Según cuentan, el ganadero, que no le había vendido el semental al torero, supo de su presencia después de una temporada de cubrición, con lo que el maestro tuvo que quitarlo. Pero el daño estaba hecho, y a pesar de que la intención del Litri fuera aportar más » cara » a la vacada a partir de una sangre emblemática y madre de otras muchas divisas, sangre que también se encontraba en la mezcla vazqueña, lo que consiguió principalmente fue bastantear a las crías nacidas del cruce. Los primeros productos con el semental del Conde de la Corte dieron buenos resultados, aunque cambió ostensiblemente la morfología de las familias » Tocadas » por este toro.

Las posteriores generaciones de esta procedencia tampoco mantuvieron el nivel y el intento resultó fallido. Quedaba la fealdad, pero se había ido la calidad. Años después, Litri adquirió más ganado esta vez de la procedencia Guateles, que unió al segundo hierro que poseía, el de Vega Retana, y que anunció con el nombre de Miguel Báez » Litri «. Probó un nuevo cruce con un toro burraco salpicado, de aquellos viejos Pedrajas de Fonseca, como demuestran los libros en posesión, actualmente, del último propietario hasta el momento, en los cuales aparece todavía siete de ocho familias salpicadas por esta sangre que, por supuesto, ya existía también en la mezcla realizada por don Vicente José Vázquez.

Joaquín López del Ramo, paisano y amigo escribió :

» Afortunadamente, el desastre no se consumó, y cuando todo parecía acabar apareció Miguel Báez » Litri «, el torero que con estos toros obtuvo muchos de sus clamorosos éxitos y ahora pretendía salvarlos.

Joaquín pasó en estos años por la finca del Litri, La Peñalosa y publicó en la revista Toros 92, un estudio titulado : » El Litri «, un quite para la historia.

Muchos años de trabajo y desprendimiento, de selección férrea para intentar recuperar una solera casi pérdida. Los primeros frutos positivos se vieron, pero los Concha y Sierra no han recuperado su noble son vazqueño en su totalidad.

Recordaba Joaquín que esa nobleza siempre había ido teñida por la tragedia, como aquella tarde en la que un Concha y Sierra truncó la carrera del inmenso Pepín Martín Vázquez, en Valdepeñas.

El carácter de doña Concepción también quedó demostrado cuando despidió a uno de sus vaqueros porque, perseguido por un toro, tuvo que tirarle un palo para librarse de él.

Cuando compré la ganadería – le reconoció » Litri » a Joaquín -. muchos pensaron que estaba loco, que salvar estos toros era una empresa imposible, pero yo sabía y sigo pensando que aquí hay muchas cosas buenas.

En mi época de torero activo maté muchos toros de Concha y Sierra, y entonces salían extraordinarios. Pensé que esa solera no podía estar del todo pérdida, que el origen era puro de casta vazqueña y esos toros habían funcionado en primera línea durante muchos años, podrían estar en bache fuerte, pero a base de tiempo volverían a ser lo que siempre fueron. El toro del Conde de la Corte ha aportado mayor transmisión y ha servido para refrescar la sangre, pues hay que tener en cuenta que la casta vazqueña se formó también con elementos de Vistahermosa.

Dividida en cuatro partes, las vacas contaban con 150 madres, un cuarto cruzado con el toro del Conde de la Corte o con hijos de aquel, mientras que en los otros tres cubrían quince sementales puros vazqueños, entre ellos el famoso Inspector, descendiente del toro del mismo nombre que había sido indultado, en 1963, por Carlos Corbacho en Algeciras. Pero los resultados tardaban en llegar y el maestro empezó a aburrirse de sus vazqueños variopintos. Otra vez la supervivencia corría peligro, y de nuevo, por mediación de la Blanca Paloma que seguía velando por el destino de los toros de su querido poeta, se presentó un salvador. A finales de 1993, tomando café con José Luis García Palacios, Miguel Báez le comentó que tenía pensado vender una de las dos ganaderías que poseía, y le ofreció hacerle una visita en La Peñalosa. Pocos días después José Luis García Palacios, junto a sus hijos José Luis y Guillermo, compraban los Concha y Sierra. Entre los acordes de guitarra, Juan de Dios dejó caer : » Eso de haberle añadido un toro del Conde de la Corte me preocupa mucho. Yo lo intenté con uno de Guardiola Soto y fue un fracaso total….. «. Y así comenzó su andadura ganadera José Luis García Palacios, con los Concha y Sierra, lleno de ilusión.

Cuando José Luis, veterano emprendedor con mucho criterio y sentido común, decano del sistema financiero español y presidente de la Caja Rural del Sur y del Grupo Cooperativo Ibérico, decide comprarle los Concha y Sierra al Litri, posee ya una larga experiencia en materia agrícola y ganadera. Es hijo único, de familia de empresarios con orígenes en tierras palentinas y burgalesas, y con tradición ganadera desde los años 20 del pasado siglo en Huelva. Fue a principios del XX cuando su abuelo, don Anastasio García Bueno, se traslada a Huelva como destacado de la empresa familiar de curtidos de pieles y lanas que poseían en Palencia, y con la intención de reforzar las compras de Andalucía. Unos años después se trae a un primo suyo, don Apolinar Arenillas Bueno ; entre ambos crean una sociedad agropecuaria llamada María Luisa, S.A., iniciándose así una actividad ganadera basada en el vacuno manso, el cerdo ibérico, los caballos y el ganado ovino. A mediados de los años 40, don Anastasio adquiere al Marqués de Villamarta una finca y una ganadería en el término de Trebujena.

Pero no fue mucho el tiempo que la tuvo en su poder, la dedicación que precisaba y la distancia que en aquellos años, se tenía muy en cuenta, hicieron que una década después la vendiera a su actual propietaria, la familia Núñez Núñez. Sin embargo, si la tuvo el suficiente plazo para que en don Anastasio naciera la afición necesaria. De niño don José Luis, creció entre los molinos de aceite que explotaba su padre en Huelva, Trigueros o Gibraleón, frecuentó las almazaras donde practicaban la molturación de las aceitunas, así como el campo donde criaban cochinos y terneros bravos. Esa niñez rural fue interrumpida por la muerte prematura de su padre, y muy joven todavía tuvo que abandonar sus estudios que continuó por libre, en una época en la que Juan de Dios empezaba a asesorar a su tita Concha en los asuntos ganaderos de la ganadería de Concha y Sierra. Se hizo cargo de la empresa familiar y pronto emprendió un camino paralelo como empresario, banquero y político, sin nunca perder de vista su vocación de impulsar la agricultura.

Desde entonces y tras adquirir conciencia de la necesidad de que el sector agrario se asociara, su vida profesional ha discurrido estrechamente ligada al cooperativismo agrario y de crédito.

Con un agudo sentido campero y mucha sensatez, supo resistir a la burbuja inmobiliaria, y cuando ésta explotó, la caja que dirigía no tocó fondo, más bien todo lo contrario.

Antes de llegar la actual crisis, a finales de 1993, don José Luis renovó su afición y decidió convertirse, de nuevo, en ganadero de bravo.

Antes de comprar al Litri lo de Concha y Sierra, adquirió una pequeña vacada en Sevilla escogieron lo del Marqués de Domecq : Pedrajas por Natera a través de Mora Figueroa y Juan Pedro, con una pizca de Rincón por Manolo González. Una elección providencial que, a la postre, puede ser la salvación de una rama del » monoencaste » casi extinguida.

( Continuará )

Por Mariano Cifuentes

Foto J.J Diago