Hemos tenido que esperar varios días para poder digerir las emociones que pudimos sentir el pasado domingo tras ver la corrida que se celebró en La México en la que, como el mundo sabe, allí se encumbró para siempre el diestro capitalino llamado José Mauricio, un auténtico desconocido pero que, desde su actuación en El Embudo de Insurgentes enfrentándose a una auténtica corrida de toros, Mauricio es, ahora mismo, la gran revelación en el mundo de los toros.

Tras ver tan maravilloso espectáculo, en el acto pudimos comprender las emociones que nuestra compañera Alexa Castillo sintió en tan emotiva tarde; si visto por TV emociona, en directo sospecho que tuvo que ser lo más bello del mundo, justamente, todo ello basado en la emoción que supo dar a los aficionados un auténtico toro de Barralba y un torero de enorme lujo llamado José Mauricio.

El aberrante mundo de los toros tenía secuestrado a José Mauricio que, como le sucediera a El Pana en su momento, le dieron una oportunidad para quitárselo de en medio y, mira tú pon donde, Mauricio ha protagonizado la gran gesta de toda la temporada en todo México. Pero esa es la grandeza intrínseca de este torero admirable que se jugó la vida como nadie, mostró sus condiciones de lidiador, por momentos de ese artista que lleva dentro y, por encima de todo, se empecinó en darnos la razón a todos los que defendemos la autenticidad del toro al más alto nivel. Como nos contaron, tras la corrida, se marchó al templo para rezar porque en dicha tarde salió vivo porque Dios estaba como espectador.

Si la gente pretendía ver al toro en su auténtica pujanza, allí se lo encontró; si soñaban con un torero que les arrancara el corazón del pecho por aquello de las emociones sentidas, José Mauricio resultó ser el héroe por antonomasia; si alguien quería estremecerse viendo a un torero a merced del toro, el frágil cuerpo de José Mauricio era el detonante de tan escandalosa emoción; si algunos pretendían ver una lidia a la antigua usanza, Mauricio fue el auténtico protagonista de la gesta. En definitiva, un espectáculo donde afloró la verdad en su más apasionada versión porque no existe nada más bello en este mundo que ver cómo un torero es capaz de jugarse la vida y, para colmo, salir triunfador de un envite tan dramático.

Y, cuidado, José Mauricio que ya lleva casi quince años como matador de toros, acudió a su cita como un torero de relleno, como un diestro al que le dieron las migajas de lo que no quiere nadie y, por esa razón, porque Dios estuvo con él, además de ileso, salió triunfador rotundo de una tarde memorable, justamente, de las que pasarán a la historia de La México por las condiciones de los toros que se lidiaron.

Pese a su condición de torero humilde, Mauricio ha triunfado varias veces en La México con los toros de Barralva que son para que nos demos una idea, los de Adolfo Martín en España. Claro que, si en su primer enemigo nos mostró su faz más creativa, en el último de la tarde afloró su látigo fustigador como lidiador, su exposición contundente al jugarse la vida de una forma clamorosa. Una faena, como digo, de las que se tardarán años en olvidarse. Menos mal que, como le trataron con desprecio, no le pusieron con los animalitos enclenques que lidian las figuras en México que sucede como en España puesto que, de haberle incluido con las figuras, a estas horas sería un “cadáver” taurómaco.

Sin embargo, ese desprecio con el que le trataron, al final fue lo que le sirvió para alzarse con un triunfo épico, memorable, único en su género, algo que nosotros celebramos con desmedido gozo porque, de sus manos y sentidos brotó la verdad que nosotros defendemos en cada línea que escribimos. José Mauricio, pese a la distancia, ha sido el auténtico notario que ha dado fe a nuestras ilusiones, a nuestra verdad para, mediante la lidia de un toro auténtico para encumbrarse, nos ha dejado a todos en el más alto pedestal. Alabado sea José Mauricio que, en una sola tarde ha hecho por nosotros lo que no harían la mayoría de nuestros compatriotas llamados figuras del toreo.

Y, por si fuera poco, ayer mismo volvió a salir por la puerta grande de La México tras obtener otras dos clamorosas orejas que premiaron su torería y, sin duda alguna, el desprecie que siente ante su propia vida puesto que, una vez más salió ileso de unas cogida tremendamente dramática pero, Mauricio sabe que, su único grito de guerra está dentro del ruedo. Bien hallado sea el diestro capitalino que, con sus actitudes, como decía, nos sigue dando la razón. ¡Enhorabuena, matador!

En la imagen, José Mauricio que ha conseguido dos puertas grandes consecutivas en La México