Aunque han pasado nueve meses desde que tomó posesión de la alcaldía de Alicante el señor Luis Barcala, todavía sentimos el desosiego que nos produjo aquel maldito tripartito que gobernó la capital de la Costa Blanca que, entre otros muchos “logros” y como primordial, el primero no era otro que cerrar la plaza de toros, es decir, el coso de la plaza de España que, por cierto, todavía no acierto a comprender como aquellos malditos no le quitaron el nombre a la plaza más emblemática de la ciudad. Porque para le extrema izquierda, que una plaza de Alicante se llame plaza de España, el odio, para ellos, no puede ser mayor.

Como digo, nos salvó la campana puesto que una bendita moción de censura permitió que lograra la alcaldía el señor Barcala, edil popular que de repente, entre otros muchos logros, salvó la plaza de toros de nuestra ciudad, un monumento emblemático de Alicante que, como digo, a punto estuvo de ser clausurada para siempre como ha ocurrido en decenas de sitios de España.

Gabriel Echávarri, alcalde funesto de la ciudad al que siempre recordaremos como uno de los principales artífices para cerrar nuestro emblemático coso que, en unión del tripartido aberrante al que pertenecía, como toda la gentuza de la izquierda más radical, destruir lo que oliera a toros era pura obsesión. Y, claro, nuestra plaza de toros era su principal objetivo. Menos mal que, Echávarri, acusado de corrupción, permitió a Barcala ser el alcalde lógico para Alicante. Cien años de honradez, decía un eslogan del PSOE. Echávarri no llegó a tanto, ¿verdad?

Ante hecho como el citado, recuerdo uno a un socialista emblemático, inolvidable por cierto para la ciudad de Alicante  que se llamó José Luis Lassaletta Cano y que ejerció como alcalde para salvar de la piqueta la plaza de toros y, para colmo el Teatro Principal, inmuebles de propiedad privada en aquellos momentos que, como digo, iban a ser derruidos por la piqueta para levantar ambos bloques de viviendas de lujo.

La ciudad de Alicante siempre estaremos en deuda con el señor José Luís Lassaletta Cano que, como alicantino y como alcalde, jamás podremos agradecerle todo el bien que le hizo a nuestra ciudad salvando los dos monumentos de más renombre de nuestra ciudad. Digo todo esto para que comparemos entre socialistas y bandarras; el primero, Lassaletta salvó la plaza y, el segundo, Echávarri, de estar tres minutos más al frente del ayuntamiento la hubiera clausurado como así se lo imponían sus malditos socios de gobierno; y era socialista. Hay que ver la forma con la que ha ido cambiando el socialismo; mientras en la etapa de Felipe González triunfaba la lógica y la razón, desde que entró un despreciable ser llamado José Luís Rodríguez Zapatero, la izquierda empezó a degenerar, hasta el punto de lo que nos gobierna ahora.

A estos socialistas de ahora habría que aplicarles el axioma que definió al que era banderillero de Juan Belmonte, si no recuerdo mal, Joaquín Miranda que se llamaba dicho subalterno que, pasado el tiempo, una vez que se retiró de los toros llegó a ser gobernador de Huelva. El hecho resultaba curioso, hasta el punto de que los periodistas de la época le preguntaron a Belmonte los motivos para que Miranda ostentara dicho cargo. A lo que Juan Belmonte respondió: “Qué cómo se llega de torero a político, degenerando, no “pue se” de otro modo”

Así mismo, degenerando han llegado estos socialistas al poder que, como han demostrado, su única obsesión y, lo que es peor, su logro más emblemático, éste ha radicado en la destrucción de todo lo que huela a la fiesta de los toros que, los pobres, son tan incultos que sospechan que la fiesta de los toros la instauró Franco que tantos años después, tantos enemigos ha cosechado dicho señor que ejerció lo que se ejerce ahora, una dictadura, antes era una sola; ahora, dictadores los tenemos por doquier, con la salvedad de que antes no se prohibía nada y todo estaba rociado del  más absoluto respeto.

Digámosle a todos los insensatos que no se han molestado en saber la historia de España que, tras acabar la Guerra Civil española, cuando todo estaba destruido y no teníamos ni para comer, gracias al dictador, poco a poco fuimos pasando de los alpargates a los zapatos, de la bicicleta a la moto, de la moto al auto y del automóvil al apartamento en la playa. Todo eso lo logró un dictador. Ahora, sin tener que levantarnos de una guerra, millones de españoles no tienen para comer y cientos de miles de jóvenes han tenido que emigrar. Pero los sociatas y demás huestes separatistas que nos gobiernan siguen hablando de libertad, ¿para quién?

Esto es muy sencillo, el pueblo quiere pan y trabajo. La política es para los que viven de ella que, en su inmensa mayoría lo único que logran es que cada día haya más parados en España. Eso sí, les siguen contando al pueblo aquello de la libertad y miles de ignorantes se lo creen. ¿Dónde está la libertad que ellos pregonan si lo único que saben hacer es prohibir todo aquello que a ellos no les gusta? La pregunta es obligada al respecto de la política, ¿por qué no habrá un Pepe Mujica en cada rincón del mundo?

Pla Ventura