Confieso que, sin saber los motivos, muchos de mis ensayos son motivo de polémica, caso de LA HIJA FEA en la que, sin pretenderlo, herí la sensibilidad de la bella señorita Mirian Martín que, sin saber las razones, se sintió aludida, por tanto herida ante mi metáfora. Repito que, nada que ver con la realidad puesto que, mi título del ensayo, era pura metáfora de las muchas que vengo contando por el mundo, si acaso, por aquello de haber vivido tantos años gracias a Dios. Feas con ganas son algunas de las ministras que tenemos en la actualidad, pero como nada tienen que ver con los toros, uno se calla y todos contentos.

Me duele en el alma que la señorita Mirian Martín no comprendiera mis palabras porque, ante todo, jamás heriría la sensibilidad personal de nadie y menos la de ella que, como mostramos en la foto estamos hablando de un encanto de mujer. Confieso que no tengo el patrimonio de la verdad; cuento la mía y ahí queda todo. Repito lo dicho, no me gustó la corrida de Victorino y, si se me apura, mi decepción no era otra que el torrente de ilusión que albergaba mi alma ante la grandeza de dichos toros porque, lo que se dice borregos con cuernos ya sabemos quién los lidian.

La señorita Ana Romero, jefa del gabinete de prensa de Victorino Martín ha tenido la deferencia de llamarme para contarme el enojo de Mirian Martín, algo que lamento en lo más profundo de mi ser pero, repito que si sé que esa muchacha hermosa, que para colmo participa en muchos certámenes de belleza, cosa que yo desconocía, juro que nunca hubiera utilizado esta metáfora que, sin pretenderlo, herí su sensibilidad; y la entiendo máxime a sabiendas, como sé ahora, que se dedica al mundo de la belleza, cosa muy natural y lógica ante una muchacha tan espléndida como ella.

Dejémoslo todo ahí, como una anécdota de un tipo como yo que trata de entretener a los lectores contándoles batallitas que, como la citada, nada tienen que ver con los toros pero que, de cara al lector, uno busca la sagacidad para ser leído; algo que creo que hacemos todos en nuestras respectivas tareas. Es cierto que, al albur de mi ensayo, como me contaron, se incendiaron las redes sociales; tampoco es para tanto porque yo soy un humilde contador de cosas sin más relieve ni fama que la que tengo en mi casa a la hora de comer.

Para dicha mía, y lo digo con orgullo, en tantos años que vengo contando historias, siempre fui objeto de las más apasionadas polémicas; me pasó hace tantísimos años cuando escribía en la revista EL MUNDO DE LOS TOROS de Juanito Bosch, en muchos sitios donde vertí mi opinión, en OyT por supuesto y, ahora te toca a ti soportarme, Juan Jesús Herrero como director de TOROS DE LIDIA. ES. Cierto es que nadie escribe pensando que creará polémica porque ese quehacer es siempre de los demás y, como a mí me ha ocurrido, así ha sucedido ahora con el ensayo aludido.

Por cierto, yo no tengo licencia para criticar a nadie para contar si es feo o guapo porque, Dios, en su misericordia, me obsequió con el tesoro de la salud, pero nunca con el de la belleza porque a feo no me gana nadie. Siendo así, muy villano sería yo sí enjuiciara la belleza de alguien, en este caso, la no belleza porque si de algo debo de presumir es de ser feo con ganas. Seguro que mi señora madre anhelaría que le saliera un hijo guapo pero, no pudo ser y se marchó al otro mudo con esa pena.

Mi abrazo lleno de ternura para Mirian Martín con el deseo de que siga participando en esos certámenes de belleza, nadie como ella es más acreedora a tal menester puesto que, Mirian es bella con avaricia, al igual que su hermana. Y mi aliento y apoyo a ese gran ganadero llamado Victorino Martín García que, en sus manos tiene auténticos tesoros, caso de sus toros que, cuando les descubrimos por aquello de su bravura, quedamos todos ahítos de placer. Un tarde mala la tiene cualquiera, yo el primero.

Pla Ventura.