Hay días en que uno debería de quedarse acostado en casa y no ejercer ninguna actividad, pero del ramo que fuere. Y ese fue el caso de Pablo Aguado el pasado domingo en La México. Las musas no le visitaron y, como digo, fracasó con estrépito. Es cierto que, al ver cómo le trató la crítica a nuestro compatriota, uno siente mucha pena al respecto pero, tras ver las imágenes no queda otra opción que rendirnos ante la evidencia de lo que resultó ser su fatal actuación que, con toritos sin malas intenciones pero sin el comportamiento aborregado que Aguado necesita, su toreo no llegó a ningún lado.

Hay que analizar con detalle la carrera de Pablo Agudo para que nadie se confunda. El diestro sevillano se encontró, de la noche a la mañana, de ser un diestro anónimo a que todo el mundo le rindiera pleitesía y, ese plato es difícil de digerir aunque parezca muy sencillo. De repente, a un chaval que no es nadie en el toreo le llueven cánticos de alabanza por doquier y, hasta él mismo se creyó lo que no era posible. Fijémonos si se lo creyó que, el pasado domingo, cuando debutó en La México, hasta se saltó a la torera toda norma y no se destocó en el paseíllo, una falta de rigor y respeto para con la tauromaquia que, al final, lo pagó caro en su arrogancia.

Previamente a Sevilla, le vimos el domingo de Pascua en Madrid y fracasó con más estrépito que en La México. Es cierto que en las Ventas se enfrentó a una auténtica y complicada corrida de toros que, como digo, no le aportó gloria alguna; es más, voló varias veces por los aires porque su técnica era nula. Pocos días después llegó la apoteosis de Sevilla y cambió de pronto el panorama. Digamos que, tras aquel tratado de torear bonito, mira tú por donde, los empresarios empezaron a contratarle, incluso a equipararle con Morante y, el sueño se hizo realidad. Su conquista alcanzó tales dimensiones que, durante toda la temporada solo ha matado toros del mono encaste consabido.

Nadie podrá negarle a Pablo Aguado que sea portador de un duende muy especial, incluso se le puede comparar con Morante y no fallamos, la prueba es que este año han toreado juntos varias veces y Aguado salió triunfador. Pero no debemos de voltear tanto las campanas en su honor puesto que, llega el caso de México y ahí se nos derrumban todas las ilusiones.

Al igual que está tocado por la varita mágica del arte, su técnica es nula y si tuviera que competir en los ruedos con López Chaves, Octavio Chacón, Emilio de Justo, con toreros que suelen matar el toro auténtico, Pablo Aguado se nos desinflaba en un abrir y cerrar de ojos. No tiene fuelle para dichas corridas y, su suerte, como se ha comprobado, no ha sido otra que gracias a su ángel del que es portador, las empresas le incluyen en las corridas de las figuras y en las mismas, Aguado es uno más; qué digo uno más, es el rey.

Fracasó Aguado en La México, como lo hiciera en Madrid en la corrida que he aludido. Si sale un toro que le presenta problemas no es capaz de solventar ninguno, la prueba es que carente de esa técnica fundamental para ser torero, este año ha sufrido varias cogidas que, como se sabe, las figuras no las sufren. Es cierto que allí en México, concretamente en Juriquilla, con esos toritos apropiados para la nada, Aguado se hizo el amo. Luego llegó a Aguascalientes y todo se vino abajo, hasta le echaron un toro al corral. En Lima, en su plaza de Acho tampoco ha dicho nada; pero es que nunca dirá nada si no sale el burro de carril.

Los medios de comunicación en México le hicieron mucho daño porque fue recibido en olor de multitud; vamos que, poco menos que rememoraba a Manolete cuando se presentó en el país azteca y, todo era mentira. Presentaron a Pablo Aguado en México como si fuera el mesías prometido y, de repente, las realidad les demostró que es un torero especial si, pero con el toro chico y moribundo. Siendo así, al final todo se queda en una declaración de intenciones puesto que, de todos es sabido que cuando salga el toro, retira para siempre a su lidiador que este caso se llama Pablo Aguado.

Claro que, sabedores de todo lo que sabemos, los taurinos ya se encargarán de que Pablo Aguado lidie solamente el encaste Domecq que, ahí están todas las “garantías” para el éxito, de forma muy concreta para los que son figuras del toreo y a Pablo Aguado, de la noche a la mañana le incluyeron en esa lista de privilegiados. Si no nos importa el toro, con Pablo Aguado tenemos un motivo para admirarle; por el contrario, si el toro es la base de la fiesta, Pablo Aguado no sirve ni para peana de la misma. Y eso es lo que le pasó en La México.

En la imagen, Pablo Aguado confirmando su alternativa en La México