que lo hace con la de Miura, pues él es torero de categoría, saber y dominio contrastado, ¿no? Para no cansar y para evitar que al maestro le dé un algo malo, otra tarde podría anunciarse con una de Torrestrella, que pueden tener su cosita, pero también pueden entregarse si las cosas se les hacen bien, ¿no creen? Sigamos con otra que no apriete demasiado, que no asuste nada más ver a sus pupilos, ¿Jandilla? Que no me vayan a decir ahora que esto son fieras corruptas. Y para cerrar lo contundente del menú, una de Parladé. Que no se puede ser más benévolo, que hay dos de carril, una de geniecillo y lo de Miura, que ya me dirán ustedes.

 

Ahora bien, ahora queda lo de las patatas, los pimientos, el vino, los acompañantes. Que no puede ser siempre patatas con patatas y más patatas, pongámosle un poquito de salsa a todo esto. ¿Y si le variamos los compañeros? La de Miura con un Pepe Moral y Octavio Chacón, ya iría bien, ¿no? Luego, la de Torrestrella, pues con Urdiales, por poner un ejemplo y, dependiendo de su estado, Paco Ureña. ¿A que se le empieza a hacer corto lo de las cuatro tardes? Y para las otras dos, ¿por qué no repetir a estos compañeros de dos tardes, que el roce hace el cariño y lo mismo el señor Morante hasta se siente cómodo con ellos a su lado. Que el problema no es la repetición, la cuestión es lo que se repite y se repite, que como decía aquel, si el filetón no te gusta así, pues empáñalo.

Que ustedes pensarán que esa botella de tinto aterciopelado me la he trincado yo solito sin ayuda de nadie y que para que todo esto pudiera medio suceder tendrían que haberse trasegado una entera el propio Morante, la empresa de Sevilla y todos los maestrantes en comandita. Que quizá a esta fiesta le falte eso, un pelín de aliciente de salsa, al roquefort o chimichurri, algo que dé aliciente a todo esto, que aporte un mínimo de incertidumbre de poder hacer que surja la sorpresa y entonces, cuándo se empezaran a escuchar esos rumores de tres o cuatro tardes de fulanito o menganito, o esto mismo del torero de la Puebla, igual diríamos todo convencidos eso de que las cuatro tardes de Morante, pocas me parecen.

 

Enrique Martín

Toros Grada Seis