En estos tiempos de desdicha y desolación que estamos viviendo por culpa de la pandemia sufrida que, en realidad, no es otra cosa que una maldición divina para que la humanidad tome debida nota, recluidos en casa, en esa cárcel amorosa que es nuestro hogar, no nos queda otra opción que tirar de recuerdos, de anécdotas que en su día fueron celebradísimas, de memoria en todos los órdenes para que, tanto el narrador como el lector, para todos la vida sea más llevadera.

Uno, que para dicha personal ha vivido muchísimo, para mi suerte, en mi caso, ya puedo contar tantísimas cosas que se agolpan en mi mente que, en definitiva, no dejan de ser curiosas por la cantidad de datos que nos revelan. Por ejemplo, muchos aficionados de mi edad, con toda seguridad pensarán que, Francisco Ruíz Miguel acudió a la feria de Abril del año 1971 por méritos propios que, en realidad, ya los tenía; pero no, entró en dicha feria para matar la corrida de Miura puesto que, el torero de la Isla se había doctorado en el 1969 en Barcelona.

¿Por qué entró Ruíz Miguel en dicha feria y en el citado año? Aquí viene el quid de la cuestión puesto que, la corrida de Miura, entre otros tenía contratado a José Martínez Limeño, a la sazón, el último gran triunfador de Sevilla de los tres últimos años antes de llegar a dicha fecha. ¿Qué pasó? Sencillamente que Limeño se vio traicionado por todo el mundo en aquella feria en la corrida que precedió a la de Miura. En dicha tarde, José Martínez Limeño no era consciente del fraude que se había cometido contra él hasta que empezaron a salir los toros por chiqueros. Para su estupefacción, Limeño comprobó que salieron cuatro toros bondadosos para El Cordobés y Palomo puesto que, en realidad, aquel día no se hizo sorteo alguno. Las figuras eligieron los toros que les dio la gana, compraron a la misma cuadrilla de Limeño para que sus banderilleros no le dijeran nada al matador, todo ello, mientras la empresa Pagés se lavaba las manos.

Aquella misma noche José Martínez Limeño, con apenas treinta años anunciaba su retirada al ver que su carrera y su categoría como torero eran ninguneadas por completo por parte de todos los que le rodeaban. O sea que, en aquellos años setenta ya se producían situaciones macabras contra los diestros que mejor toreaban y, como se sabe, Limeño era todo un artista que, a su vez, la vida le obligó a ser un diestro poderoso puesto que, los tres años que resultó triunfador absoluto de la feria de Sevilla lo hizo con los toros de Miura.

Nos quejamos de las injusticias de ahora y, para desdicha de los toreros, iniquidades las ha habido toda la vida puesto que, es difícil de comprender que, Limeño, con cuatro salidas por la Puerta del Príncipe en Sevilla y con toros de Miura, amén de la que había logrado antes en Las Ventas, que todo eso no tuviera la más mínima recompensa es para ponernos a llorar, razón por la que el diestro de Sanlúcar de Barrameda decidió retirarse harto de puñaladas traperas por la espalda

Y, como explico, por culpa de aquella desdicha le llegó a gloria a Paco Ruíz Miguel que, por supuesto, la empresa no había contado con él pese al gran triunfo que tuvo el año de su alternativa y el siguiente, amén de otros festejos que toreó seguidamente pero que, como se sabe, no tuvieron calado para la empresa que hizo oídos sordos ante sus triunfos para ningunearle por completo. Pero por esos lances del destino que en ocasiones llevan a la miseria a algunos toreros para que, otros, sin saber las razones, se encuentren en el patio de cuadrillas como le sucedió a Paco Ruíz Miguel en Sevilla aquel año de 1971 y frente a los toros de Miura. ¿Resultado? Ruíz Miguel salió triunfador absoluto aquella tarde puesto que, le ovacionaron durante todo el festejo con clamor, hasta el punto de cortar las dos orejas y el rabo a su segundo enemigo para salir por la Puerta del Príncipe de Sevilla, algo grandiosos puesto que, tantísimos años después, jamás torero alguno cortó otro rabo en La Maestranza. Un rabo de un toro de Miura que, Paco Ruíz Miguel no olvidará jamás. Digamos que, aquella tarde abrileña empezó la singladura triunfal del que a partir de aquel momento, el inolvidable Matías Prats Cañete, cuando se dirigía para mentarle al torero de la Isla siempre decía, el gran Paco Ruíz Miguel.

JUSTICIA PARA UN VALIENTE, ¿se acuerda, maestro? Yo si le aseguro que jamás olvidaré dicho ensayo puesto que, para mi suerte, el mismo fue el primero que escribí en toda mi vida. A partir de aquel momento, fíjese la de cosas que han pasado en la vida y, para mi bendita suerte, coronavirus al margen, héteme a su lado y, sin duda, junto a tantos miles de aficionados que tienen la bondad de seguirnos. ¡Va por usted, maestro!

En la imagen, el gran Paco Ruíz Miguel en la emotiva tarde de su adios definitivo, a hombros por sus mismos compañeros.