Indagando por los medios de comunicación he podido saber que Morante de la Puebla no es que le tema a la televisión en su concepto de cámaras de filmación, no; según ha declarado el artista andaluz, lo que no le gustan son los comentarios de las personas que retrasmiten los festejos. Vamos que, la locura no puede ser mayor. ¿Qué querrá Morante que vuelva a la vida La Madre Teresa para que se haga cargo de las retransmisiones? Eso es un imposible y, de ser posible, la mujer más grande que hemos conocido bajo la faz de la tierra se dedicaría a ayudar a los pobres, nunca a los ricos porque no les hace falta, es el caso de Morante.

Recordémosle a José Antonio, como le dicen sus allegados que el equipo de Movistar Plus que retrasmite las corridas de toros son hermanitas de la caridad. Germán Estela, David Casas, Maxi Pérez, Victoria Collantes y el maestro Emilio Muñoz son unas personas que se ganan la vida honradamente retransmitiendo los festejos de dicha cadena; personas que no pueden, bajo ningún concepto, hacer la más mínima denuncia al respecto de los toros puesto que viven de eso y jamás harán una crítica negativa hacia el sistema y, pese a todo, a Morante no le gusta lo que dicen. ¿Qué tendrán que hacer estos comentaristas para gustar a Morante? No, no entiendo nada. Pero si hasta el mismo Emilio Muñoz, el que ejerció de artista en los ruedos y que por su falta de valor jamás triunfó en Madrid y que cuando oye el nombre de Miura se acojona, es el hombre que más pondera a los toreros defendiéndoles hasta cuando un niño de pañales comprendería que no existe defensa posible.

¿Nos imaginamos que, por un casual del destino –un imposible, por cierto- que la cadena citada contratara para retransmitir los festejos a Federico Jiménez Losantos? ¿Qué diría Morante al respecto cuando viera a ese mago del periodismo actual, sin duda el periodista más laureado que existe en España, con un micrófono en la mano y repartiendo justicia a diestro y siniestro como hace en la radio todas las mañanas? No quiero ni pensarlo, pero si estoy en condiciones de afirmar que, los toros, o se arreglaban para siempre o desaparecerían al día siguiente.  Los que mandan en el escalafón taurino, respecto al periodismo, solo quieren amiguetes que le den palmaditas al hombro a modo de consuelo y que justifiquen el medio toro que suelen lidiar que, en ocasiones, lo que sale por los toriles es más chico que lo que salía en la época de Manolete que, tras las dura guerra civil no quedaban toros en las dehesas y se lidiaba lo que se encontraba.

Desdichadamente apenas quedan hombres libres en el periodismo; y digo libres ostentando un poderoso medio de comunicación puesto que, en la actualidad, salvo Antonio Lorca en El País y media docena de románticos que narran por amor en algunas páginas de toros aquello que sienten, lo demás está todo copado por los amigos de los toreros, por todos aquellos que les aplauden hasta cuando mean que, ya tiene gracia la cosa.

El sistema lo tiene todo controlado; apenas media docena de empresarios que ejercen todo el poder y, sus garras, además de atenazar a los profesionales para que nadie diga una palabra más alta que otra, todavía les sobre fuerza para someter a todo aquel que escriba que, a sabiendas de lo que se juega, todos van con mucho cuidado para no herir en lo más mínimo al sistema establecido del que antes hablaba. Por dicha razón, es el triunfalismo el que impera; es el toro moribundo el que vence y “convence” para que los diestros que menos exponen dentro de los ruedos triunfen a placer con los animalitos previamente elegidos por sus veedores. Ahí está la lista de diestros corneados por sus enemigos que, como sabemos, a las figuras nos los cornea ni Dios, ni falta que hace, pero es un dato revelador y muy significativo. Por ejemplo, Pepe Moral, en la primera del año, la que ha toreado en Valdemorillo, ya está el muchacho en la enfermería con una cornada muy seria; claro, toreaba toros de Miura, un dato que nos dice mucho o nos revela lo que queríamos saber.

Pese a todo, Federico Jiménez Losantos, aunque fuera solo un ratito, debería de ocupar una tribuna de toros para que el toreo supiera lo que vale un peine. Tuvimos en su día a Joaquín Vidal y Alfonso Navalón, pero ya son historia para desdicha del toreo en general. De ser posible, Losantos nos explicaría con todo lujo de detalles que todos quisiéramos saber al respecto del mundo de los toros. Soñemos, eso sí, para que un día, a poder ser que no tarde mucho, que salga un medio de comunicación libre con un Federico Jiménez Losantos a la cabeza para que todos sintiéramos el disfrute de la libertad de información. Mientras eso ocurre, nosotros, de nuestra parte hacemos lo que podemos que ya es mucho a sabiendas de todo lo que nos puede caer encima.

Pla Ventura