Aunque parezca que la feria de Madrid ya queda lejos  y en plena ebullición de Pamplona donde el toro sigue siendo el rey, seguro que todos recordaremos cosas positivas de la misma que, en honor a la verdad, las hubo, como las negativas que, para desdicha de algunos, ellos mismos se firmaron el certificado de defunción taurina. Recordar al toro, como tal, es siempre una garantía de que algo bello ha ocurrido en la plaza y, evocar la figura de “carasucia” no es ninguna tontería ni muchos menos algo baladí.

Ahora podemos darle muchas lecturas al comportamiento de dicho toro que, nos gustó a todos; lo peor de la cuestión es cuando un toro logra eclipsar al torero y que la plaza entera se decante a favor del toro. ¿Qué pasó? Esa es la gran pregunta que, sin duda alguna, su lidiador, Cristian Escribano, se hará mientras viva y, en honor a la verdad, el chico estuvo valiente y decidido, nada que objetarle; pero eso no tiene nada que ver para que, de vez en cuando, un toro se “vaya” sin torear, algo que perciben los aficionados, razón por la que se decantaron a favor del toro.

No vamos hacer leña del árbol caído porque eso es una aberración. Contando la verdad ya estamos a salvo. Carasucia tenía más motor que un Boeing 407 y, por regla general desbordó a su lidiador pero, ¿qué hubiera pasado con ese toro si cae en las manos de un diestro experto, vamos, de lo que conocemos como figuras? Nunca tendremos respuesta para dicha pregunta pero, de poder “rebobinar” y poner delante de dicho animal a la gran mayoría de los toreros, barrunto que se le podía haber ido el toro a cualquiera de ellos. ¿Por qué la inmensa nómina de los toreros no quiere nadie este tipo de ganaderías como lo de Santa Coloma? Evita la ocasión y evitarás el peligro, un dicho que se lo aplican como nadie puesto que, ese tipo de toros puede encumbrarte, pero a su vez arruinarte por completo, lo que les pasaría a muchísimos diestros; todo son presagios, juicios de valor al respecto porque eso no lo podremos saber, pero sí sabemos que todos huyen despavoridos ante ganaderías como la de Valdellán porque ahí hay mucho que torear.

Como fuere, ese toro enigmático vivirá para siempre en nuestra mente porque, a fin de cuentas es lo que pretendemos los aficionados, que salga un toro de verdad y, como era nuestro sueño, un lidiador auténtico, un torero cabal con el suficiente corazón como para soportar aquellos envites tremendos. Fue un gran toro que, como sabemos, cayó en las manos de un torero humilde que, si se me apura, bastante hizo el chico con lo poco que torea. Claro que, los aficionados, tras pagar su entrada no pueden vivir de sensiblerías ante tal o cual diestro puesto que la gente paga por ver un espectáculo lo más grandioso posible.

En aquella tarde, mal que nos pese a todos, el gran espectáculo lo dio el toro, algo que le debemos de agradecer al ganadero puesto que, un toro de semejante calibre imagino que alimentará el alma del más exigente de los ganaderos. Lo ideal, claro que sí, hubiera sido ver al torero, su lidiador, salir por la puerta grande en honor de multitud. No pudo ser y nos tenemos que conformar con el recuerdo de un toro bravísimo que, sin duda alguna, hubiera puesto contra las cuerdas al escalafón entero. Tampoco vamos a ponernos intransigentes puesto que, el día que Victorino Martín indultó a Belador en Madrid, Ortega Cano hizo un ridículo mayúsculo como lidiador.

Es penoso que, casi siempre se cumpla el maldito axioma que nos recuerdo aquello: “Cuando hay toros no hay toreros y viceversa” Y eso pasó en semejante fecha como, a su vez, algunas tardes hubieron toreros de los que torean en todas las  ferias con todos adecuados para el triunfo, nada que ver con “carasucia” y, los desaprovecharon por completo, caso de López Simón que se dejó sin torear la mayoría de los animales que le cupieron en suerte y, aquello sí que fue suerte porque sus enemigos querían auparle al triunfo por las connotaciones que tenían de bravura y bondad, pero el madrileño no fue capaz.

La pregunta sería la que sigue: ¿Qué sería más grave el mal rato que pasó Cristian Escribano junto a “Carasucia” que, como el mundo sabe, tenía mucho que torear o, por el contrario, que se le fueran a López Simón aquellos toros de lujo que le tocaron? Que responda el que sepa puesto que la pregunta tiene su misterio.