Una entrada muy “regular” registró ayer la Plaza de toros México en lo que fue el arranque de la segunda parte de la temporada taurina 2018-2019

Tarde fría en que se lidiaron toros bien presentados de la ganadería de Fernando de la Mora que dejaron mucho que desear siendo algunos sosos, otros también descastados, un manso perdido y todos rajados, aunque a un par de ellos lo salvó la nobleza y el recorrido, pero es una verdadera pena ver cómo es evidente que la bravura está desapareciendo cada día a pasos más agigantados.

Sebastián Castella sin duda es un gran torero y ha demostrado a lo largo de muchos años, su capacidad y torería, eso a pesar de que su presencia no llame la atención del público, ni llene los tendidos de las plazas en las que se presenta.

Con su primero, y a base de su conocimiento logró muletazos de valía, templando a su enemigo y dejando destellos de su calidad. Mal con la espada.

Al segundo, ni mencionarlo, semejante sosería no es digna ni de tomarse en cuenta. Una madera humedecida que de ningún modo puede encender. Tal cual!

Se decidió a regalar un séptimo, mismo que tuvo cierta calidad, aunque buscaba la manera de huir de su destino a cada muletazo. Pero logró que esa chispa fuera poco a poco encendiendo la fogata para que el público pudiera encender las emociones, las sensaciones y los sentidos. Y así fue que por ambos lados logró coronarse, con esa maestría rítmica que tuvo un enorme eco en los tendidos que lo jalearon con fuerza. El toro, completamente rajado fue llevado a los medios en donde se complicaba para matarlo y a final de cuentas una estocada caída malogró su labor. Dio una vuelta con fuerza.

Octavio García “El Payo” reaparecía de la segunda cornada de esta misma temporada. A lo largo de la semana en las redes sociales la gente externaba su molestia por la inclusión del Queretano en esta corrida, ya que ha habido algunos colegas que han cortado apéndices y con sendas actuaciones que no se tomaron en cuenta para finiquitar los carteles de esta segunda parte del serial.

Pero llegó para quedarse. Desde que se abrió de capa fue acariciando con los vuelos del capote al toro, para seducirlo y como un hechicero, embeberlo en su labor y generar una danza armoniosa, profunda, sentida, clásica , donde prevaleció el arte por sobre cualquier otra cosa. Y es que el de “Fernando de la Mora” tenía lo suyo, pese a que para la mitad de la faena ya buscaba las tablas desesperadamente, lo cual aprovechó el torero, dejando la muleta en la cara y envolviéndolo en su propio juego de caricias sublevando los sentidos de la afición, y la entrega no demoró en hacerse presente. Lástima que no llegara a la cima de su objetivo por la espada. Sin duda lo más trascendente de esta fría tarde lo plasmaron las manos del “Payo”

Su segundo paso desapercibido, sin más ni más. Pero se había quedado con la espina clavada en el pecho y había que sacarla de algún modo y fue como anunció un regalo apenas pudo percibir que su segundo no daba para más.

Y estuvo, con una voluntad encarecida, buscando por todos sitios la posibilidad de encontrar los eslabones para armar el enlace que une la piezas fundidas en una escultura. Pero tristemente la materia prima no tuvo la calidad suficiente para la creación y se deslavó dejando al diestro solo con la intención.

Juan Pablo Sánchez lamentablemente se topó con lo más malo del encierro. El primero con el que no hubo amalgama al resultar un toro deslucido a más no poder, le pegó algunos muletazos de valía pero poco había en el tintero así que mantenía la esperanza de que saliera algún bobalicón por la puerta en sexto turno y sin embargo salió un homenaje a la vergüenza, un toro que debía haber sido devuelto, desde la salida atisbando su mansedumbre y mostrando ante el caballo que no merecía el nombre de toro bravo. Había que perseguirlo para pegarle un pase, y Juan Pablo al ver la molestia de la gente y la definitiva y clara falta de casta, decidió deshacerse del marrajo.

Escuchó un aviso y tibias palmas

 

Por Alexa Castillo