Cuando aparece el toro de verdad, en ese mismo instante la fiesta ser torna irremediablemente inmaculada, algo que, de forma lamentable ocurre muy de vez en cuando. Es decir, cuando nos encontramos ante un toro auténtico y un torero capaz, la emoción es indescifrable; he dicho bien, un torero capaz de emocionarnos que, gran parte de culpa de dicha emoción viene de la mano del toro.

Al respecto podría citar varios casos a lo largo de la temporada pero, uno de los que no se me ha borrado de mi mente no en otro que al albaceteño Sergio Serrano en su gallarda tarde frente a los Saltillo en Madrid. Una actuación la suya que, si en vez de tener lugar a finales de temporada llega a ocurrir en San Isidro, pese a todo, Sergio Serrano hubiera actuado veinte tardes por España puesto que, dada la fecha, el diestro manchego se ha conformado con el reconocimiento general de Madrid y su otra tarde épica en Albacete.

Recordemos como fue la cosa que, Sergio Serrano, un desconocido por no decir un muerto de hambre, dicho con todo el respeto del mundo y admiración, ha hecho correr más tinta tras su actuación en Madrid que, casi feneciendo el año en que vivimos, seguro estoy que todo el mundo recuerda su hazaña, sencillamente, la que nos emocionó hasta la locura.

¿Es Serrano un enviado de Dios para redimir el toreo? No lo creo. Pero si demostró con tremenda gallardía que, morir o vivir, era algo que le traía sin cuidado. Pensemos que, cuando en el toreo todo es predecible cuando torean las figuras por aquello del toro que lidian y por la faena que se barrunta, encontrarnos con un hombre en la plaza de toros de Madrid en que, como digo, morir o vivir le traía sin cuidado, eso no es previsible en ninguna plaza del mundo, de ahí emanó la grandeza de este hombre humilde que, en realidad, de humilde tiene lo que yo de obispo porque como sabemos, lo que atesora es una grandeza sin precedentes. Digo humilde en el sentido de que tras muchos años de alternativa no ha sido escuchado como debiera pero, anotemos, si en el año próximo se atreven a ponerlo en la feria de San Isidro, aunque repita con los toros de Saltillo, pese a todo, dará mucho que hablar.

Que un sencillo torero sea capaz de concitar la los medios, a los aficionados, a toda la prensa en general, ello viene a demostrar que lo suyo va muy en serio. Cierro los ojos y sigo viendo el desprecio a la muerte con la que Sergio Serrano se jugó la vida en Madrid y, eso emociona a cualquiera; lo dicho, si esa actuación hubiera tenido lugar en la feria de San Isidro, a estas alturas, con lo ganado, Serrano se hubiera comprado una casa. Su valor y torería dan para eso y mucho más; no he querido excederme diciendo que se compraría una finca pero, le sobran reaños para ello y mucho más; o un ataúd, nada importa.

En su aclamada actuación, un pinchazo previo le privó a Serrano de haber cortado sin duda alguna, la oreja de más peso de la temporada en Madrid. No pudo culminar a la primera su actuación y todo quedó en la vuelta al ruedo más aclamada que se recuerda en Las Ventas. Y todavía quedan gentes que no saben lo que para un torero representa una vuelta al ruedo en Madrid, siempre y cuando sea de auténtica y de verdad. Para Sergio Serrano ha sido el todo porque, gracias a ese triunfo, meses después, como me sucede a mí, sigue haciendo correr ríos de tinta en su honor.

Bien es cierto que, el mundo de los toros es un cúmulo de mentiras y falsedades, lo más parecido del mundo al PSOE con su guapo al frente que como el mundo sabe, miente más que habla, es por ello que, un hombre que aparece en escena vendiendo su verdad y exponiendo su vida con rotunda emoción, de cara al mundo empresarial apenas cuenta para nada, las pruebas son contundentes puesto que, un hombre que fue capaz de jugarse la vida a cara o cruz, es decir, finca o ataúd, apenas fue escuchado.

Es verdad, como dije, que el momento no era el más apropiado puesto que, la temporada estaba finalizando pero, por favor, anotemos el nombre de Sergio Serrano, lo digo de cara a las empresas puesto que, todos aquellos que quieran montar una corrida de verdad con toreros auténticos, Sergio Serrano es un todo un referente. Son muchos años de lucha, razón de peso con la que ha demostrado su valía y, lo que es mejor, su perseverancia en mundo de mentiras en el cual, vender la verdad es más difícil que vender barcos en Ciudad Real.

En la foto, Sergio Serrano en su épica tarde en Las Ventas de Madrid.