Con una pena infinita tenemos que contar que, todo aquello que durante tantos años hemos defendido, el toro auténtico, con casta, con bravura, con peligro, con apariencia de toro para que unos hombres gallardos se enfrentaran a dichos animales, conforme va transcurriendo el tiempo hemos de reconocer que todo es mentira. Es decir, todo aquello que siempre hemos promulgado y defendido no sirve para nada, a lo sumo, si se me apura, para satisfacer a cuatro románticos aficionados que, como nosotros, deseaban conocer la verdad del mundo del toro.

Ya sabemos que la verdad no sirve para nada en el mundo de los toros porque, por ejemplo, el domingo, sin ir más lejos, tres hombres honrados, alguno con vitola de artista, se jugaron la vida en Madrid ante una corrida de Albaserrada que, dicho sea de paso no sirvió para nada. ¿Qué motivación les quedaría a dichos diestros tras la lidia de unos toros inadecuados para la culminación del éxito? Absolutamente ninguna. Sin embargo, los aficionados más puristas pedimos ese tipo de toro que, en tantas ocasiones ensombrece la gesta del protagonista pero, lo más grave y sangrante de todo es que, un triunfo con este tipo de toros no lo valora nadie, absolutamente nadie.

Pongamos ejemplos de toreros que están ahora en la cresta de la ola, es decir, mataban las corridas que a nosotros nos gustaban, triunfaban, pero no tenían reconocimiento empresarial. Hablemos de Paco Ureña y de Antonio Ferrera, por citar dos ejemplos recientes. Ambos, años pasados, eran el puro estandarte que todos teníamos como bandera y, cuando pudieron se pasaron al “enemigo” que, en honor a la verdad es el auténtico amigo y empezaron a cosechar éxitos por doquier.

Fijémonos que, con los animalitos indefensos, cuando tienen bondad santifican a sus propios lidiadores, ahí tenemos el caso de Pablo Aguado que, ante los toritos citados se encumbró en Sevilla. No hace falta nombrar ganaderías, con decir que la sangre es Domecq está todo dicho. Es triste, para nosotros, pero muy alegre para los que se enfrentan a este tipo de toros que no dan cornadas de ningún tipo y, lo que es mejor, facilitan el triunfo de sus lidiadores. El mismo Cayetano que, en Pamplona le cupieron en suerte dos bombones de Estepa y, siendo un torero vulgar tirando a malo, se encumbró por completo. Y así de este modo, toda la lista de toreros triunfadores.

Desdichadamente, la verdad no cuenta, no vende, no sirve para nada, por tanto, tenemos que acostumbrarnos a vivir junto a la mentira que, para ellos, los protagonistas, es una verdad incuestionable. Tiramos de memoria y nos entra una tristeza enorme. Recordemos que, hace un par de años, Manolo Escribano indultó un toro de Victorino Martín en Sevilla y, ¿le ha servido de algo? Si, para seguir enfrentándose a este tipo de toros y seguir derramando su sangre por los ruedos del mundo. Aquella misma tarde, Paco Ureña, cuando no había perdido el ojo, cortó dos orejas rotundas a otro de Victorino y, tampoco alcanzó mejor gloria. Eso sí, fue perder el ojo y junto a la complicidad de los empresarios, le pusieron frente a los toros del mono encaste y, con un ojo solo ha logrado epopeyas que jamás había soñado mientras se enfrentaba al toro que los más puristas le aplaudíamos. Visto el poder de Paco Ureña, muy pronto comprenderemos que no debe ser tan difícil el éxito junto a estos enemigos.

¿Se cree Octavio Chacón que le van a dar cancha lidiando los toros de Miura y demás encastes durísimos, o Pepe Moral? No se hagan ilusiones que no está hecha la miel para la boca del asno. Pero si se trata del mismísimo Emilio de Justo, gran torero donde los haga, luchador, artista, valeroso, épico en muchas ocasiones y, ahí le tienen, un poco en la reserva por si hiciera falta echar mano para que lidie el encaste Domecq que, de dejarle, dejaría en mantillas al noventa por ciento de sus compañeros. Algo parecido, si no más grave, sucede con Juan Ortega que, por no darle no le dan ni los buenos días. A lo sumo, lo siguen estrellando para que no aflore nunca ese arte inmenso que tiene.

Cuando digo derramar sangre me entran escalofríos porque, como sabemos, los toritos amaestrados desde la dehesa, son santos hasta el límite de los altares; no es que no den cornadas, es que encumbran a toreros como Cayetano, López Simón, Ginés Marín y, hasta el mismo David de Miranda, el pobre, creía que era figura del toreo que, como se empeñen, los van a conseguir. Y que no se preocupe nadie que, dichos animalitos, como se empeñen los empresarios, al año que viene vemos como figura del toreo a Toñete Ni que decir tiene que hablemos de Manzanares, El Juli, Ponce, Morante………todos tienen el visado para lograr el éxito que, para colmo, si no lo consiguen, tampoco pasa nada porque quedan otras muchas tardes.

¿Le ha servido de algo a Curro Díaz ese arte inconmensurable llevarlo a cabo con todo tipo de divisas que, en los últimos años, todas han sido de casta Albaserrada, Miura o Santa Coloma? Triunfos los ha tenido a pares en muchísimas plazas y con las ganaderías citadas. ¿Para qué? Para que con un poco de suerte te repitan al año siguiente o, como en este año, el que fuera triunfador de la feria de Almería en los dos últimos años justamente con toros de Albaserrada, en esta temporada lo dejaron tirado en la puta calle.

O sea que, el toro que pedimos los aficionados, el que soñamos para defender la verdad de la fiesta, en realidad es un puro fraude para los triunfadores y, sin duda, para los mismos aficionados que, como sabemos, dichos triunfos nos los ahogan con las corridas a modo, las que propician que los toreros saquen a relucir lo mejor que tienen a sabiendas de que no corren peligro alguno.

Analicemos. ¿Qué torero se ha encumbrado para siempre lidiando corridas duras? Treinta años atrás, quizás un poco más, solo recuerdo a Paco Ruíz Miguel, aquel león de la Isla que no es que se encumbrara con los toros de Victorino Martín, es que su capacidad era tanta que, era el “dueño” absoluto de las ganadería duras, razón por la que estaba en todas las ferias; no con el dinero ni prestigio de sus compañeros, pero es el único caso que conozco que se encumbró con dichos encastes. Por cierto, un día, Ruíz Miguel toreó una de Juan Pedro y podía haberlo hecho hasta con gafas de sol; es decir, con la gorra porque aquello le sabía cómo un pastel que se le empalagaba.

Lo que he dicho no sé si es una verdad o una ilusión, cada cual que elija bajo su concepto, altura de miras y calidad como aficionado. Es cierto que, nuestros lectores son personas de mucha inteligencia como han demostrado en miles de ocasiones con sus comentarios tan acertados. Que decidan ellos que, como digo, yo me he quedado en un mar de dudas.

En la foto, Manolo Escribano que, su única gloria no ha sido otra que las cornadas y el desprecio por parte de muchos empresarios.