Con la temporada prácticamente finalizada es hora del balance sangriento que la misma nos ha deparado. Una cuenta de resultados que la centraremos en Madrid que, sin duda, es la plaza que más sangre ha corrido por su albero. Paradojas del destino puesto que, Madrid, la primera plaza del mundo en la que como es notorio han actuado casi todas las figuras del toreo, nadie de ellos ha resultado herido. ¡Qué cosas! ¿Verdad?

La sangre, como viene siendo habitual en los últimos años la tienen que derramar los humildes para seguir dándole credibilidad a una fiesta que, los poderosos se han encargado de adulterar, hasta el extremo de que, los toros de Domecq no hieren a nadie, razón por la que elenco que comanda lo más alto del escalafón, todos, sin distinción, se apresuran a contratarse en lo más cómodo de la camada brava de España puesto que, hasta el mismísimo Paco Ureña, el otrora gran torero que se enfrentaba al todo de verdad, en su momento, hasta pidió la de Núñez del Cuvillo en Zaragoza que, en principio se la dieron a Manzanares y como éste causó baja, Ureña logró lo que quería con dichos toros, es decir, ridiculizarse hasta el extremo de lo más absurdo del mundo.

Por supuesto que ha habido muchas cogidas por toda España, pero siempre derraman su sangre los mismos, los toreros humildes, los novilleros y los subalternos, que se lo digan a Mariano de la Viña que, el pobre, por poco, casi que entrega su alma a Dios el pasado domingo en Zaragoza. Sin duda, Mariano se ha llevado la cornada más grave que hemos tenido en toda la temporada puesto que, a estas alturas, los médicos, todavía no se atreven a pronunciarse al respecto. Confiemos en Dios que pueda recuperarse el gran subalterno que, sin duda, con su sangre derramada ha certificado la grandeza de esta fiesta singular y única.

La lista es extensa de todos los toreros heridos en Madrid. Podía haber caído herido El Juli, Manzanares, Cayetano, etc. etc. porque aparentemente todos se juegan la vida. Pero no ha sido el caso porque los que han visto sus carnes laceradas, como digo y diré siempre, ninguno toreaba animalitos indefensos; todo lo contrario.

Con dar la lista de los heridos, sobra decir el nombre de las ganaderías que les hirieron. Es tremenda la mala suerte de Gonzalo Caballero que, tanto en San Isidro, como en la última corrida de Madrid el día del Pilar, se ha llevado dos “tabacos” tremendos. Es más, si no recuerdo mal, son ya cinco las cornadas que dicho diestro se ha llevado en Las Ventas, un balance dramático el que lamentamos en grado sumo; no hay derecho que sean los pobres los que sufran las peores cornadas, en el ruedo y en los despachos.

¿Qué toro corneó a Juan Leal en Madrid? ¿Uno de Juan Pedro? Seguro que no. Era de Pedraza del Yeltes, es decir, una ganadería enrazada, encastada y con peligro porque como se sabe, solo hieren o cornean los toros que sacan peligro en sus acometidas; los burros fofos no dan cornadas y, para colmo, alguno de ellos con santidad incluida, hasta proporcionan el triunfo de las figuras con esas embestidas pastueñas. ¿Qué toro llevó al hule a Román? Sencillamente, uno de Baltasar Ibán que, como pudimos ver, había mucho que torear y mucho más que arriesgar. Román, como un auténtico gladiador cayó herido como le ha sucedido muchas veces en su carrera.

Tenía que ser de Adolfo Martín el que corneara a Manolo Escribano que, el pobre, con dichos toros, haces tres años casi que se dejó la vida en Alicante. Son los toros de antaño los que siguen produciendo heridas, cornadas, volteretas y desdichas porque el toro auténtico tiene muchos problemas que resolver, tarea de la que no están por la labor los señoritos de turno. Por dicha razón, la sangre en los ruedos siempre es de carácter humilde.

Es cierto que Roca Rey sufrió una espeluznante voltereta en Madrid que le costó la temporada como se ha demostrado pero eso fue un caso de mala suerte porque el toro ni siquiera le hirió; es más, volteretas como la de Madrid, Roca Rey, las ha sufrido en muchos sitios, con la salvedad de que en Madrid quedó lesionado mientras que otros muchos lugares la cosa no pasó del susto. Pablo Aguado que en Madrid todavía no era figura se llevó una cornada y a su vez, varias volteretas serías en toda la temporada.

Así discurría la temporada en Madrid entre novilleros heridos, banderilleros, hasta que se anunció el Desafío Ganadero con el que opositábamos para las cornadas que, desdichadamente no se hicieron esperar. Ahí está el caso de ese hombre heroico de México llamado Arturo Macías que acudió a dicho “banquete” sabedor de que podría cobrar de nuevo y, así sucedió. Pobre Javier Cortés que, su audacia le ha costado un ojo de la cara dicho de forma literal puesto que, en estos momentos, los médicos no se han pronunciado al respecto de este hombre y, de forma muy concreta a lo que a su visión se refiere.

Y, como decía, se cerró la temporada en Madrid con una gran corrida de toros que, sin ser mala, tenía mucho que torear y lo que es peor, eran toros que sabían latín por eso cayó herido Gonzalo Caballero con tan mala fortuna de llevarse dos cornadas fuertes en la misma pierna. ¿Decía usted que era de Núñez del Cuvillo dicha corrida? Por favor, seamos serios. Eran de Valdefresno, propiedad de Nicolás Fraile con procedencia Atanasio que, por supuesto, nada tiene que ver con los bombones de Estepa que se crían en Lo Álvaro.

De igual modo, quiso Dios que se librara de una cornada o varias, según se quiera ver, el diestro Colombo que se jugó la vida de verdad y se escapó por la voluntad divina, quedándose, eso sí, con una paliza tremenda de la que tardará muchos días en recuperarse. Colombo se libró de la cornada pero como es un diestro humilde, tuvo que sufrir el rigor de un palco presidencial que le impidió salir por la puerta grande de Las Ventas, la plaza a la que había conmovido con su valor y decisión.

En la foto, Gonzalo Caballero, el diestro que proporcionalmente ha derramado más sangre que ningún torero del escalafón. Dios quiera que se recupere y que cambie de una santa vez el sino artístico de su carrera.