Llevamos dos corridas en Madrid en lo que se ha dado en llamar como «desafío ganadero» y, los números son elocuentes; dos corridas, dos heridos gravísimos. Han pagado con su sangre dos hombres gallardos que no han tenido remilgo alguno en enfrentarse a los toros de verdad. Tanto Arturo Macías como Javier Cortés, han recibido dos cornadas gravísimas, lo que viene a confirmar que el toro con casta tiene muchos problemas. Mientras que Macías se ha marchado a México para recuperarse tanto de la cornada como de la lesión de la rodilla, Javier Cortés se debate en el duro dilema de poder recuperar la visión de su ojo.

Mientras en Madrid, con este tipo de toros, la vida de los toreros pende de un hilo, en provincias y pueblos se desata la mundial para que los lidiadores del llamado toro comercial, yo le llamo burros con cuernos, los triunfadores a modo son ensalzados por el gentío y, lo que es peor, por la prensa triunfalista que, al parecer les viene a cuento ser comparsas del fraude.

En el toreo siguen habiendo dos tipos de fiesta, razón por la que este mundillo será siempre el más injusto del mundo. Si,porque, por ejemplo, en el mundeo del balompié, Éibar y Barcelona se enfrentan y puede ganar cualquiera, razón de la magia que conlleva el mundo futbolístico. En los toros ya se sabe de antemano quien tiene que ganar y el que seguro que va a perder.

El que está situado arriba del escalafón se divierte matando las corridas comerciales, las que no tienen peligro alguno pese a que se les considera corridas de toros; los de abajo, ya se sabe, o tragan con lo que no quiere nadie o se quedan sentados en sus casas que, en definitiva, es todavía peor. Claro que, lo triste de la cuestión es que la gloria se la llevan los que menos exponen mientras que, los que se juegan la vida de verdad, a esos no les dan ni agua; por no darles no les dan ni el reconocimiento adecuado por aquello de la gesta que llevan a cabo.

¿Es bueno o es malo que se lidien las llamadas corridas duras, es decir, las que tienen casta y peligro? Siempre será bueno porque gracias a este tipo de corridas, todo el mundo, en su fuero interno, aunque no las toreen los que mandan en el escalafón, TODOS, sin distinción, se jactan de que los toros hieren pero, ¿a quién hieren? A los desgraciados, nunca a los señoritos del toreo. Como digo, ese tipo de corridas que todos los que están en lo alto del escalafón denigran como si fueran corridas apestosas, llegada la tragedia, todos se apuntan al carro de la desgracia esgrimiendo el peligro que tiene un toro bravo.

La fiesta ha cambiado muchísimo. Antaño, los que mandaban en el escalafón se apuntaban con cierta asiduidad a la casta porque los públicos así les demandaban; claro que, era hombres de otro tiempo y con otra estirpe. Ahora priva el medio toro del que no renuncian para nada los mandones del toreo; y si dicen, que digan porque ellos lo tienen todo controlado; desde los toros a lidiar hasta los informadores que les rendirán pleitesía ante todo aquello que han hecho.

Repito que, mientras que unos hombres gallardos se juegan lo único que tienen, la vida, los señoritos del toreo se lo pasan en grande trayéndose los animalitos en las propias furgonetas para que nada pueda fallar. Es una metáfora, pero tan válida como la vida misma. A su vez, los datos son esclarecedores. La temporada en muy larga desde marzo hasta octubre y, ¿qué toreros han caído heridos? Esa es la prueba contundente de todo lo que digo. ¿Qué pasa que las figura son más listos que los demás? Nada de eso. Resulta herido el diestro que asume mayor riesgo, aunque eso no esté de moda ni aporte la más mínima gloria. Pero es una verdad contundente que nadie debemos de obviar, aunque la gran mayoría lo quiera ignorar.

Pla Ventura.

En la foto, Javier Cortés, dramáticamente cogido en Madrid