Cuando uno creía que la indecencia fiscal era asunto de los malditos políticos, de futbolistas, la farándula y de gentes de mal vivir, comprobar que “nosotros”, en el mundo de los toros hemos entrado a formar parte de dicho “club” de estafadores, cualquiera tiene derecho a sentirse el más triste del mundo. Es el caso de la noticia que nos ha colapsado por completo cuando hemos sabido que Antonio Ferrera ha sido condenado a pagar casi trescientos cincuenta mil euros que, lógicamente, previamente había defraudado.

Estas noticias son las que nos inundan de desdicha al más alto nivel porque, cualquier ser humano que se ha pasado la vida luchando por la honradez, pagando los correspondientes impuestos para que entre todos construyamos una España mejor, que de pronto salga un listo vestido de luces y que nos muestre su faz defraudadora, el desaliento no puede ser mayor. O sea que, un hombre es capaz de jugarse la vida, de tener el cuerpo lacerado por mil cornadas y, una vez en su despacho, maricón el último; es decir, si no pago mejor.

No sabe Antonio Ferrera el daño que nos ha hecho a todos los aficionados y, sin duda, a todo el colectivo de gentes honradas que luchamos  a brazo partido para pagar religiosamente nuestros impuestos, incluso, en ocasiones, a costa de no tener el dinero en ese momento y haber recurrido a un préstamo bancario para hacer frente a toda posible deuda. Que todo el mundo pueda tachar a Antonio Ferrera de deshonrado al más puro estilo Bardem, eso es gravísimo.

Un señor al que hemos defendido a capa y espada por sus actuaciones en los ruedos, por su desprecio a la muerte, de la noche a la mañana comprobamos que, lo que en realidad le tiene aprecio es al dinero, a las pruebas nos remitimos. Me parece insultante, gravísimo, doloroso, catastrófico, sencillamente porque dichos epítetos no son otra cosa que la propia delincuencia. Recordémosle a Ferrera el axioma del maestro Facundo Cabral cuando nos decía, si amas al dinero a lo sumo llegarás a un banco y cuando te descuides, serás perseguido por Hacienda, pero si amas a la vida llegarás a Dios.

Pensar que un torero pueda ser un delincuente, la tristeza no puede ser más grande. Al final, no pasará nada porque este hombre pagará, no me cabe la menor duda. Pero que su nombre quede mancillado en los anales de la Hacienda pública, la que dicen que somos todos, el asunto me parece de una desvergüenza fuera de todo límite.

Temas como el citado los tenemos vigentes todos los días y desde distintos colectivos, pero lo que no sospechábamos era que desde dentro del mundo de los toros podríamos avergonzarnos ante un hombre que se juega la vida. Siento pena por este hombre que, si este año nos ilusionó hasta la locura con sus triunfos en Madrid, por citar la primera plaza del mundo, ahora, su actuación ante el colectivo de seres honrados en la sociedad en que vivimos, ha dejado mucho que desear. Quizás le seguiremos calificando de valiente, pero que su honradez, por unos “miserables” euros haya quedado en entredicho, su fracaso no puede ser mayor. Claro que, como nos anuncia nuestro director, si llega a estallar la bomba de Simón Casas, el caos será irreversible por todos los cadáveres que dejará en el camino.

Sabedor de todo cuanto ha salido a la luz, no seré yo el que pague una sola “peseta” por ver torear a este hombre, sencillamente porque los impuestos que lleva implícitos una entrada de toros, éstos tienen que ir a parar a las arcas del Estado mediante las liquidaciones entre empresarios y toreros y, como quiera que no ha sido así, al igual que Hacienda, me he sentido estafado por este hombre que, en lo sucesivo debe de tomar lección. Ferrera ha mancillado el nombre del mundo de los toros con su nefasta actitud. No me cabe la menor duda de que Antonio Ferrera se seguirá jugando la vida, por tanto, despreciando a la muerte. Claro que, la pregunta es obligada: ¿Cómo es posible que no le tenga aprecio a su vida y “muera” por el dinero? Nadie podría entenderlo y, los que somos honrados, mucho menos. Y yo que he vivido una vida feliz pagando impuestos para que se construyeran carreteras para que Ferrera pudiera ir de una ciudad a otro muy cómodamente, ahora me encuentro con dicha noticia que me ha dejado desolado. Vamos que, para que la desdicha fuera irreparable solo falta que nos enterásemos de que Antonio Ferrera es de izquierdas; si fuera así, como diría el genial Pedro Ruíz, sería de mear y no echar gota. Y no he dicho ninguna tontería porque un ricachón como Javier Bardem, se confiesa comunista. ¡Olé por sus cojones, sí señor!

En la imagen vemos a Antonio Ferrera que nos está dando un lance a todos los españoles.