Por mucho que nos esforcemos en luchar contra las injusticias que se cometen en el mundo de los toros debemos de saber que nuestra idea es una utopía. El sistema así lo ha establecido y se necesita una docena de toreros mientras que, los demás todos sobran, de cara al sistema establecido porque como aficionado, en mi caso y en el de cientos de miles de aficionados, todos los toreros tienen nuestro respeto y, lo que es mejor, la gran mayoría, todos tienen mucho que decir.

Lo dijo Juan Belmonte en el año 1920 y tenía toda la razón. Ser torero es más difícil que ser Papa y, llegar a figura, un milagro de Dios, y lo dijo el Pasmo de Triana en unos años en que la fiesta de los toros era el mayor espectáculo del mundo que, para fortuna de aquellos hombres, se celebraban muchas corridas de toros y, en el peor de los casos, hasta había oportunidades que, en la actualidad, ni en sueños las podríamos imaginar.

Yo ya peino muchas canas y, lógicamente, me acuerdo de años pretéritos en que, cortar una oreja en Madrid era sinónimo de darle la vuelta a España y no te digo ya si el torero en cuestión salía por la puerta grande de Las Ventas que, además de darle tres vueltas a España en todas sus ferias se compraba una finca en menos de cinco minutos. ¡Qué tiempos aquellos!

Todo ha pasado a peor vida puesto que, desde hace muchos años los triunfos no sirven para nada. Sirven, eso sí, si el sistema lo decide; es decir, “el chico nos sirve para que rellene carteles, no pide dinero, no molesta a las figuras, es sumiso y obediente” Miles de circunstancias de esta índole que, lógicamente, nada tienen que ver con la valía o el triunfo grande de un torero.

Desdichadamente, para mayor pena, el dinero se ha perdido por el camino. Todo se lo llevan las cuatro figuras actuales y los empresarios pero, para el resto, no queda un solo euro; ahí tenemos a muchos chavales que, desde hace más de treinta años, tras torear un buen número de festejos se dieron cuenta que estaban en la miseria. ¿Qué hacer? Cambiar de apoderado que, según ellos se lo había llevado todo. ¿Qué puede llevarse un apoderado si la nómina del torero por una actuación ha sido el sueldo base y, en muchos casos, muy por debajo de ese salario de miseria y de miedo?

Por supuesto que todo tiempo pasado ha sido siempre mejor, al menos en las cuestiones crematísticas puesto que, Pepe Luís Vázquez, por citar un torero, siendo novillero se compró una finca. Así, muchísimos más. Ahora hay que tener una finca, venderla para ser torero y luego que sea lo que Dios quiera.

Otro dato que hacía justicia en el mundo de los toros es que, antaño, hace cuarenta años, las figuras del toreo se retiraban con apenas treinta años y, siempre había espacio para los que venían llegando; incluso los del segundo circuito, muchos, los que mejor se organizaban, hasta ordenaron su vida mientras fueron toreros. Ahora tenemos dos males endémicos; los toreros no se retiran nunca porque tienen hambre y sed de dinero cuando hablo de las figuras y, para mayor pecado, muchos diestros que llevan veinte años de alternativa tienen que buscarse un trabajo para cuando se jubilen que, en el toro solo han conseguido que deudas.

Diego Puerta se retiró con 29 años, Paco Camino con 32, El Viti, con 35, Antonio Ordóñez con 34, Manolo González con 28, Mondeño con 31……Y la lista podría ser muy larga que nos explicaría que, en aquellos años o los toros daban muchas cornadas –que las daban- o los toreros, a esa temprana edad se marchaban ricos. Como digo, los toreros de ahora duran una barbaridad; muchos intentando el milagro de ser figuras y las figuras por acaparar todo el dinero posible sin dejar un céntimo para nadie.

Chavales, lo tenéis crudísimo. No quisiera estar en el puesto de nadie de ellos porque, como sabemos, en cualquier actividad se retiran los más viejos para seguir dando paso a los jóvenes; en los toros no, aquí se quedan siempre lo viejos para que los jóvenes apenas tengan trabajo. Las pruebas son durísimas. En el fútbol para un partido hacen falta once jugadores, con la salvedad de que  hay muchos equipos de fútbol de distintas categorías para que muchísimas personas puedan vivir de su deporte. En los toros hacen falta doce diestros, ninguno más. ¿Qué hacemos con los doscientos que están censados en el escalafón? Todos, claro, a esperar el milagro al estilo Roca Rey pero, no nos olvidemos, Roca Rey nace uno cada cincuenta años lo que viene a demostrar lo difícil que es ser torero.

Pla Ventura