Todos nos hemos alegrado por la recuperación de Gonzalo Caballero, el toreo de Madrid que tan gravemente cayó herido en Las Ventas, sin duda, una cornada en la que se temió por su vida; una más de las muchas que ya lleva este muchacho que, sin duda, es merecedor de mejor suerte.

Anteayer fue dado de alta en el hospital en que le atendieron y, tras mostrar palabras de gratitud para los doctores que le atendieron y a todos los que le han ayudado, Gonzalo Caballero, quizás que en un ataque de rabia o de soberbia con la que intenta luchar contra el destino dijo a todos aquellos que dudan de él como torero que, muy pronto pagarán su entrada en la reventa para verle porque no habrá boletos en las taquillas.

Dicen que la soberbia debe ser siempre la compañera de viaje de todo torero que se precie pero, según mi punto de vista, eso de la soberbia habría que aplicarlo en un sentido u otro según el torero que lo diga. Cuando a finales de los años cuarenta Luís Miguel Dominguín levantó el dedo índice en Las Ventas proclamándose el número uno, en aquel instante recibió muchas críticas, más de la que él mismo pudiera imaginar. Un gesto soberbio donde los hubiere. Pero, fijémonos que no le afectó para nada su soberbia porque en realidad, Luís Miguel era el número uno, lo sabían todos, pero él quiso recordarlo.

Dios quiera que esa ilusión que ahora corre por las venas de Gonzalo Caballero al salvar su vida una vez más, le lleve por los derroteros del éxito que, sin duda, lo merece más que nadie, ante todo, para atemperar ese flujo de cornadas que lleva en su cuerpo que, como sabemos, el pobre ha salido a cornada por festejo, nada agradable ni mucho menos deseable.

Con todos mis respetos para este hombre, esa afirmación de que pagaremos la entrada en la reventa para verle torear, hombre, me parece una exageración sin límites que, por encima de todo, tampoco venía a cuento. Como decía, me parece admirable que Gonzalo Caballero en aquella rueda de prensa muestre su gratitud hacia todo el mundo que le ha ayudado, primero que todo a los doctores que le salvaron la vida, pero decir semejante memez en aquellos instantes me parece inadecuado y fuera de lugar.

Debe de saber Gonzalo Caballero que todos los aficionados fuimos capaces de rezar por su salud porque no queremos cadáveres famosos, anhelamos toreros que nos estremezcan. Pensar que salvó su vida y que ya está dispuesto para la lucha es una noticia hermosa. Es cierto que, me pongo en su lugar y, verme sano y salvo una vez más, eso debe de producir una adrenalina importante, pero de ahí a decir semejante estupidez, entiendo que Caballero debe de corregir y, ante todo medir sus palabras.

¿Quién es Gonzalo Caballero? Sin duda, un muchacho ilusionado que lleva varios años luchando en el complicadísimo mundo de los toros del que se ha llevado, ante todo, demasiadas cornadas. Le queda mucho camino por recorrer y, para ello, cuenta con la baza de su juventud, es decir, tiene toda una vida por delante para lograr su sueño que, sería bello que lo lograra porque nadie tiene nada en contra de un hombre que es capaz de jugarse la vida, a sabiendas de que puede perderla, algo que estuvo en un tris de que ocurriera.

Tras el respeto mostrado a este hombre y sus circunstancias, convengamos que no es el nuevo mesías del toreo porque se trata de un chico más que, gracias a su valor puede ganarse la vida con honradez y altura de miras en el mundo de los toros pero, de ahí a que tengamos que acudir a la reventa para verle, eso es propio de los elegidos, caso de José Tomás y nadie más en el mundo. Debe de saber Gonzalo Caballero que como él los hay a montones y, a la mayoría no les dan ni un solo pitón, entre otros, ahí está Juan Ortega que, pese a estar tocado con la varita mágica del arte, pese a ello, su estrella no ha resplandecido todavía.

¿Será que Gonzalo Caballero está tocado por la varita mágica del destino y no lo sabíamos nadie? Humildad, Gonzalito que, actos de soberbia ya has protagonizado algunos, entre ellos despreciar un premio en Madrid. Seamos realistas, nadie pagará en la reventa su entrada por ver a Gonzalo Caballero porque en el caso de que llegue a figura del toreo, cosa muy difícil de que ocurra, pese a que competirá con los más grandes, ninguno de ellos ha sido capaz de agotar el papel en ninguna plaza, salvo en algunas ocasiones en Madrid que, la plaza, como se sabe, la llena el santo.

Los doctores han curado su cuerpo pero, ahora le toca a él curar su alma. Recordémosle a Gonzalo Caballero que, solo los humildes logran ser grandes en cualquier profesión mientras que, los soberbios todos acaban en el más miserable olvido, cosa que no queremos que le ocurra a este muchacho que, de una cosa sí que puede presumir, de valor para mostrar esas medallas que adornan su cuerpo como son su heridas, todo un certificado de garantía de que quiere ser torero.

En la foto, Gonzalo Caballero, junto a Victoria Federica, sin duda alguna, el gran éxito de su vida. Eso si es un triunfo que nada tiene que ver con los toros que le hieren.