Por mucho que insistamos en que la fiesta de los toros necesita un cambio radical y urgente, los taurinos siguen empecinados en hacer siempre lo mismo que, seguramente, ante los hechos, será porque les va bien. Por supuesto que están en su sagrado derecho de hacer lo que les venga en gana pero, más tarde, que no se queje nadie; es decir, si ven los tendidos resplandecientes de cemento, de ello no tenemos la culpa nosotros, los que pagamos las localidades.

Empieza Castellón que ya conocemos sus carteles y, lo que se dice novedad no hemos visto ninguna. Más de lo mismo que es lo más grave que nos pueda suceder. Salvo la corrida de Adolfo Martín que, como se sabe, se lidia por aquello de salvaguardar un poco la esencia del toro y dar oportunidad a distintos chavales, el resto, es decir, la totalidad de la feria viene orquestada por la rama Domecq, lo cual nos hace sospechar que ya podemos escribir las crónicas antes de que se celebren los festejos.

Es cierto que el público que acude a las ferias es santo hasta el límite de los altares porque, un día sí y otro también, la cantinela nos la sabemos de memoria. Nada nuevo bajo el sol. Pero es lo que tenemos y, lo peor es que nadie se rasgará las vestiduras con dichos carteles que, todo el mundo los ensalza como si hubiera reaparecido José Tomás con una de Miura y, la cosa queda muy lejos. Es decir, es tanto el fervor con el que se trata a las figuras que, en este caso los aficionados de Castellón, hasta creen que no existen otras ganaderías que las citadas del encaste Domecq.

¿Quién torea en dicha feria? Buena pregunta para ser contestada. Los de siempre, hombre. Sobran todas las demás preguntas. Como dije miles de veces, tenemos la fiesta de los toreros y sus ganaderías predilectas y, en el otro extremo, la gran Fiesta de los Toros. ¿Qué parte de misterio tiene la feria de Castellón, por citarla como primera de la temporada? ¡Ninguno! Como decía, ya sabemos el resultado antes de que empiece el ciclo ferial. A poco que los matadores acierten con la espada, ya tienen las orejas en la mano y, si se me apura un poco, hasta el rabo que, como diría Amancio Amaro, hasta el rabo todo es toro.

Les daré un adelanto de dicha feria. Todas las corridas que lidiarán las figuras, sus toros saldrán desvalidos, es decir, sin apenas fuerzas, no se picarán y, con semejantes bicornes los diestros aparentarán un valor que no tienen pero que, dichos animalitos les permitirán lucir sus mejores galas. Como decía, se cortarán muchas orejas a poco que acierten con la espada, habrá varias salidas en hombros y, el triunfalismo será la norma de dicha feria.

Ahora, las ferias, y Castellón no “podía” ser una excepción, se basan todas en la estética cuando, como se sabe, lo que engrandece a la fiesta de los toros no es otra cosa que la épica, la que produce esa emoción indescifrable cuando un torero se está enfrentando a un toro auténtico; esa es la épica que todos soñamos, en el peor de los casos los que amamos los ancestros de esta fiesta singular que debería de tener como auténtico protagonista al toro. No existe nada más triste en el mundo que ver lidiar un toro sin palpar el menor peligro para su lidiador.

¿Todavía quedan dudas al respecto del por qué los aficionados desertaron de la plaza de Bilbao? Y otras muchas, esa es la pura verdad. La falta de integridad en el toro es el determinante para que, los aficionados, poco a poco, vayan huyendo de los recintos taurinos, algo que a los empresarios parece que les preocupa muy poco porque, como se sabe, menos gente, menos dinero para los toreros porque, la empresa siempre gana; es como las casas de apuestas que siempre ganan, aunque haya pobres de espíritu que crear ver en dicho asunto el remedio para sus males. En los toros ocurre siempre lo mismo, el ganador, los empresarios porque basta con restregarles por la cara a los diestros que no han “traído” gente, con semejante argumento queda todo arreglado. Entre unos y otros están matando la fiesta y, mientras eso ocurre, usted y yo comprando la entrada para ver la parodia.

En la imagen, el valeroso torero de Castellón que matará los toros de Adolfo Martín en su  tierra.