A veces, las criaturas mortales equivocamos nuestra profesión puesto que, dejándonos llevar por la pasión, ejercemos menesteres  a los que no hemos sido llamados, es el caso de Francisco Rivera Ordóñez que, pese a no ser llamado por el Altísimo para que ejerciera como torero, gracias al nombre que ostenta toreó lo que quiso y en todas las plazas del mundo. Es cierto que el pobre no ha dejado estela en lado alguno, pero es la realidad de lo que ha sido su vida en los ruedos. Suerte que tengas que el saber poco te vale porque Rivera era un torero vulgar hasta decir basta pero, los hados de la fortuna le permitieron exhibirse por todos los ruedos en el mundo.

Alejado de los ruedos, Rivera, se dedicó a sus negocios que son varios lo que viene a demostrar que de tonto tiene lo que yo de comunista. No es menos cierto que, como torero, el hombre soñaba con ser empresario de una plaza de toros y, la que más a mano encontró por las connotaciones familiares que le antecedían, no era otra que Ronda. Otro dato que viene a demostrar que el Paquirri actual es más listo que el hambre. Como empresario sabía este hombre que, en Ronda es donde mayor número de bobos se concentran por metro cuadrado, un dato relevante que le ha favorecido como a ningún otro empresario. Claro que, si lo que hace en Ronda, por ejemplo, lo hiciera en Estepona, plaza cercana a la citada, lo molían a pedradas.

Cualquier empresario, a la hora de montar un cartel o una feria, casi siempre tiene que hacer encaje de bolillos que, para colmo, más tarde, pasa como en Bilbao, que no va gente a los toros. En Ronda no, allí todo es distinto; ni importan los toreros, ni los toros, ni el mismo empresario; se trata de un marco especialísimo que, los ricos del lugar pagan fortunas por aquello de hacerse la foto en dicha plaza y junto a los toreros. Recordemos que en Ronda, la media por entrada es de cien euros, una fortuna comparado con cualquier otra plaza del mundo. Rivera, que sabía todo lo que he dicho, no dudó en esgrimir sus armas para que la Maestranza rondeña le eligiera como empresario. ¿Resultado final? Un éxito de clamor. Seguramente será Ronda la única plaza del mundo en que se ha colgado el no hay billetes en esta temporada, lo que demuestra que el número de tontos es infinito.

Convengamos que, por ejemplo, Joxín Iriarte, como empresario de Azpeitia tiene que cuidar muchísimo el toro a lidiar, de lo contrario se lo dejarían solo, de ahí las dificultades de las que yo hablaba de cualquier empresario a la hora de montar sus carteles. O sea que, lo que es primordial en cualquier plaza, en Ronda es apenas una anécdota que, para nuestra desdicha, nos lo mostró la televisión que, en un caso como el citado, debería de estar prohibida; vamos, ahí es donde ha errado Rivera porque yo soy el empresario de Ronda y en la plaza no entra ni un teléfono con el que hacer una foto al bochornoso espectáculo. Pero como en algo tenía que fallar este individuo, su error fue dejar que filmaran la parodia. En honor a la verdad, tampoco importa mucho porque año tras año se repite el vergonzante espectáculo y, los señoritos pudientes, por aquello de sacarse la foto en dicha plaza, siguen asistiendo al bodrio. ¿No sería más práctico que todos fuéramos tan tontos como los que acuden a Ronda y todos seríamos más felices?

Como no podía ser de otro modo, se lidiaron seis animalitos de Juan Pedro que, los pobres estaban enfermos desde que salieron de la ganadería porque semejante juego es imposible que lo pueda dar un toro de lidia, por muy borrico que sea, y los de Juan Pedro lo son en grado sumo.

El escarnio más grande de la temporada ha tenido lugar en Ronda y, como no podía ser de otro modo participó Morante que, en dicha burla fue auténtico protagonista. Y todavía quedan memos que critican lo que sucede en otros pueblos de España respecto a las corridas de toros. Vamos que, comparado lo de Ronda con lo de Barcarrota, en la ciudad cacereña en que se indultó hasta un toro y, según lo visto, en dicha plaza se lidiaron auténticos toros. Como decía, temporada tras temporada, en Ronda se repite la burla pero, para colmo, están todos contentos. Eso sí, cuando la fiesta de los toros ya no exista en ninguna parte del suelo patrio, en Ronda se seguirán juntando todos los vanidosos del planeta, adinerados por cierto, para seguir enriqueciendo a los protagonistas de la pantomima y, por supuesto, al señor empresario que lo organiza.

Pablo Aguado, que acompañó a Morante en el esperpento ya tiene dones de figura porque, dicho sea de paso, tal fanfarria no se le ofrecen al primero que pase por la calle. Cómo sería todo que, tras el fiasco de los animalitos de Juan Pedro, tenían como sobrero un becerrote de Garcigrande que Morante le regaló al compañero Aguado que le dio fiesta. Es triste que, Pablo Aguado, un gran artista donde los haya, de la noche a la mañana sea comparsa de algo que huele a fraude por todas las esquinas. Como quiera que dinero todo lo pudra, Aguado ya ha entrado en ese círculo podrido en el que todo vale. Que tenga mucha suerte Pablo Aguado y, ante todo, que vaya con cuidado con Morante que, si le da el brote esquizofrénico, que no le pase nada ni a él ni a los que encuentre en su camino.

Observemos las caras de los protagonistas, sobran las palabras.