Ayer tuvimos la fortuna de que nos visitara en Tibi el maestro Luis Francisco Esplá que, como cada año, por estas fechas recibimos la visita de tan magno torero que, como aficionado, acude para disfrutar de las capeas que, para nuestra desdicha ya no son tales, pero sí el hecho de ver correr la vaca por las calles del pueblo.

Es un lujo para cualquiera el hecho de poder disfrutar una tarde con el maestro Esplá que, a falta de toros, nos regaló su palabra que sigue siendo un tesoro insospechado. Junto al maestro uno aprende porque él es la sabiduría al más alto nivel, esa enciclopedia que lo aglutina todo para que, los que le amamos y disfrutamos de su cariño, como a mí me sucediera, poder pasar una tarde inolvidable junto a su persona.

Cuando uno está junto a Luis Francisco Esplá no necesita ni articular palabra puesto que, oyendo el mensaje del maestro es más que suficiente para que se nos llene el corazón ahíto de placer y de gozo. Como es notorio, Esplá nos subyuga con su palabra en sus apariciones televisivas, algo que se acrecienta cuando estás junto a él y, en vivo y en directo, vas llenando el corazón con sus apreciaciones al respecto de lo divino y lo humano.

Pudimos repasar muchas materias de su vida porque, lógicamente, Esplá es un retazo de historia de la tauromaquia en los últimos cuarenta años, lo cual viene a demostrar que, su paso por el toreo ha sido de una huella imborrable. Nos queda su leyenda, la que se forjó en los ruedos, pero gozamos de su persona, de su palabra, de su talento, de su arte en todas las facetas de su existencia puesto que, aquello de haber estudiado Bellas Artes le confiere otro plus de autenticidad para que, el maestro, donde anduviere, sea respetado, admirado y amado.

Innumerables serían las anécdotas que me contó puesto que, Esplá, lógicamente, es la historia viva de la tauromaquia de los últimos cuarenta años. Rememoramos, como no podía ser de otro modo cuando acudió a Tibi por primera vez tras doctorarse como matador de toros en que, quien suscribe, tuvo el honor de entrevistarle para la revista El Mundo de los Toros, un medio en el que Esplá, de jovencito, ya era admirado por completo.

La tauromaquia de Esplá debemos de escribirla con letras mayúsculas puesto que, la verdad que él defendía ante sus compañeros, era la que practicaba como torero; es decir, en activo, predicaba, pero daba trigo, algo que resulta siempre casi imposible pero, su grandeza era tanta que él lo consiguió.

Hicimos un repaso en torno a su carrera jalonada siempre de avatares de una magnitud extraordinaria puesto que, como el mundo sabe, en el maestro todo era extraordinario, por encima de todo, la clase de toros que solía lidiar, es decir, predicaba con el ejemplo de tal modo que nadie pudo echarle en cara ninguna acción que él no hubiera llevado a cabo; es decir, de político el maestro no tiene nada porque él siempre defendió lo que amó para regocijo de los aficionados que le admiraron.

Siempre dije –y el maestro sabe que es cierto- que Luís Francisco Esplá ha sido, es y seguirá siendo el Ignacio Sánchez Mejía de nuestros días puesto que, ambos toreros tenían un paralelismo tan grande que, equipararlos en virtudes es la acción más noble que la historia pueda hacer. Tiremos de historia, leamos la misma y muy pronto comprenderemos, si es que alguien lo duda, lo que ambos personajes han representado para el mundo de los toros. Para nuestra dicha, seguimos disfrutando al maestro Esplá y, como sabemos, Ignacio Sánchez Mejía solo le superó en algo, justamente, en la inmortalidad que supo ganarse al morir en una plaza de toros, concretamente en Manzanares en Ciudad Real. Como la historia no ha obligado, añoramos al gran Ignacio, pero en recompensa disfrutamos al maestro Luís Francisco Esplá que, en Tibi, o el cualquier lugar del mundo, sigue siendo un libro abierto para que las gentes humildes de este mundo tomemos lección a su lado.

Recordémosle al mundo que, Luís Francisco Esplá enardeció a los aficionados con su toreo a la antigua, sus banderillas inenarrables y todo su rito cual era verle en una plaza de toros. Ahora, sin embargo, Esplá utiliza ese mismo rito, pero con el don de su palabra que, a diario sigue cautivando por donde anduviere, razón por la que es siempre reclamado en distintos foros en el mundo, todos ávidos de aprender de la sabiduría intrínseca del maestro, un lujo el que disfrutamos los que somos cercanos a su persona y gozamos de su cariño.

La foto de Pepe Tébar certifica el encuentro del que hablamos.