Hay fechas que no se olvidan, tardes de gloria que se graban en la memoria y que viven ahí para volverse parte de la historia, de la grandiosa historia de una plaza de toros que hoy volvió a estremecerse y a vibrar porque en su arena hubo magia.

Se disputaba el trofeo del “Estoque de Oro” mismo que Antonio Ferrera recibió de manos de Francisco Doddoli, presidente de la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos, Rejoneadores y Similares. Y a pesar de que la procedencia de los toros era de diversas ganaderías, no hubo concurso de las mismas pero sin duda la ganadería de “La Joya” será tema de conversación por mucho tiempo.

En primera instancia salió un toro de Julián Hamdan que fue devuelto al caer en repetidas ocasiones evidenciando su minusvalía. Por lo que salió a la arena un reserva de “La Joya” que fue muy áspero, y que no permitió el lucimiento de Enrique Ponce, que hoy se topó con pared. Algún muletazo aislado motivó a los aficionados que hoy hicieron una media entrada en la Monumental. Pero si acaso, lo más relevante fue la estocada efectiva que le propinó una cerrada ovación.

Antonio Ferrera indiscutiblemente llenó de finos aromas el tendido de la México. No cabe duda que ese dejo de locura que seguramente corre por sus venas y le da la total autenticidad a todo lo que hace, era el paso necesario para reclamar el trono.

Contarlo es casi imposible, porque hubo tanta belleza, que las palabras se enmarañan queriendo salir todas a defender su verdad. Un Ferrera entregado, apasionado, en maestro. Consciente de cada movimiento en el ruedo, esperando con auténtica sabiduría el justo momento para provocar las bravas embestidas de su enemigo, que más bien amigo pues realizaron la mancuerna perfecta.

Aquí es donde el toreo encuentra su esencia. Cuando los amantes se funden en un acto de entrega total para ser un solo cuerpo, un alma soslayada por la pasión y un encuentro sagrado, suenan campañas de gloria, todo se vuelve perfecto, el sonido de las notas endulza los oídos, las sensaciones se desbordan y la piel se conmueve y tiembla, y se vuelven horas los minutos, y el simple roce de los labios es una liturgia. Así logró Ferrera enloquecer a los presentes que estallaron frenéticos como si ese beso les extasiara los cinco sentidos, provocando reverberación tal, que no hubo paz en los sepulcros. Son esos momentos que no vuelven pero que se mantienen ahí, a flor de piel, distorsionando la realidad para entrar en un sueño cuántico que nos transporta a un universo paralelo.

Y es que toparse con el compañero perfecto y entender quién es él, es lo más difícil del mundo. Y ellos dos estaban determinados a encontrarse. Eran el uno para el otro. No sé si algún día el amor que transgredió todos los límites vuelva a consumarse de esa forma, pero hoy por hoy, el extremeño ha logrado algo pocas veces visto. Uno iba al encuentro del otro como en una danza de poder a poder, en tiempo y forma rotunda. Revoloteaban las palomas por los aires suplicantes del favor de un astado, los gritos eufóricos de “toro” en el tendido ensordecieron a los cielos que otorgaron el perdón, uno de los indultos más solicitados en esta plaza. Y sin duda una actuación digna de la realeza.

 

Morante de la Puebla ha decaído del ánimo de los capitalinos y hoy pese a sus detalles que en este caso fueron contados con ábaco, pudo más la sosería, falta de bravura y los kilos que inmovilizaron a un pésimo toro de Bernaldo de Quiroz, que vino a acabar con el quimera, siendo fuertemente abucheado el de la Puebla. Sus intentos no fueron justificante para el respetable que comenzó a protestarle, la que para muchos es una falta de compromiso con esta plaza, para los “istas”, que aquí en México son cada vez menos, una mala tarde más!

 

De Xajay fue el cuarto que correspondió a José Mauricio. Un toro con mucha clase que desde que vio la capa planeaba buscando las telas codiciosamente. Una de las más valoradas técnicas de la pintura es sin duda el Óleo y es que permanece por mucho tiempo en el lienzo. Son colores disueltos en aceite que al contacto con la tela producen una suave caricia y que requieren de paciencia y de constancia, de horas de trabajo para ver un resultado vívido.  Las Meninas es considerada la obra maestra de Diego Velázquez. Este óleo sobre tela de 1656 es el de mayor formato realizado por él. Con una composición en planos logra representar por medio de las distintas entradas de iluminación, una escena cotidiana de la corte de Felipe IV. En ella los límites entre pintura y realidad se desdibujan y sin precedentes se suspende el tiempo y y se dice que el propio artista aparece dentro de la obra. Su trazo es sutil y su estilo, como en el toreo de Mauricio, consagrado a su sueño. Fue entendiendo al toro con una caligrafía precisa, pero con tintes barrocos que llenaban  de elegancia la arena. Con sentimiento y sello propio fue apoderándose de las emociones de la parroquia que ya estaba para este momento de la corrida, desbordado. Su humildad en el ruedo se transforma y lo hace aún más grande, y su carisma se refleja en los tendidos. Ya hemos dicho qué hay algunas carencias pero cuando se torea con el corazón, sin duda hay motivos, para volver siempre a ver a un torero. Se tiró a matar entregando el pecho y el toro volteó hacia el cielo agradeciendo la muerte. Una oreja de mucho peso para el capitalino.

 

Joselito no se quiso quedar atrás. Ante un toro de Reyes Huerta que salió un poco entumido y al que fue acoplándose poco a poco tuvo una digna actuación.

Variado con la capa y complaciendo a la audiencia que le solicitaba cubrir el segundo tercio, invitó a su hermano Luis David y a Antonio Ferrera y éstos dos formaron la mundial. Con una técnica exquisita y caminado hacia el toro a paso firme, Ferrera adornó el Morrillo de manera soberbia, mientras que Luis David se lució dejando a Joselito el par más discreto y una ovación de pie para los tres toreros.

El toro para estas alturas ya estaba entregado y buscaba pelea. Era tal el estruendo que la luna se asomó a ver que acontecía e iluminó al hidrocálido que tenía el sentimiento de la muerte de un ser querido acaecido horas antes de la función. Y le cantaba la luna una nana para arrullarlo al momento que iba amalgamándose con el bravo ejemplar que embestía comiéndose  el tergal. Para muchos una gran faena de corte valiente y con profundidad. Y no lo discuto pero es que ese toro era el encaje perfecto para bordar en plata su nombre y a mi personalmente me quedó a deber. Un momento dramático le acompañó acercándose al final y se sacudió sin mirarse para volver a la cara del toro empecinado en el triunfo. Se volcó dejando una entera desprendida que acabó con Tan valiosa vida e incomprensiblemente por arte de magia el biombo otorgó las dos orejas mismas que fueron protestadas.

 

Luis David hubo de lidiar el más malo del encierro de la ganadería de Las Huertas, mismo que desde el principio fue protestado por escupirse de la suerte. Un toro que desarrolló genio y malicia, pero más bien por intentar defenderse de su agresor que por codicia. El peligro se asomaba en los vuelos de la muleta y el mexicano aguantó las embestidas bruscas hasta que el marrajo se rajó viniéndose a menos para cerrar plaza sin pena ni gloria.

 

El toro “Tocayo” de “La Joya” rinde un homenaje al toro bravo. Laemotividad, la clase, acometividad y casta, le dieron un aire diferente a la tarde. Hace mucho que un toro no emocionaba de tal manera y la unánime petición de indulto fue para la historia.

Guardé estas líneas para el final pues no quería opacar un hecho tan bello con un acto vergonzoso, soez, humillante y que deja al descubierto a mal llamados taurinos, protagonistas que sin oficio ni beneficio faltan al respeto a una familia de abolengo ganadero como los González Esnaurrizar.

En México acontece muchas veces que cuando ya se tiene un encierro visto para alguna plaza, se llega a mover a otro terreno, ganadería o finca para engordarlo, quizá por la calidad de los pastos y el clima. Así es que el ganadero José Antonio, había enviado algunos toros que fueron únicamente cebados en los campos de un pseudotaurino, mismo que osó dar la vuelta al ruedo cuál si él hubiera criado al burel. Un tipo que lleva 5 minutos en ésto y ya aprovecha cualquier oportunidad para dejarse ver.

¡De vergüenza!. Si quiere ser protagonista, ésta no es la manera.

¡Enhorabuena al ganadero José Antonio González Esnaurrizar y a su familia. Y gracias por regresarnos la fé en la ganadería mexicana y en nuestra sagrada fiesta!

Por Alexa Castillo