La suerte es algo que reina en el ambiente, que nadie podemos definir pero que está ahí y, lo que es mejor, hace mucha falta en todos los órdenes y, no digamos ya si se trata de los toreros puesto que, capacidades al margen, el factor suerte tiene que aliarse con determinados diestros para que éstos logren el propósito con el que entregan sus vidas que no es otro que torear y, a ser posible, hacer la faena soñada.

Es verdad que no todo podemos dejarlo en manos de la suerte: los toreros, lógicamente, tienen que poner todo de su parte pero, repito, el factor del que hablamos tiene mucho que decir al respecto de muchos toreros, entre ellos, evitar la cornada que, ésta, lógicamente, siempre llega a destiempo. De igual modo, ese duendecillo que pulula por el universo es el que determina la suerte en el sorteo, valga la redundancia, cuando se abren las papeletas para ver qué toros nos han tocado en suerte. Parece una bobada pero, cuando lo profundizamos tiene una lectura bárbara.

Claro que, lo de la suerte hay que contextualizarlo en el lugar que le corresponde porque, poco hay que hablar de suerte cuando se trata de ganaderías ilidiables, ante las cuales, más que suerte hay que hablar de milagros y eso todavía es más difícil.

En esto del sorteo de los toros, algunos toreros, sus compañeros los tildan como suertudos, por aquello de llevarse siempre los mejores lotes de los toros a lidiar. Quedándonos en la feria de Madrid que recién ha terminado, los mejores lotes se los llevó Paco Ureña que, en honor a la verdad los aprovechó, hasta el punto de erigirse como el gran triunfador de la feria. El segundo afortunado por los sorteos no fue otro que López Simón que, por el contrario, desperdició cuatro toros que dejó sin torear y que, por lógica, le pasarán una factura tremenda. Al respecto, hemos visto las dos caras de la moneda y las consecuencias que ambas tendrán.

Sorteos al margen, donde yo creo que hay que enfatizar mucho en la suerte es a la hora de la cornada, salvo que seas figura del toreo que los toros pueden cogerte pero jamás herirte. Parece un dislate lo que digo pero, es una gran realidad para fortuna de los que mandan en el escalafón. Claro que, la desdicha de uno siempre es la fortuna para otro, de esa máxima no escapa nadie.

La cogida y herida que tuvo Román en Madrid ha servido para que David de Miranda ocupe su puesto en Alicante, todo un prodigio para dicho chaval que, de otro modo jamás hubiera toreado en Alicante. Y justamente en esa corrida aludida, en la que participará De Miranda, el cartel con toda rotundidad lo era Pablo Aguado, como lo fue que el pasado domingo en Madrid y se pusiera el no hay billetes gracias a su presencia.

En esa primera corrida de la feria de San Juan, Simón Casas se sacó de la manga un cartel que, lo único bueno que tenía, yo diría que el principal atractivo de la feria, no era otro que Pablo Aguado porque, ya me contarán el cartel inicial: López Simón, Román y Pablo Aguado. Sin la presencia del sevillano, como para devolver todas entradas adquiridas. Como dije, Román ha sido sustituido por David de Miranda en un acto de total justicia puesto que ha sido uno de los triunfadores de Madrid.

Pese a todo, hasta ayer, seguía Pablo Aguado en el cartel, lo que nos tenía muy esperanzados a los aficionados pero, maldita suerte, para Aguado, que el pasado domingo cayó herido en Madrid en acto de servicio, es decir, dictando bellísimas lecciones de toreo, nada al uso en los tiempos que corremos. Y en dicha corrida Pablo Aguado tuvo el santo de espaldas en las dos vertientes; primero en el sorteo puesto que le tocó el toro más apagado e incierto de la corrida que, para mayor gloria, resultó bravísima en líneas generales, que se lo pregunten a El Fandi y López Simón que se dejaron ir sin torear dos todos de escándalo como dije en su momento.

Luego, para colmo de la desdicha, tras aquella bella sinfonía de toreo de la máxima pureza y creatividad, Pablo Aguado entra a matar y es prendido por su enemigo para inferirle una fuerte cornada. ¿Cabe infortunio más grande? Y, lo que es peor, seguro estoy que cada vez que vuelva Pablo Aguado a Madrid lo hará con el estigma de la mala suerte sobre sus espaldas puesto que, este año, en sus tres comparecencias madrileñas, los toros le levantaron los pies del suelo con la consabida voltereta que, hasta el domingo no habían tenido mayores consecuencias.

Mala fortuna la de este chico y, peor la nuestra que, sin duda, todos le esperábamos en Alicante con la ilusión de un niño con su juguete nuevo por reyes. Confiemos que pase pronto la racha negativa que atormenta a Pablo Aguado para que, con la anuencia de unos toros que le puedan embestir, ahora, cuando se recupere, todos sigamos hablando de la magia y el duende de este torero tan carismático como genial.

Claro que, como los toreros no tienen nada que ver con los seres humanos propiamente dichos, Pablo Aguado, pese a la cornada que he aludido de Madrid, según me terminan de comentar, viene el viernes a Alicante. Alabado sea Dios porque gracias a su persona veremos el TOREO en su más bella acepción.