Otra cosa no, pero no se puede decir que los aficionados a los toros no estemos entretenidos, si se puede considerar entretenimiento el que la camisa no nos llegue al cuerpo. Que como dirían nuestras abuelas, ya no te puedes fiar de nadie. Empezamos con los resultados de los análisis de una corrida del Vellosino, en el que varias reses dieron positivo por afeitado, curiosamente una tarde en la que se anunciaron con este hierro el señor Ponce y el señor López, Ponce y Juli, para los amigos. Que quizá parezca cosa menor, si pedimos opinión a los taurinos, a esos que integran esa turbia nebulosa que maneja la fiesta. Que ahora va y resulta que el maestro supremo del toreo, el diestro de Chiva, y el poder torero encarnado en el niño prodigio de Velilla de San Antonio, se anuncian con toros desmochados. Podrá haber sanciones, inhabilitaciones o castigos al rincón de pensar, pero el daño que esto causa en la fiesta no hay pócima mágica que lo arregle. Es continuar en ese lodazal en que han convertido esto, en el que los supuestos mandones, las figuras,  siguen evidenciando una ya insoportable desvergüenza, siempre con la inestimable colaboración de ganaderos y empresarios. El fraude, la trampa y la mentira se han convertido en tónica habitual en los toros.

 

Por otro lado, por si aún no se habían repuesto de esto de desmochar borregos, nos encontramos con que el señor Morante se adhiere a un partido político erigiéndose en salvador de la fiesta, casi en el único e indiscutible adalid del toreo, auspiciado por las promesas de dicha agrupación para secundar los deseos del de la Puebla. O sea, que ahora no solo tenemos que aguantar que empresarios y medios de comunicación le jaleen sus majaderías a Morante de la puebla, sino que hay quién piensa ponerlo en práctica en caso de tocar poder. ¿Significa esto que se va a institucionalizar oficialmente el medio toro? ¿Será que se atenderá ese cada vez más presente deseo de que el reglamento taurino deje de reglamentar para atender los caprichos de estos que se autodenominan artistas? ¿Llegó la hora de fuera limitaciones al arte, de faenas sin tiempo, de torillos sin límite por abajo, de no picar si así les parece, que ni asome el penco en el ruedo, de presidentes que no presidan? En definitiva, que todo transcurra según los caprichos y ventoleras de los maestros, que así se levanten, así actuarán; y a callar, que por algo son maestros. Para que luego digan que algún partido se va a interesar por esto de los toros de forma desinteresada.

 

Y para rematar, para que no falten sobresaltos de ningún color, nos sale una señora ministra del Gobierno de España” la de Transición Ecológica, y nos suelta que ella prohibiría los toros y la caza, que los animales le gustan vivos. Pues claro que sí, por eso los aficionados a los toros se preocupan tanto al escuchar dependiendo qué cosas, porque les gusta admirar al toro de lidia primero en las dehesas, tal y como vivieron sus antepasados desde hace milenios, para luego mostrar su grandeza en el ruedo. Quizá la señora ministra en su empeño por esa transición no habrá caído en que en nuestros días y en nuestro país, los animales no pueden vivir en la naturaleza tal y como sucedía en los albores del Cuaternario. Si acaso se puede intentar reproducir aquellas mismas condiciones, pero no sin gran dificultad, pues ya ve, eso es lo que intentan los criadores de bravo y siempre les sale una señora ministra que intenta poner palos en las ruedas de la tauromaquia. Que no digo yo que los ignorantes seamos los demás, esos que no entendemos lo de Transición ecológica. ¿Transición Ecológica de la naturaleza, de los ecosistemas a un estadio de desnaturalización absoluta? ¿Vamos a un alicatado del campo, a enmoquetar las dehesas, a urbanizar el monte? ¿Quizá a humanizar el reino animal? Pues ya le digo yo que no, que lo de Hakuna Matata no lo cantan las criaturas irracionales. Que como ñoñería es ideal, pero la realidad es otra cosa. Una realidad que no se puede manejar caprichosamente, por mucho que usted y alguna cabeza iluminada pretenda que no se coja el toro por los cuernos, que no se maten dos pájaros de un tiro o vaya usted a saber. Que ya puestos, evitemos lo del rábano por las hojas, lo de entre col y col lechuga. Pero sobre todo evitemos la estupidez, pero mientras los aficionados a los toros no podrán abandonar este estado de permanente intranquilidad, teniendo que soportar casi a diario estos continuos sobresaltos multicolores.

 

Enrique Martín

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