Nos quejamos siempre de todas las gentes que atacan a la fiesta de los toros desde fuera y, casualmente, el gran enemigo lo tenemos dentro, algo que hemos dicho miles de veces pero que nadie se da por aludido. En Teruel fue la cosa, la plaza en la que tenía que reaparecer Roca Rey tras su lesión y, al final, fue sustituido por Pablo Aguado. Es cierto que el diestro peruano conecta con las masas y, sin estar en el cartel, la plaza registró casi un lleno histórico. Hasta aquí, todo perfecto.

Mérito si tiene Roca Rey porque, a su albur, aunque no llegara, con un cartel mediocre que se llenara la plaza, la cosa tiene su aquel. Miguel Ángel Perera que no dice nada, Álvaro Lorenzo y Pablo Aguado, es decir, un veterano y dos principiantes llenaron el coso. Si no hubiera más lectura, lo sucedido en Teruel sería para darnos la enhorabuena a los aficionados.

Pero no, nada de eso, porque los problemas en dicha plaza llegaron de buena mañana porque, imagínense que, para dicha corrida, se trajeron toros de varias ganaderías. ¿Cómo? Vamos que, para una corrida de Teruel que haya baile de corrales, eso no sucede ni en las plazas más humildes de Perú.

Desdichadamente, un torero, caso de Roca Rey que, sin ir a Teruel, ante lo que eran sus deseos, se trajo una corrida que los veterinarios no pudieron aprobar, cómo sería la corrida, de ahí el referido baile de corrales. Para colmo, como dije algunas veces, Roca Rey no deja de ser un torero vulgar, pero que se comprará varias fincas mientras los bobos de turno no se dan cuenta.

O sea que, llega un chaval, se erige figura del toreo y a partir de ese momento ya no aparece el toro por ninguna parte. Ya pasó en Alicante, Badajoz, Algeciras, como en todas las plazas donde anidan las figuras de los cojones. Es vergonzante lo de Teruel, como en tantísimas plazas en las que estos individuos acuden a los cosos para llevarse el dinero calentito y sin riesgo alguno, la prueba no es otra que los toros que se lidiaron en la plaza turolense; no acudió Roca Rey, pero el daño ya estaba hecho. Es más como serían los animalitos que los diestros citados, salvo Lorenzo al que le regalaran una maldita oreja, no pudieron triunfar ante la podredumbre de los toros que se lidiaron. Rocío de la Cámara sabe lo que llevó a Teruel, como igualmente sabe las instrucciones que le dieron para lidiar su corrida.

Lo triste de esta cuestión es que los medios especializados en la información taurina, nadie se hace eco de tal desastre y engaño; nada de nada. Cuentan el festejo como si hubiera sido una corrida más en la que los toros no quisieron colaborar. Todavía les pasa poco a dicho cobardes que se aprovechan de la buena voluntad, en este caso de los turolenses para engañarles como si fueran tontos perdidos.

Cuidado que, cualquier aficionado sabe distinguir lo que es el toro de Madrid con el bicorne de provincias, pero lo que mana sangre a borbotones es la diferencia abismal que se produce entre Madrid y en provincias. Yo he visto lidiar en provincias toros con el trapío correspondiente para dicha plazas, lo que no es de recibo ni nadie debe de soportar es el engaño, la burla por lo que se refiere a los toros de Teruel que, en cualquier plaza de talanqueras no hubieran sido aprobados.

Gracias amigo Ángel por hacerme partícipe de dicho fraude para que lo difundamos por todos los confines de la tierra, sencillamente para que los aficionados cabales sepan cómo y de qué manera quieren ganarse la vida las mal llamadas figuras del toreo que, cuando llegan ellos, no hay toros. Me imagino en dicho festejo a Pablo Aguado que, para su fuero interno diría: “Vamos, si esto es lo que lidian las figuras, sin bajarme del coche me hago figura en tres minutos” Y no le falta razón. Lo peor, para Pablo Aguado, no es otra cosa que como le salgan tres festejos como el de Teruel lo bajan del carro inmediatamente; o quizás no, ¿quién sabe?

Así está la fiesta de las figuras caso de Teruel como en la gran mayoría de las plazas. Menos mal que, para nuestra fortuna, nos queda Pamplona y más tarde Bilbao, auténticos estandartes del toro en su justa dimensión. Lo que hacen las figuras del toreo en provincias no deja de ser un atraco con guante blanco, es decir, nadie lo nota, pero todo el mundo lo sabe.

Y en esa misma plaza de Teruel, cuando nadie lo esperaba y sin figuras, claro está, se lidió una corrida de Baltasar Ibán para que un bravo torero llamado Alberto Lamelas se erigiera triunfador de ciclo cortando tres orejas a los de Ibán. O sea que, en la ciudad turolense palparon las dos versiones de la fiesta, el burro fofo y muerto de salida, al toro bravo y encastado como los de Ibán para seguir dándole gloria a esta maltrecha fiesta de los toros.