Muchas veces tengo la sensación de que, nuestros lectores, dada la filosofía de nuestro portal, están ávidos de “sangre”, sencillamente porque lo que aquí encuentran no lo ven en ningún lado, algo que comprendo perfectamente. Claro que, seamos lógicos y sinceros y convengamos que no todo es un estercolero puesto que, dentro del mundo de los toros también existen gentes maravillosas que, en muchas ocasiones debemos de ponderar y ensalzar, sencillamente porque destacan por encima de toda la basura que a diario encontramos en nuestro camino.

La tarea es dura pero merece la pena. Cierto es que nadie hace sangre por el hecho de hacer daño, todo lo contrario. Lo que pretendemos es que tomen lección aquellos que confunden la gimnasia con la magnesia, es decir, los golfos de turno que se creen por encima del bien y del mal. No pretendemos encandilar a nuestros lectores con noticias falsas o denuncias inexistentes porque, como se comprueba, a diario, lo que decimos lo sustentamos con las pruebas y, por encima de todo, con nuestra verdad.

Reiteramos que, nuestras críticas jamás están revestidas de odio ni maldad, todo lo contrario, pretendemos que sean lecciones para que el colectivo de los aficionados no sea vilipendiado como en tantas ocasiones ocurre. Cierto es que, si alguien quiere tildar nuestras críticas como el hecho de “vender” sangre para deleite de los aficionados, está en su perfecto derecho. Convengamos que el colectivo de aficionados que acuden a una plaza de toros es tan pobre como los que votamos en política puesto que, al ser colectivos, todo el mundo nos desprecia y nadie nos atiende.

Siempre dije que el cliente de los taurinos es un ser indefenso al que se le puede engañar tarde tras tarde y, como única solución lo único que tiene derecho es a no asistir más a los toros, algo que han hecho miles de personas, pero nada más. En cualquier negocio, el que fuere, el cliente tiene el rango de “su majestad el cliente” mientras que, en el mundo de los toros, al cliente se le trata como si fuera subnormal y, a sabiendas de que jamás protestará, por ahí llegan los desacatos como los de la foto que mostramos que, más elocuencia no cabe ante la golfería taurina.

Cierto es que, los aficionados, sabedores de tener la guerra perdida, como algo muy lógico, se aferran a que haya medios como el nuestro en que tengamos el valor y la decencia de denunciar los atropellos que cada día se cometen. Sin duda, tarea nada grata pero que hace falta como el sol que nos ilumina. Es tristísimo comprobar la indefensión del aficionado a los toros que, de forma anónima paga, se sienta en el tendido al tiempo que, los organizadores les miran como si fueran cucarachas a las que nadie debe de cuidar.

Recordemos que, los aficionados somos de carne y hueso, estamos civilizados, hacemos un gran esfuerzo por comprar la entrada, muchos sabemos la gran realidad de lo que en el ruedo ocurre y, aquello de que nos traten como retrasados mentales, sinceramente, produce escozor en el alma. Todo lo dicho es una verdad incuestionable pero, como se comprueba, los taurinos, con las lógicas excepciones solo respetan a la plaza de Madrid que, por su seriedad, como se ha demostrado no han podido jamás hincarle el diente de sus corruptelas. ¿Qué pasa? Se montan el resto de las ferias de España y, salvo Pamplona, Azpeitia, un poco Bilbao y pare usted de contar, lo demás son todo pantomimas.

Cierto es que, pese a todo, en algunas ferias en las que se lidia el burro fofo para deleite de las figuras, todavía tienen cabida las ganaderías legendarias de Miura, Victorino, Murteira, Adolfo, Valdellán y otras estirpes de lujo en el que el toro sigue siendo el protagonista, algo que logro salvarnos de la barbarie que supone el engaño y fraude de ese toro adormilado sin apenas pitones en los que las figuras hacen su agosto.

La foto que mostramos viene siendo muy habitual cuando lidian las figuras del toreo, razón por la que muchos aficionados, como decíamos, están ávidos de sangre.