Fotografía de Javier Arroyo.

Se abrió el abono de San Fermín con una tarde barata, muy barata. Mal presentado el conjunto presentado por Pincha en su debut y escaso rigor presidencial. Sabor agridulce en los novilleros: dos niños ricos y uno que quiere ser. Cadaval sigue sin justificar su próxima alternativa en un entorno soñado y con un cartel de campanillas, gran fracaso en su actuación ante un lote de consagración. Toñete, a su forma, pasó sin pena ni gloria. Francisco de Manuel demostró ambición y pasión por ser alguien en el toreo, pese a tener el lote menos propenso. Con carencias, pero con mucho tiempo para corregirlas.

 

Debutó la ganadería de Pincha en su tierra con Rascatripas, un novillo de buena condición, aunque de inexistente poder. Dificultoso resultó el saludo capotero, donde Cadaval se vio superado, se mire por donde se mire. Cuando llevó al animal al caballo, embistió con mejor condición, siempre con el requerido sitio, lo cual hizo que el novillo ganara en humillación y recorrido. Buen tercio de varas protagonizó el burel, con fijeza, humillación y metiendo los riñones. Esa gran condición en la muleta, aunque algo ayuno de raza, se volvió a poner de manifiesto en el capote de Santi Acevedo. Ya en el último tercio, el sevillano demostró tener la misma preparación que un aficionado práctico avanzado, pese a tomar el próximo septiembre la alternativa, en la mismísima Maestranza. Como por el pitón derecho se venció en la brega, inició la faena sobre la zocata, bajo un molesto viento. El animal embistió con nobleza, clase y profundidad. Exigía distancia y terrenos de afuera, lo cual encontró por momentos. El sevillano se limitó a llevarlo en línea recta, citando con la muleta atravesada y sin bajar la mano, fuera de sitio y descargando la suerte. Por el derecho, un toreo igualmente ventajista. Estocada trasera y tendida, que no fue óbice para que diera la vuelta al ruedo.

 

Otro buen novillo fue el segundo de la tarde por la clase de su embestida, aunque de escaso poder y, por consiguiente, transmisión. Los primeros tercios fueron intrascendentes, dentro de esa tauromaquia que solo pretende fomentar el último tercio. Con la seda en las manos, se dedicó a tirar líneas, fuera de cacho constantemente y con la figura poco erguida. En un ambiente festivo, cortó la primera oreja de la tarde. Poco pudo hacer con el brusco quinto, más que dejarse tropezar la muleta.

 

El tercero fue un toro con similares hechuras a los dos anteriores. Manseó desde que salió, buscando siempre la carencia de toriles y huyendo de la puya, con un liviano primer puyazo, y poca fuerza. Cogió las telas por abajo. Deslució el tercio de banderillas, que el propio matador protagonizó, muy despegado en la reunión y siempre a toro pasado. El animal salió manseando. Intentó iniciar la faena de rodillas, lo cual resultó muy complicado por la descastada condición del novillo. El propio animal fue quien le marcó cómo debía desarrollarse el trasteo: en los terrenos de toriles y por dentro. Francisco de Manuel recurrió a un toreo más populista, con circulares, pero demostrando cuál es su ambición. Estuvo, como antes se decía, en novillero. Más allá de lo anterior, no se pudo vislumbrar nada más. Pinchazo y estocada defectuosa, alargando el brazo y tapando feamente la cara.

 

Más fuerte el cuarto de la novillada, sin ser de la presencia necesaria para esta Plaza. El animal, ya en el recibo, demostró su buena clase, como llaman los taurinos, y su nulo poder y justa casta. Se defendió en el primer puyazo, en el que se le tapó la salida, y se arrancó de lejos en el segundo encuentro, aunque no recibió castigo alguno. Tercio de garapullos correcto. Cadaval, lamentable imagen. No acertó ni las distancias ni los tiempos ni las alturas, dejándose ir otro novillo con bastantes posibilidades. Citó y toreó sin temple. El animal tan noble como débil. Bochornosa oreja.

El gran episodio de la tarde llegó en el sexto capítulo de la tarde. Francisco de Manuel demostró querer ser, mucha ambición. El novillo fue poco propenso para el triunfo, ya que embistió siempre por dentro y presentando muchas dificultades. Intentó instrumentar el toreo, pero fue al final de la faena, cuando el novillo ya estaba rajado, el momento cumbre. Se echó encima de los pitones, con un toreo más populista. Se tiró a matar y cortó las dos orejas, la segunda fue un regalo de reyes en julio…