La ganadería de Los Bayones, procede de la de los señores :  Ollero, Silva y Delgado, anunciando El Almendral, entraron en la unión de criadores de toros de lidia, por la prueba de acceso ( que consiste en lidiar una serie de festejos, cinco o seis con buen juego en plazas de primera y segunda) algo totalmente fuerde onda en la actualidad, a tenor de la multitud de ganaderías con una mansedumbre e invalidez exasperantes que lucen la marca de la unión y han accedido por la compra de un hierro.

En 1981 es adquirida por su actual propietario, que varió el hierro por el actual, eliminando todas las reses para rehacerla con vacas y sementales del maestro Santiago Martín » El Viti» de procedencia Lisardo ( Atanasio + Murube).
Los Bayones tomó un gran impulso en la década de los noventa del siglo XX cuando se convirtió en una de las ganaderías favoritas de las ventas, al encontrase en un momento de bravura excelente.

En Los Bayones sale el Lisardo- Atanasio, clásico: toro de mucha caja, huesudo, cornamenta abundante, el pelaje predominante es el negro, siendo abundantes los negros salpicados, burracos y carboneros. Con el típico comportamiento de su encaste, salen fríos de salida, viniendose arriba a lo largo de la lidia, siendo muchos de ellos bravos en la muleta, con clase y picante, en la parte negativa de esta vacada está la falta de fuerzas en un porcentaje alto ( aspecto negativo que tienen otras ganaderías importantes actualmente) que curiosamente todas son encastadas y de gran calidad, pero la invalidez es una rémora muy grande, en el toro de lidia.

Lo mismo que su ascenso fué meteórico, su caída al ostracismo también ha sido dura, pues es un palo grande, pasar de lidiar nueve o diez corridas, en plazas importantes del circuito, a que se te queden toros en el campo, o tener que mal venderlos por cuatro euros.
Pero sus responsables, con una afición desmesurada siguen trabajando muy duro a diario, para colocar a los Lisardos de Los Bayones, en el lugar de privilegio que una vez ocuparon en el escalafón ganadero y que ojalá recuperen pronto, para bien de la fiesta brava y de la variedad de encastes.

 

Por Rafael Falcon

Fotografia Ignacio Pereletegui