Sin duda alguna para cualquier profano que tenga el gusto de escuchar la palabra de Simón Casas, irremediablemente queda atrapado en sus redes; es como cuando escuchamos a Jorge Valdano respecto al fútbol; ambos personajes son pura leyenda cada cual en su menester. Pero como quiera que ahora nos ocupamos de los toros, es por ello que quiero analizar con detalle la palabra de Simón que, entre otras muchas cosas enfatizó dándole las gracias a El Juli por su participación en la feria de San Isidro.

Dicho así todo parece normal y, repito, para cualquier profano la actitud de El Juli y la sagacidad de Simón Casas, todo ello huele a la más bella de las hazañas, es decir, un logro sin precedentes. Claro que, para los que sabemos que un toro tiene dos pitones, a nosotros ya es más difícil de convencernos. Seguro estoy que, el otro día, en la gala que Simón montó al respecto de los carteles isidriles, hasta el Rey Emérito se tragó el anzuelo de El Juli y toda la parafernalia que Simón vendió.

Visto lo dicho, por favor, cualquiera está en su derecho a pensar que lo que dijo Casas es una puesta en escena al más puro estilo Valle Inclán. Recapitulemos. El Juli dijo no al bombo porque eso no le hacía gracia alguna. Es decir, al igual que Manzanares y Morante se rajó, sencillamente porque eso de asumir riesgos es muy delicado y mucho más si se trata de Madrid. Está clarísimo que la negativa de El Juli era de puro manifiesto para no acudir a Madrid y, de la noche a la mañana, Simón Casas, una vez más, saca el conejo de la chistera y todo el mundo se lo cree. Ya está El Juli en San Isidro.

Analizado todo lo que puede escuchar no me queda más remedio que pensar mal y, como dice el refrán, piensa mal y acertarás. ¿Quién me dice a mí que Casas no le dijo a El Juli que no se presentara al bombo para hacer el montaje que se ha hecho? Pero si está clarísimo: El Juli no quería saber nada de Madrid y, de repente, como si todo fuera magia pura, Simón Casas habla de la generosidad de El Juli al aceptar el reto de acudir a Las Ventas por su feria de mayo.

Me tendrá que perdonar El Juli y, a su vez, Simón Casas, pero no me creo nada de lo que vi. Es más, todo eso no es serio, pero de ninguna manera. Me parece más “honrado” lo de Morante y Manzanares que, dejándose una fortuna por ganar por aquello de no acudir a Madrid han sido más coherentes; cuando menos no se han prestado a juego alguno.

Cierto y verdad que El Juli, como era de esperar, se llevará una fortuna por sus dos tardes, algo que barrunto que estaba todo pactado antes del bombo y por supuesto de la gala en cuestión. Para el taurinismo, Simón Casas ha sacado otra vez el conejo de su chistera, pero si analizamos en profundidad veremos que todo ha sido una puesta en escena.

Lo de El Juli y la puesta en escena de Casas hubiera tenido un sentido válido si el diestro se hubiera anunciado en dos auténticas corridas de toros; pero no, como siempre, El Juli acude a Madrid en dos corridas de las llamadas comerciales con el signo Domecq para que no haya sobresalto alguno; es decir, la parodia de siempre, pero ahora corregida y aumentada por las connotaciones de lo que ha sido la contratación de ese hombre que, aparentemente, por lo que dice su cara, suele estar siempre enojado hasta con la propia vida.

No sé si se venderán más abonos en Madrid por aquello de que esté El Juli, barrunto que no; El Juli es un torero con nombre, negarlo sería una villanía, pero sin él la feria se hubiera celebrado de igual modo; Morante y Manzanares, toreros mucho más añorados que El Juli no acudirán a dicha cita y, repito, la feria de celebrará de igual modo.

Lo dicho, si los profanos escuchan el sermón de Simón Casas, todos, sin remisión, quedan anonadados por la belleza de sus palabras y, sin duda, por su declaración de intenciones, pero una cosa es predicar y la otra dar trigo.

Pla Ventura