La noticia, como tal, no podía ser peor. Saber que retorna a los ruedos Jesulín de Ubrique es una desdicha en toda regla. Dice este buen hombre que quiere volver para festejar sus treinta años de alternativa que, en honor a la verdad, está en su derecho. A su vez, lógicamente, los aficionados estamos en nuestro derecho de mostrar nuestra opinión que, por lógica, no puede ser favorable, pero de ningún modo.

Jesulín fue un producto comercial que empezó en los años noventa que, bien llevado y con una dosis de márquetin al más alto nivel, su historia funcionó. Eran otros tiempos en que había pocas exigencias y mucho modismo al respecto. Jesulín logró llenar las plazas de gentes alborotadoras que nada tenía que ver con los aficionados a los toros. Pero, ya vimos, muerto el perro se acabó la rabia.

Este hombre toreó más que nadie, batió records impensables pero, para su desdicha no dejó la más mínima huella como torero, un estigma que llevará prendido dentro de su ser. Seguro que ganó mucho dinero y estaba en su sagrado derecho por el trabajo que ejercía pero, pasados los años nadie le recordará en lo más mínimo y, él lo sabe, razón por la que ahora quiere volver para reverdecer viejos laureles. ¿Cómo? Esa es la pregunta que no tiene respuesta.

El torero de Ubrique fue un producto de su tiempo, un modismo que funcionó en aquellos años en que, la gente, ávida de emociones que nada tenían que ver con los toros, encontró en Jesulín al tipo idóneo que les sacara de su letargo. Es cierto que, si del jolgorio y lo estrafalario, Jesulín dictó una norma que, en honor a la verdad, tuvo sus correligionarios, de forma muy concreta las mujeres, pero muy alejado de lo que es el propio mundo de los toros. Toreó más que nadie, si no recuerdo mal, algún que otro día actuó cuatro tardes en la misma jornada. ¿Cabe locura mayor? Pero allí iban muriendo sus tardes al mismo tiempo que estas se terminaban porque, como digo, huella no dejó alguna.

Más tarde, no sé si para felicidad o desdicha, se adentró en el mundo de la farándula para, como siempre, hacer el ridículo. La que tiene mucho que agradecerle a Jesulín no es otra que Belén Esteban que, de ser una analfabeta, pasó a ser contertulia de los programas basuras de la televisión y, de tal modo ha ganado más dinero que el propio diestro.

Eso sí, el de Ubrique fue capaz de concitar la atención de los medios amarillentos de la televisión porque, claro, en este país, para desdicha nuestra, priva más la basura en todos los órdenes que las obras importantes de cualquier ser humano. No tenemos nada más que recordar que, el día que le dieron el Premio Príncipe de Asturias a Vicente Ferrer, un icono de la bondad en el mundo, el mismo día se casaba Francisco Rivera y, los medios, todos se declinaron con el torero, antes que a Vicente Ferrer que, como el mundo sabe, dejó mucho más huella que Rivera y sus huestes.

Claro que, si hablamos de toros y como torero enjuiciamos a este hombre, para cualquiera que se precie, Jesulín es un puro esperpento de la tauromaquia, que lo pregunten Madrid y allí les responderán. Lo triste es que, cuando ya estábamos todos tranquilos y admirábamos a la torería actual, de repente, sin que nadie le llame, amenaza con volver para fustigarnos como lo hiciera en sus años en activo. Dicen que, de momento, ya está enfadado con Francisco Rivera porque éste le ha dicho que de torear la Goyesca de Ronda, ni de broma, cosa muy natural y lógica cuando, dicha corrida, pese a ser pura parodia en cuanto a toros, cuando menos, en el cartel, necesita de toreros artistas, ya que no hay toros, en el peor de los casos que haya toreros.

No podemos impedir que Jesulín vuelva, faltaría más; pero si nos asiste el derecho a mostrarle nuestra enérgica repulsa puesto que, en su casa, junto a los suyos y con todo el dinero que ha ganado, allí estaría divinamente. Si vuelve, cosa que sucederá, matará los toros despuntados que siempre mató, amén de las ganaderías bobaliconas pero, al margen de ello, un animalito puede equivocarse y darle una fuerte cornada. Como fuere, siempre será un desacato ver a este triste hombre por las plazas de Dios. ¿Querrá ahora dejar huella? Ni de broma.

No ha faltado ya quien ha dicho que vuelve por dinero, cosa que no creo porque Jesulín, como es notorio, ganó dinero para sustentarse tres vidas, por ello, afirmar que regresa por cuestiones monetarias me parece una falacia inmensa. En realidad, si regresara por dinero, en los momentos actuales, le puedo asegurar que lo tenía crudísimo porque toreros infinitamente mejores que él han roto con sus apoderados porque no ha habido el dinero esperado, entre otros, Paco Ureña con Simón Casas. Es decir, al terminar la temporada se encontraron con el chocolate del loro.

Y, por favor, borremos todos de nuestra mente cuando Jesulín grabó el disco de marras que, pensarlo produce náuseas al más alto nivel. Vamos que, en España, con mucho menos delito hay gente en la cárcel. La ignorancia es muy atrevida, hasta el punto de que un gracioso como el citado grabara un disco que, claro, estuvo condenado al fracaso, lo triste es que hubiera triunfado. Pese a todo, el susodicho, sigue siendo pasto y caldo de cultivo de las revistas del corazón y las televisiones basura para alimentar el alma de tanto infeliz que, esas cosas les llenan el corazón. Que nadie se equivoque, vivimos en España y aquí todo es posible, hasta que el un vulgar trapacero se hiciera rico lidiando toros.

Jesulín de Ubrique, como vemos en la imagen, en estos años se ha sustentado toreando festivales en plazas portátiles y de talanqueras.