La fiesta de los toros ha llegado a un nivel tan bajo que, de pronto ya podríamos atribuirle la célebre frase que ahora explicaré. Ea, maestro…degenerando.

El autor de la frase no era otro que Joaquín Martínez, a la sazón banderillero de Juan Belmonte que, una vez retirado le dio la vena de la política, como igualmente le sucediera a Luis Mazzantini que nada tendría de malo si se hiciera como Dios manda. Enterado Juan Belmonte por las andanzas en el mundo de la política por parte de Joaquín Martínez, un buen día, ya retirados, coincidieron ambos en La Maestranza y departieron una tarde de toros juntos, como habían hecho cientos de veces, pero en esta ocasión como espectadores.

Juan Belmonte se moría por la curiosidad por saber el motivo por el cual Martínez se había adentrado en la política, algo que el trianero veía como muy raro y, de repente, como el que no quiere la cosa, Belmonte le preguntó a Joaquín:

-Oye, Joaquín, ¿cómo has llegado al mundo de la política para ser gobernador de Huelva?

Y el banderillero que tenía más gracia que el propio Joaquín, el jugador del Betis le respondió a su maestro de forma lacónica, pero a su vez, muy expresiva:

-Ea, maestro, degenerando…….

Tiene gracia la expresión del banderillero pero, tantos años atrás, su axioma nos viene a demostrar la auténtica realidad que ahora sufrimos en la política porque, lo que se dice degenerar, ello es una constante entre gran parte de nuestros políticos. La prueba no es otra que hoy dicen blanco, mañana negro y todo lo justifican al día siguiente, siempre, en detrimento de los intereses de los españoles que les han votado.

No sé exactamente en qué consistiría el grado de degeneración que aupó a Joaquín Martínez para ostentar el cargo de Gobernador, pero sí sé que, en la actualidad, por parte de las fuerzas de izquierdas, se llega a lo más alto mediante la mentira, la falsedad, la ruindad y la peor de las mezquindades y, lo triste de la cuestión es que, al igual que le sucediera al banderillero hace ahora cien años, su axioma es de una verdad que aplasta.

Como la historia nos ha contado, Joaquín Martínez no fue un mal político puesto que, en Huelva, por aquellos años, como Gobernador, como reza la historia, consiguió cosas extraordinarias para su capital y todos los onubenses. No es mala cosa que, como nos narra la leyenda, el que fuera un sencillo –o grande, según se mire- banderillero de la máxima figura de la torería de por aquel entonces, se dedicara a la política por aquello de hacer el bien a sus conciudadanos.

Recordémosle al mundo que, aquella máxima de entrar en política para hacer el bien, eso ya es pura historia puesto que, si analizamos a nuestros políticos de izquierdas, lo de hacer el bien no saben de qué se trata porque, como dije miles de veces, ¿qué autoridad o bondad puede tener un sujeto que ha llegado a la presidencia del gobierno mintiendo, falseando, engañando y pactando con todos aquellos que quieren destruir España? Si esa es su forma de hacer política que Dios nos pille confesados.

Me moriré sin llegar a entender los motivos por los cuales la izquierda en sus variantes ramas solo pretende destruir y prohibir. A las pruebas me remito. Pensábamos que el ínclito Zapatero era el peor del mundo –que lo era- y su homónimo Sánchez le ha superado. A fin de cuentas, si lo analizamos en profundidad, yo diría que Zapatero el pobre era retrasado mental porque afirmaba que España estaba jugando en la Champions de la economía mundial y, tres segundos más tarde se consumó la hecatombe. Es decir, se destapó el “pastel”, pudimos ver la realidad de nuestro país y, gracias a la política de aquel nefasto personaje que ya atentaba contra la fiesta de los toros, logró que millones de personas lo perdieran todo, que miles de empresas cerraran, que cientos de miles de autónomos se quedaran sin pan y sin vivienda. Eso sí, en su descargo convengamos que tardó ocho años en lograr el holocausto.

Ese mismo Zapatero que denigró la vida de millones de españoles, varios años más tarde sigue siendo el peor reptil que tiene España puesto que, se trata del único individuo en el mundo que, junto al indeseable de Pablo Iglesias, sigue defendiendo la dictadura del criminal Maduro, aduciendo que Venezuela es una democracia. ¿Se puede ser más desalmado que el citado Zapatero?

Al sujeto que ahora nos ha caído encima que, para mayor desvergüenza sostiene que solo ha acatado el mandato de las urnas, hay que tener la cara más dura que el cemento armado puesto que, de lo contrario, jamás diría semejante barrabasada. Es cierto que en España, a la hora del voto, hay muchos enfermos que le votaron pero, ¿tantos? No, por Dios; tantos no existen. ¿Qué hacer? Lo que ha hecho el personaje, buscar apoyos en toda la basura que existe dentro del mundo de la política y, degenerando, en menos de un año nos llevará al precipicio. ¿Lo duda alguien? Ya os enteraréis antes de que llegue la próxima Navidad.

Muchos de los que le votasteis maldeciréis aquel momento fatídico donde muchos no coordinaron adecuadamente pero, lamentablemente ya será tarde. Dentro de poco los que le votaron –y los que no lo hicimos- todos comeremos excrementos y, lo que es más grave, suplicaremos que haya para todos. Eso sí, mientras todos nos moriremos de hambre y desdicha, los indeseables que nos gobiernan ellos seguirán viviendo como reyes. Por cierto, hablando de reyes, ¿adivináis cuánto tiempo le queda de ser Rey a nuestro monarca? Atentos a la jugada que, el drama puede ser de época.

En la imagen, El Gallo con Juan Belmonte, el que fuera jefe de filas de Joaquín Martínez, el banderillero que se adentró en el mundo de la política.