Fue por el año 1926, más o menos, cuando el sueño ganadero de D. Manuel Arranz empezó a tomar forma cuando compró vacas de encaste Martínez,  y sementales de Antonio Pérez de San Fernando, puro Parladé.  Una temporadas más tarde le añadió un semental de Graciliano de nombre “Filibustero” que fue un toro extraordinario, merecedor de grandes adjetivos en la época.

En el año 1967 muere D. Manuel Arranz, y pasa a hacerse cargo sus 8 hijos, entre ellos la madre del actual propietario Fernando Madrazo Arranz. En 1976  con la muerte de la segunda esposa de D. Manuel la ganadería fue vendida prácticamente en su totalidad a Ramón Sánchez Recio, y 50 vacas elegidas al periodista Alfonso Navalón. En el año 1993 el actual propietario y nieto del fundador de la ganadería retoma el legado familiar, comprando 30 vacas a Alfonso Navalón y un semental que le regalo Ramón Sánchez Recio. En siguientes temporadas añadió sementales de origen Graciliano, vía Juan Luis Fraile y Pilar Población.

El Gustal de Campocerrado es un símbolo ganadero del campo Charro, situada en Martin de Yeltes, es un estandarte que representa fehacientemente el sentimiento del encaste minoritario. Para muchos su nombre inspira miedo, bravura, exigencia, temperamento, pero sobre todo emoción. Unas características que hace de la fiesta un marco incomparable de sentimientos.

Esta joya genética que significa el encaste Arranz esta cada día mas maltratada por un sistema injusto y partidista. Unas 47 vacas de vientre y 2 sementales son los responsables directos de preservar el encaste familiar. El romanticismo en la finca “Campocerrado” se palpa en el ambiente. Entre sus cercados, sus pastos, sus encinas, se respira un sentimiento de recuerdos, de glorias pasadas, de añoranza. El compromiso es total, aún a sabiendas que el reto es difícil, por eso le da más valor si cabe a esta ganadería, guardiana de un encaste único, el de su familia.

Una selección rigurosa, exigente, que permite solo aprobar algo excepcional. Un mínimo de 5 puyazos, donde se valora la alegría en el galope de las eralas. La fuerza, transmisión, codicia y clase se busca en la muleta, para que la emoción empape los tendidos. Para la temporada 2020 cuenta con 12 erales que esperan destino en el campo, de poco sirve ya criar toros. Hace poco, en Paredes de Nava una extraordinaria novillada paseo el nombre de la ganadería en boca de muchos aficionados.

Mucha afición la que exuda  este ganadero, porque hay que tener afición y grandes dosis de valor para afrontar el esfuerzo de sacar adelante una ganadería de encaste propio. La perseverancia se entremezcla con nostalgia de tiempos pasados, pero algún día, tal vez, la diversidad invadan las ferias, para que los modestos también puedan exponer en la plaza su producto. Ellos, los ganaderos de encaste minoritario no son solo los propietarios de algo único, sino que también salvaguardan los últimos reductos de bravura.

Por Juanje Herrero

Fotografía José Porcar