La feria de Madrid podría tener mucha lectura o, si se me apura, ninguna, depende de cada quién y cada cual. Pero no es menos cierto que tiene muchos matices. Ante todo, dicho en cristiano es una feria barata en el conjunto de la misma. Barata para el empresario que, de forma sagaz, ha sido capaz de confeccionar unos carteles con poquito dinero puesto que, como sabemos, salvo El Juli, Roca Rey, Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera, Diego Urdiales al que sospecho que le darán lo que le pertenece y muy poquitos más, el resto irán con el sueldo, más o menos digno, pero un sueldo a fin de cuentas.

Es verdad que debemos de mirar la confección de la feria con los ojos de Madrid, es decir, con sus aficionados que, la gran mayoría de los carteles han sido aplaudidos por los aficionados venteños que, muy alejados del glamur y el clavel, lo que prefieren es ver torear y, a ser posible –que lo será- con un toro de verdad. Si miramos los carteles con los ojos de un aficionado de Almería, apaga y vámonos; no irían ni los familiares de los diestros a los toros. Pero hablamos de Madrid y eso son siempre palabras mayores.

Puede haber sorpresas y deseamos que las haya. Si ya el pasado año Emilio de Justo y Octavio Chacón fueron los artífices de las sorpresas que aludo, alabado sea Dios. Carteles al margen, Madrid es grande, que se lo digan a los dos diestros que termino de mencionar que, hace un rato estaban sentados en el portal de sus casas y, gracias a Madrid están en muchas ferias de España y Francia y, como primer sueño, verse anunciados tres tardes en las feria de San Isidro, vamos que todavía no se lo creen.

Que nadie lo dude pero este año habrá revulsivo en los carteles. Yo puesto por Pablo Aguado y Juan Ortega que, entre otros, tienen cualidades más que suficientes para encandilar al público de Madrid, por ende, a sus aficionados más exigentes. Pero mi apuesta está clarísima porque ambos diestros poseen el don, la gracia que Dios les ha dado que, valor, técnica la precisa, ostentan el galardón de estar tocados por la mano de Dios, todo un milagro cuando se habla de arte.

Poco que decir de El Juli que, acudiendo a la feria como salvador de la misma, dudo que haga nada extraordinario porque con los toros de la rama Domecq, será difícil que encandile a nadie; eso sí, se llevará una fortuna mientras que la mayoría de los diestros irán por lo comido y servido. Me gusta la apuesta de Curro Díaz enfrentándose con los toros de Baltasar Ibán que, a poco que le ayuden puede dar otro aldabonazo de época en el ruedo de Madrid. En su otra comparecencia le han endilgado los toros de Zalduendo, lo que no quiere nadie de las figuras porque saben que dicha ganadería es pura basura. Quisiera equivocarme, pero Curro Díaz debe de apostar por la ganadería emblemática de Ibán porque en la otra no tendrá opción alguna.

Me encanta la apuesta que ha hecho Simón Casas por Diego Urdiales que, dejándole el año pasado fuera de la feria isidril, tuvo que ser en Otoño cuando el riojano, muleta en mano y con gritos desgarradores dijo en Madrid quién es y a qué acudía. Tres orejas con muchísima fuerza y Madrid rendido a sus pies. O sea que, el pasado año, Urdiales no valía un pimiento para la empresa y, en esta ocasión, tres tardes le esperan. En el peor de los casos se le ha tributado justicia que, en los toros, hablar de ello son palabras mayores.

Ha quedado fuera de los carteles algunos mexicanos singulares puesto que se han pasado el invierno triunfando en el país azteca y no se les ha reconocido, caso de Arturo Macías, Sergio Flores, David Silveti y quizás alguno más. Acuden los Adame que son dos chavales apasionados pero que poco más tienen que ofrecer. Pero barrunto que los hermanos Adame tienen padrinos, razón por la que se les ha “bautizado” en Madrid.

Y cuidado que está en los carteles un colombiano muy especial llamado Sebastián Ritter que, si le ayudara un toro daría una dimensión genial como torero. Fijémonos que, el pasado año, en la corrida de Saltillo, con dos toros imposibles, mientras pudo, en los momentos en que los toros le dejaron que fueron muy poquitos, evidenció un sabor muy especial; no es nada habitual que podamos ver torear como lo hace Ritter, a fe que un toro le ayude y nos deje en buen lugar. Entre las ausencias, estimo que Diego Carretero hubiera jugado un gran papel en dicha feria puesto que debería de haber confirmado su alternativa puesto que, el pasado año, en Alicante, Albacete y Hellín, en sus tres comparecencias salió en hombros por la puerta grande. Por tanto, tiene derecho a confirmar en Madrid, sus éxitos le avalan.

Si se me apura, se trata de la feria de las oportunidades porque muchos diestros de los que figuran en los carteles, de no ser por Madrid no les veríamos en lado alguno. Para ellos seguro que es la feria perfecta, como lo sería para todos si las entradas se pagaran con relación al artista de turno; es decir, es un acto bárbaro, todo un dislate que, el aficionado tenga que pagar el mismo dinero por ver a Ritter que a El Juli. ¿Cabe desdicha mayor?

Pla Ventura