Hace muy poquitas fechas, apenas quince días, Emilio García, directivo del Club Taurino de Alcoy nos invitó a desayunar a los que éramos sus amigos puesto que, según él, era el último desayuno que compartiríamos juntos. Todos, sin distinción nos lo tomamos como una broma más de las que Emilio gustaba gastar mientras se tomaba un chupito como él confesaba.

La verdad es que resultó un rato muy agradable puesto que, estar entre amigos siempre resulta muy grato y, Emilio García lo era desde hace ya muchísimos años. Un hombre que, sin él, sin duda alguna, el Club Taurino de Alcoy posiblemente hubiera desaparecido puesto que, García era el alma pura de dicho ente. Yo diría que fue siempre ese segundón de lujo que tanto ayudó por la causa taurina en su pueblo querido.

Es cierto que, por motivos de edad, Emilio García sabía que su final estaba cerca, lo que nadie sospechábamos era que sería tan pronto. Razones de salud quebrantaron el ánimo de Emilio que, como siempre, sacaba fuerzas de flaqueza para estar con los suyos, el desayuno citado era la prueba de cuanto he narrado.

Ayer, sin más dilación, se cumplió el vaticinio del Emilio García cuando sabía que le quedaba poco tiempo de vida puesto que, cuando me llamó Rafael Ribelles, otro hombre ejemplar en dicho Club Taurino para darme la noticia me quedé sin sangre en las venas; no porque no lo esperásemos, pero sí por la prontitud con la que se cumplió el presagio del fallecido que, a estas alturas, todos los que compartimos mesa y mantel aquel día junto a su persona, nos hemos sentido consternados por su pérdida.

El Club Taurino de Alcoy ha perdido a un gran directivo, un hombre que luchó durante toda su vida por la causa de los toros, una fiesta a la que amaba como pocos y que, como explico fue un puntal fundamental para que la fiesta de los toros siguiera viva en Alcoy gracias a su Club Taurino, un ente al que Emilio García adoraba con todas su fuerzas, la prueba no era otra que su tremenda dedicación hacia esa causa a la que tanto amó y, si se me apura, hasta por la que entregó su vida.

Jamás olvidaremos la fecha del citado desayuno en que, al estilo de Vallejo Nájera cuando éste invitó a Luís Miguel Dominguín para anunciarle que sería la última reunión que tendrían juntos, de esta forma se despidió Emilio García de todos nosotros que, no contento con invitarnos, hasta nos regaló un número de lotería del citado Club Taurino de Alcoy, un hecho que nos conmovió a todos. Era, sin duda alguna, lo último que Emilio García haría por nosotros, desearnos suerte y, quién sabe, igual hasta nos la ha regalado con el número que nos obsequió.

Descanse en paz este amigo querido que, como él sabe, solamente se nos adelantó hacia donde iremos todos. En su día nos reuniremos con Emilio García y, en la inmensidad del universo seguiremos conversando de toros, el tema que tanto nos apasionaba y por el que tantos desvelos tuvo nuestro amado Emilio que, por su Club hubiera dado hasta la vida. ¿O acaso no la dio?

La última foto que nos tomamos con Emilio García, al que vemos situado, de izquierda a derecha, el tercero con chaqueta negra y camisa blanca.