Hoy se registró una pobre entrada en la Plaza de toros México.
Con varias actividades deportivas destacadas, los aficionados decidieron guardarse en casa o acudir al estadio más grande de la ciudad a las semifinales futboleras que se celebraban en esta urbe.
Se lidiaron toros de la ganadería de Santa Bárbara justos en presentación y desatancando los jugados en tercer y cuarto sitio.
Se jugó uno de Lebrija en segundo sitio, tras ser rechazados por la mañana, tres toros de la ganadería anunciada

Antonio Ferrera ha cambiado sus formas desde hace algunos años en que lo vimos por primera vez en México, cuando viniera a confirmar en el Coso Máximo y hoy por hoy se encuentra en uno de los momentos más equilibrados de su carrera.
Su primero fue un toro que le permitió cumplir. Dejó entrever esos destellos artísticos que un virtuoso en la cumbre plasma en una obra. Pero es que pareciera se estaría preparando para su creación máxima. Ya calentaba el público las manos y las frotaba, en espera de ver el fruto consagrado.
Versátil y entregado, con el capote creó un bullicio entre los espectadores que vislumbraban el vendaval de una tarde apoteótica.
Vivaldi en su mágica creación de las 4 estaciones, refleja ese camino, que nos va llevando por sus fases y nos revuelve las emociones, provocando en el sistema nervioso un sin fin de evocaciones que conectan la electricidad del cuerpo y logran estremecer hasta el Aura.
Belleza, balance, profundidad, estética, ritmo, armonía, parsimonia, nostalgia, júbilo y mil emociones más recorrieron al torero, que salió no a convencer al público de la México, sino a convencerse a sí mismo de ser el compositor del momento. El creador de una obra magistral que ha dejado un eco en los tendidos de la plaza!
Hoy Ferrera se encumbró. Desbordó el arte como una cascada de aguas brillantes, como las lágrimas emotivas que brotaban de sus ojos al comprender su logro, su obra, su esplendor y ese reflejo unánime entre los parroquianos.
Sin duda la sinfonía embelesó los sensibles oídos de la concurrencia, exhortándolos a exigir los trofeos a la autoridad, tras el golpe mortal que infringiera a su enemigo, que fue lentamente arrastrado al destazadero.
El alborozo fue elocuente sin duda y acompañado del ganadero celebró su rotundo triunfo

Jerónimo ha tenido una desangelada tarde. En primer lugar mató un astado de Lebrija que sin duda mostró severas complicaciones, pero el capitalino no encontró la resolución al crucigrama, lo que le lo dejó ver falto de sitio, y desencajado. Todo lo contrario a lo que el año anterior lo hizo colocarse en la fecha más importante de la temporada.
Sin recursos mató al toro defectuosamente escuchando un aviso
En el segundo con mucha más voluntad y un toro que a pesar de no tener la emotividad de los hermanos lo dejó desenvolverse y trató de trazar las líneas que tan peculiarmente lo han vuelto un torero llamado mexicano por su profundidad, y sus formas largas y sentidas. Elongando las extremidades para darle más amplitud a los tersos muletazos. Momentos que quedan en una fotografía pero que son solo eso, momentos. Mató efectivamente para escuchar una discreta ovación

Juan Pablo Sánchez es como un vino Alma de Unx del 2010, un vino con uva garnacha. Un llamado torero con temple, que para quien gusta de la enología podría compararlo. Color rojo cereza picota, menisco hacia rubí, capa media, limpio, lágrima ligera. En nariz hay buena intensidad de aromas de fruta negra madura, presencia de tostados, notas de mineralidad, final algo balsámico. En boca tiene cuerpo, es agradable pero intenso, un punto goloso de mermelada de ciruela, con buena acidez y taninos correctos. Buena persistencia final.
Y así Juan Pablo que tiene ese buen sabor en su quehacer, esa capacidad de llevar a los toros embebidos en la muleta, acariciándolos como una madre a su cría, como la brisa matutina que apenas roza con ternura las rojas rosas de los jardines de Versalles. Y lamentablemente como en repetidas ocasiones. Lo ha traicionado el inconsciente evitando que culmine su labor de manera eficaz. Lo que pudo significar un triunfo quedó solo en palmas.
Su segundo se quedó parado y fue tardo, le imposibilitó que la ligazón a la que nos tiene acostumbrados se exhaltara. Pase a pase fue bordando su caligrafía de filigrana. Se vino a menos la labor y el silencio se instaló en el graderío.

 

Por Alexa Castillo.